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La Siria leal a El Asad vota en unas legislativas marcadas por la crisis económica y la pandemia

Se trata de los terceros comicios parlamentarios en zona gubernamental desde el inicio de la guerra

Natalia Sancha
Una ciudadana siria deposita su voto este domingo durante los comicios legislativos en un colegio electoral de Damasco.
Una ciudadana siria deposita su voto este domingo durante los comicios legislativos en un colegio electoral de Damasco.YOUSSEF BADAWI (EFE)

Los sirios han votado este domingo en las elecciones legislativas celebradas en un contexto marcado por la pandemia y la vertiginosa crisis económica que sacude al país. Los comicios han tenido lugar en zona gubernamental -70% del país- donde se estima que viven 12 de los 18 millones de habitantes que permanecen en Siria, después de que 5,7 millones hayan abandonado el país en busca de refugio. Se trata de las terceras elecciones parlamentarias celebradas desde el inicio de la guerra en 2011, y de las primeras para aquellas poblaciones como Guta -en la periferia oriental de Damasco- y en el sur de Idlib -última provincia insurrecta-, cuyo control ha recuperado el Ejército regular sirio en los últimos años.

A los comicios se han presentado 1.656 candidatos -200 de ellos mujeres- entre los que se cuentan importantes hombres de negocios, y se han habilitado 7.277 colegios electorales que abrieron sus puertas desde las 7 de la mañana hasta las 7 de la tarde hora local -una hora menos en la España peninsular-, según informó la agencia estatal de noticias siria, Sana. El Comité Judicial Superior anunció en la tarde del domingo una ampliación del voto de cuatro horas hasta las 11 de la noche. “No se han registrado irregularidades durante las elecciones”, dijo el juez Samer Zumriq, jefe de la Comisión Judicial Electoral Suprema, tras la clausura de los centros quien aseguró que se procedería de inmediato al recuento de votos.

En 2016, la participación alcanzó un 56%, según el recuento del Gobierno sirio. Como en anteriores comicios, los expertos aseguran que el partido Baaz, encabezado por el presidente sirio Bachar el Asad, mantendrá su hegemonía sobre los 250 escaños -en 2016 obtuvo 200- tras alejar todo contrincante político. Las presidenciales están previstas para el próximo año.

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La oposición siria en el exilio ha tachado los comicios de ‘mascarada’: “El régimen no conoce lo que son elecciones desde que tomó el poder hace 50 años [desde que Hafez el Asad llegara al poder en 1970 con un golpe de Estado], todo lo que se organiza bajo el nombre de elecciones son una mascarada bajo un estricto control de seguridad y militar”, arremetió Nasr Hariri, líder de la principal coalición de oposición siria en el exilio reconocida por la comunidad internacional.

La cita electoral ha sido previamente pospuesta en dos ocasiones desde el pasado mes de abril debido a la pandemia. Medios locales han difundido imágenes de votantes protegidos con mascarillas haciendo cola a las puertas de los colegios electorales. Igualmente han grabado el momento en el que el mandatario y su mujer Asma depositaron sus votos en la capital siria también cubiertos con mascarillas.

El último balance ofrecido por el Ministerio de Salud cuenta 496 infectados por la covid-19 y 25 fallecidos en zona leal a El Asad. Varios centros de voto han abierto sus puertas también en el noreste del país que controlan las milicias kurdas quienes el pasado octubre sellaron un acuerdo con las tropas regulares sirias para frenar la ofensiva del Ejército turco junto con milicias locales aliadas. “Solo se ha votado en aquellas ciudades como Hasake y Qamishli donde está presente el Ejército sirio”, cuenta desde Qamishli en conversación telefónica la profesora Nisrine Saleh.

“Queremos más ayudas económicas, porque de seguir así no tendremos ni para comer”, protesta un funcionario sirio desde Damasco, amparado por el anonimato. Como para muchos otros funcionarios, el sueldo de este hombre no ha hecho más que menguar pasando del equivalente de 100 a 30 euros mensuales. La crisis económica se ha convertido en la preocupación prioritaria de unos hogares exhaustos tras casi una década de guerra con un mortífero balance de medio millón de muertos.

Arrastrada por la crisis socioeconómica que hunde al vecino Líbano, y única puerta de entrada de divisas en el país, la libra siria prosigue en caída libre en el mercado informal, donde el dólar se vende a 2.200 libras sirias. En la economía oficial, la moneda local perdió el 44% de su valor el pasado mes, cuando el Banco Central Sirio elevó el tipo de cambio oficial de 704 a 1.256 libras por dólar. La hiperinflación, con una vertiginosa subida de precios de hasta el 160% en los últimos meses, ha desterrado la carne y el pescado de la dieta siria. Más del 80% de la población vive bajo el umbral de la pobreza, según datos de la ONU.

Sin reservas de divisas para asegurar las importaciones de productos clave como el combustible o el trigo, el Gobierno sirio hace frente a un creciente descontento popular que se ha materializado el pasado mes de junio con inusitadas protestas en el sur del país donde los manifestantes han exigido reformas. Episodio que se saldó con el reemplazo del primer ministro, Imad Khamis.

Con las arcas estatales vacías por el esfuerzo de guerra, el reciente paquete de sanciones impuesto por EE UU bajo la llamada ley César tiene como objetivo prevenir toda inversión extranjera -de potencias aliadas como Irán, Rusia o China- en la reconstrucción siria. Los expertos aseguran que las medidas de castigo afectarán también a la población y espantarán a aquellas empresas que comercian con sectores no sancionados, por temor a quedar enfangados en tediosas transacciones bancarias.

El pasado viernes, Bachar el Asad cumplió 20 años al mando de la república que heredó a la muerte de su padre Hafez en 2000. Si bien se proclama vencedor en el plano militar con la recuperación del control de gran parte del territorio nacional, la crisis económica amenaza con debilitar sus pilares en el plano doméstico.

Dos atentados en 24 horas

Al menos siete personas han muerto y más de 60 han resultado heridas este domingo en un atentado con coche bomba cerca del paso fronterizo de Bab el Salam —limítrofe con Turquía—en el noroeste de Siria, según informó el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos -OSDH, con sede en Inglaterra e informadores sobre el terreno-. Se trata del segundo cruce más importante de la zona para la entrada de tanto ayuda humanitaria como para el abastecimiento de mercancías turcas que nutren las estanterías de la provincia insurrecta de Idlib y parte de Alepo. En esta última provincia que escapa al control del Ejército regular sirio, y donde predominan los yihadistas de Hayat Tahrir Al Sham -rama local de Al Qaeda-, habitan 4.1 millones de personas, la mitad de ellos desplazados, según cifras de la ONU. Desde que el pasado marzo entró en vigor un alto el fuego entre tropas regulares sirias e insurgentes, soldados turcos y rusos patrullan esta zona convertida en tablero habitual de choques armados entre facciones opuestas. La víspera de la cita electoral de este domingo también se vio empañada por la detonación de un artefacto explosivo improvisado frente a una mezquita del barrio de Nahr Aisha, en la periferia de Damasco, dejando un muerto y un herido, informó la agencia Sana. Por su parte, el OSDH precisó que el fallecido es un miembro de la rama de inteligencia siria.

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