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Sebastián Piñera cambia su Gabinete para neutralizar la rebelión de la derecha oficialista

El presidente de Chile remueve a sus ministros políticos a tres meses del plebiscito por una nueva Constitución

Rocío Montes
Santiago de Chile -
El presidente de Chile, Sebastián Piñera, en el palacio de Gobierno en junio pasado.
El presidente de Chile, Sebastián Piñera, en el palacio de Gobierno en junio pasado.Marcelo Segura (Efe)

A tres meses del plebiscito por una nueva Constitución, programado para el 25 de octubre, el presidente Sebastián Piñera intenta contener la crisis del oficialismo chileno con un nuevo cambio de gabinete. A menos de dos meses del último movimiento importante de ministros, el mandatario optó nuevamente por transformaciones de fondo con miras a contener la rebelión de los partidos de la derecha, que quedó en evidencia en las últimas semanas con el apoyo de parlamentarios de su sector a la reforma que permitirá el retiro del 10% de los ahorros de las pensiones, aprobada en el Congreso pese a los intentos del Gobierno por frenarla. En esta ocasión, sin embargo, Piñera decidió remover a su ministro del Interior, Gonzalo Blumel, que será reemplazado por el UDI Víctor Pérez, un dirigente fuerte y con amplia experiencia política que se desempeñaba hasta hoy como senador y que no está a favor de una nueva Carta Fundamental.

“La llegada de Víctor Pérez marca el fortalecimiento de la derecha dura al interior del Gobierno”, señaló uno de los líderes opositores, Carlos Maldonado, presidente del Partido Radical. La lectura fue unánime desde la oposición: “Víctor Pérez -y no es nada personal contra él- representa las tesis más duras del oficialismo”, indicó Álvaro Elizalde, presidente del Partido Socialista.

Es el quinto cambio de Gabinete desde que Piñera asumió su segundo período en marzo de 2018. Se ejecuta con 19 meses de Gobierno por delante y con siete elecciones importantes entre 2020 y 2021, incluyendo las parlamentarias y presidenciales de noviembre del año próximo. Luego de las revueltas sociales de octubre y una pandemia que ha desbordado las previsiones del Ejecutivo –con 9.278 fallecidos confirmados hasta la fecha–, el presidente necesita reconstruir su Administración en medio de una crisis insólita de La Moneda con los partidos de la coalición Chile Vamos, que en buena parte dejaron de apoyarlo. Fueron los partidos de derecha los que empujaron este cambio de Gabinete marcado por el ingreso de figuras robustas de ese sector. Es, por lo tanto, un cambio de equipo que busca contentar al oficialismo y no tanto entregar señales a la ciudadanía, que nuevamente le ha quitado respaldo al mandatario (12%, de acuerdo a la última encuesta de Cadem).

Como lo hizo en su primer Gobierno (2010-2014), Piñera optó por figuras de peso y con trayectoria tanto en los partidos como en el Congreso. Junto con la llegada de Pérez a Interior, optó por el senador Andrés Allamand –de Renovación Nacional (RN)– para reemplazar en el ministerio de Relaciones Exteriores a Teodoro Ribera, de su mismo partido. Allamand, que abandona el Congreso a partir de hoy, lideró Defensa en la primera Administración de Piñera y en este período ha asumido una posición fuerte con asuntos fundamentales para buena parte de la derecha. Entre otros asuntos, asumió la bandera del rechazo con miras al plebiscito de octubre por una nueva Constitución y, en defensa de las convicciones históricas del sector, fue uno de los senadores que rechazó sin éxito el retiro anticipado de las pensiones, que a partir de esta semana involucraría movimientos por hasta unos 18.000 millones de dólares.

En la vocería, Piñera instaló a otra figura del Congreso, el UDI Jaime Bellolio, que se desempeñaba hasta hoy como diputado. Pese a que se había manifestado a favor de un cambio a la Carta Fundamental, hace pocos días transparentó su giro y su opción por el rechazo. “Chile no aguanta otro golpe al mentón”, indicó Bellolio, quien reemplaza como portavoz a Karla Rubilar, destinada ahora a ministra de Desarrollo Social, una cartera que cumple un papel crucial en las ayudas a la ciudadanía en medio de una crisis que produjo una caída de 15,3% de la economía en mayo.

Rubilar, a su vez, ocupará el cargo que tenía Cristián Monckeberg, del partido RN, que había asumido en esa cartera recién a comienzos de junio. Monckeberg reemplazará en la Secretaría General de la Presidencia al UDI Claudio Alvarado, que apenas alcanzó a estar dos meses de ministro y que, pese a su habilidad negociadora, no pudo evitar en el Congreso que se aprobara la reforma de las pensiones.

El cambio de Gabinete de esta jornada en Chile busca un nuevo marco de gobernabilidad dentro de la coalición, con el ingreso de ministros con injerencia en los partidos oficialistas. En el ministerio de Defensa, Piñera instaló al presidente de RN, el diputado Mario Desbordes, que ha cumplido un papel central en que la derecha corra el cerco hacia posiciones menos ortodoxas, populares y de mayor sintonía con la ciudadanía, a costa de la estabilidad del propio Gobierno. Fue Desbordes, de hecho, el dirigente que instaló el debate sobre el retiro de fondos de las pensiones, una iniciativa apoyada por ocho de cada 10 ciudadanos, pero que representó una derrota profunda para La Moneda y para los ministros políticos, debilitados luego del fracaso en el Congreso.

De los movimientos se excluyó al ministro de Hacienda que asumió en octubre pasado en medio de las revueltas sociales, Ignacio Briones, militante del partido de la derecha liberal Evópoli, una colectividad que con la salida de Blumel de Interior quedó disminuida en su representación del Gabinete.

A tres días de su cuenta pública anual ante el Parlamento, que se realizará este viernes, está por verse si Piñera con ministros fuertes en su equipo político optará por asumir un papel menos protagónico. En esta nueva etapa, el Gobierno nuevamente tendrá en el frente a una ciudadanía activa que detuvo las movilizaciones de golpe en marzo producto de la pandemia de la covid-19.

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Sobre la firma

Rocío Montes
Es jefa de información de EL PAÍS en Chile. Empezó a trabajar en 2011 como corresponsal en Santiago. Especializada en información política, es coautora del libro 'La historia oculta de la década socialista', sobre los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. La Academia Chilena de la Lengua la ha premiado por su buen uso del castellano.

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