De Shirley Temple a Anna Frank
Ocho décadas después, Zagreb homenajea a Lea Deutsch, la niña prodigio que pasó de llenar el Teatro Nacional de Croacia a morir en un tren hacia Auschwitz
Para Lea Deutsch, todo transcurrió muy rápido. En 1932, con apenas cinco años, interpretaba obras de Shakespeare y Molière en el Teatro Nacional de Croacia. Tres más tarde inspiró una opereta, titulada La niña prodigio, con el aplauso de la prensa foránea. Ya era entonces conocida como la Shirley Temple croata —en referencia a la niña prodigio que triunfaba entonces en Estados Unidos— y le llegaban ofertas del extranjero. Pasó poco tiempo, sin embargo, entre el momento en el que llenaba la principal sala de espectáculos día tras día y aquel en el que —ya expulsada de los escenarios y con el distintivo de judía en el brazo— trataba de salvar la vida bautizándose, jurando lealtad al nuevo Estado fascista croata o intentando huir a Palestina. Murió con solo 16 años en el vagón de un tren para ganado, de camino al campo de exterminio de Auschwitz.
Ocho décadas más tarde, la ciudad de Zagreb recupera la historia de Deutsch al colocar una stolpersteine (las famosas losetas en recuerdo a víctimas del Holocausto presentes en diversas ciudades europeas) en el número 29 de la calle Gunduliceva, en el antiguo barrio judío de la capital croata, donde creció con un padre abogado y una madre ama de casa fascinada por el ajedrez, en el entonces reino de Yugoslavia. Será una de las 20 stolpersteine en homenaje a víctimas judías que se instalarán este año en Zagreb a partir del próximo día 1.
“No llenaba los teatros solo por su talento para la actuación. Le gente iba a escucharle cantar, bailar y presenciar su especial habilidad para interpretar personajes. Aunque era aún una niña, tenía talento para cautivar a la audiencia tanto en comedias como en dramas. Se escribieron muchas obras específicamente para ella”, explica por correo electrónico Martina Bitunjac, investigadora del Centro Moses Mendelssohn de Estudios Judeoeuropeos de Potsdam y autora de la biografía Lea Deutsch. Ein Kind des Schauspiels, der Musik und des Tanzes (Lea Deutsch, una niña del teatro, la música y la danza, en alemán), publicada el año pasado.
Fue Pünktchen en la adaptación de la novela para niños Pünktchen und Anton; Louison en El poder de las tinieblas, de Tolstoi; Minnie, en La boda de Mickey Mouse... También hizo papeles masculinos, como de niño Hasan en Hasanaginica, un relato popular eslavo. Su fama pronto trascendió Yugoslavia. Un grupo de actores búlgaros la invitó a su país y la mítica compañía cinematográfica francesa Pathé filmó un documental sobre ella, en el que se la puede ver bailando sobre el escenario. En 1938, dos miembros del Teatro Habima, en Tel Aviv, la propusieron representar en hebreo la novela infantil El pequeño lord, de Frances Hodgson Burnett, aunque declinó la oferta. Un año más tarde, comenzó la Segunda Guerra Mundial.
Tenía 13 años cuando, en 1941, los ustasha, aliados de los nazis, declararon el fascista Estado independiente de Croacia. Pronto decretaron una nueva ley racial que impedía a Deutsch actuar e ir al colegio. “Solía sentarse quieta en un banco frente al teatro [nacional], con un abrigo a cuadros pequeños con una estrella de David amarilla en las mangas. Se quedaba mirando durante horas al edificio en el que fue una estrella y al que ya ni siquiera podía acceder”, recordaba el hoy fallecido Relja Basic, también actor y quien fuera su compañero de clase. Muchos de los colegas y amigos de la pequeña fueron arrestados y asesinados: 30.000 de los 40.000 judíos que entonces vivían en el país acabarían muriendo en el Holocausto. Entre ellos, su profesor de danza, Rod Riffler, que acabó en el campo de concentración de Jasenovac, en Croacia, donde se calcula que los ustasha asesinaron a unos 100.000 serbios, judíos, gitanos y militantes antifascistas
Los años de terror fascista lo fueron también de cierta bruma en torno a la suerte de la familia. Se sabe que, para tratar de salvar la vida de la adolescente, primero la bautizaron y luego ella escribió una carta al Ministerio del Interior para pedir, sin éxito, quedar eximida del cumplimiento de las leyes raciales. Intentaron huir a Palestina, entonces bajo protectorado británico y donde ya habían emigrado miles de judíos, pero por motivos desconocidos el plan falló. También trataron de escapar con ayuda de la resistencia partisana, pero no lograron hallar a su contacto.
En mayo de 1943, la Shirley Temple croata concluyó su rápida transformación en la Anna Frank croata. Ella, su hermano y su madre fueron arrestados y obligados a subir a un tren que tenía por destino el campo de exterminio de Auschwitz. Pasaron seis días en un vagón para ganado repleto de gente, sin alimentos ni bebida. Deutsch murió en el camino. “El único miembro de la familia que sobrevivió al Holocausto fue el padre, escondido en un hospital en Zagreb”, apunta Bitunjac. Fue enterrado en 1959 con una foto de su hija.
De los seis millones de judíos asesinados en el Holocausto, algunos han trascendido como iconos universales. No es el caso de Deutsch, prácticamente solo conocida en Croacia —un país con una relación incómoda con su pasado fascista durante la Segunda Guerra Mundial— y que estuvo durante décadas en el olvido. “Es nuestro símbolo local”, señala por teléfono Mira Wolf, responsable del pequeño museo que alberga la comunidad judía de Zagreb. La gran mayoría de las víctimas de la Shoá, además, vivían en países con comunidades principalmente askenazíes (judíos de Europa central y oriental, como Polonia, Alemania o la URSS) y mucho menos en lugares de mayoría sefardí, como Croacia, donde recalaron bastantes descendientes de los judíos expulsados de España.
El proyecto de homenaje, iniciado en 2019, es una iniciativa de Natasa Popovic, fundadora del Festival de la Tolerancia-Festival de Cine Judío de Zagreb, y de Branko Lustig, superviviente del Holocausto que falleció ese mismo año y el único croata que ha ganado dos Óscar de Hollywood: como productor de La lista de Schindler, de Steven Spielberg, en 1994, y de Gladiator, de Ridley Scott, siete años más tarde. En total, el Centro de Promoción de la Tolerancia y Preservación de la Rememoración del Holocausto instalará 60 stolpersteine hasta 2022, explica en un correo electrónico Natasa Jovicic, asesora especial en temas culturales de la alcaldía de Zagreb. En los próximos años se marcarán además los lugares desde los que fueron deportados víctimas de otros colectivos, como serbios y gitanos.
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