_
_
_
_
_
Natalia Zubarévich | Experta en desarrollo regional

“En Rusia no hay federalismo ni siquiera en época de coronavirus”

La geógrafa explica que la pandemia evidencia las desigualdades entre Moscú y el resto de regiones rusas

Pilar Bonet
La directora del programa regional del Instituto Independiente de Política Social, Natalia Zubarévich, en una charla en el Foro del Comercio Mundial de Moscú, en 2016.
La directora del programa regional del Instituto Independiente de Política Social, Natalia Zubarévich, en una charla en el Foro del Comercio Mundial de Moscú, en 2016.Sergei Savostyanov (TASS via Getty Images)

El coronavirus ha evidenciado las diferencias entre la opulenta ciudad de Moscú y el resto de regiones de Rusia, según las conclusiones que Natalia Zubarévich, geógrafa y experta en desarrollo social y económico, extrae del paso de la pandemia por el Estado más extenso del mundo. En una entrevista, Zubarévich, que es directora del programa regional del Instituto Independiente de Política Social (NISP), esboza las secuelas del virus y opina que las autoridades “han ayudado poco y tarde” a la ciudadanía, aunque los esfuerzos emprendidos van “en la dirección correcta”. ”Los indicadores económicos de Rusia recuperarán los niveles anteriores a la crisis a fines de 2021 en el mejor de los casos”, afirma.

Los ingresos reales de los ciudadanos rusos disminuyeron un 7% de 2014 a 2019. En 2020, disminuirán un 7% en comparación con el año anterior, señala Zubarévich, citando previsiones de la Escuela Superior de Economía.”La gente está insatisfecha”, sentencia. “En abril, las regiones rusas perdieron más de una cuarta parte de sus ingresos habituales”, explica la geógrafa. “Sus entradas por el impuesto sobre el beneficio y por el impuesto sobre la renta de las personas físicas se contrajeron en un 28% y un 18% respectivamente, y estos dos impuestos son los más importantes para los presupuestos regionales (el primero supone un 25% y el segundo, un 29% de sus ingresos)”, aclara. Además, en abril la recaudación del impuesto sobre la propiedad se redujo en un 40% y la del impuesto sobre los pequeños negocios casi a la mitad, prosigue la especialista.

Los cálculos de Zubarévich indican que el centro federal proyecta compensar aproximadamente un 70% de las pérdidas de las regiones. A diferencia de las autoridades federales en Moscú, que tienen un “fondo para el bienestar” en caso de emergencias, las regiones carecen de fondos especiales para estos casos. Las administraciones regionales endeudadas tienen prohibido pedir prestado en los bancos y los créditos del presupuesto federal están restringidos y prácticamente paralizados, afirma.

Por concentrar la inmensa mayoría de los recursos financieros del país, la capital de Rusia (una de las 83 unidades administrativas reconocidas del Estado ruso) es un caso único. “Moscú es la ciudad que se puede recuperar más rápidamente y superará la crisis renunciando a los gastos para mejorar el medio urbano, que son gigantescos y que en 2019 supusieron 330 mil millones de rublos (unos 4.330 millones de euros)”, explica. “Pero la mayoría de las regiones no podrá cumplir con sus obligaciones presupuestarias sin una gran ayuda federal”, sentencia. “Moscú ha recibido orden de ayudar a Daguestán, donde ha habido un alto número de muertos, y ha enviado allí camas y equipo médico”, recuerda.

El coronavirus puso a prueba a los gobernadores regionales. Estos “no sabían cómo actuar, miraron hacia Moscú e intentaron hacer como su alcalde, Serguéi Sobianin, pero, faltos de dinero, comenzaron a buscar su propio camino. Hicieron muchas tonterías, que corrigieron en parte, y fueron un ejemplo de cómo, obligados por la crisis, gentes que estaban en sus cargos para rendir cuentas ante las autoridades federales tomaron decisiones en una situación desconocida. Cada uno hizo lo que supo. Todos comprendían que no les darían mucho dinero y por eso tenían más intención que Moscú de acabar con la cuarentena”. “Para poder celebrar el Día de Rusia (el 12 de junio) las autoridades federales obligaron a Sobianin a poner fin a la cuarentena cuando las regiones no habían pasado la meseta del contagio. Fue un riesgo y una decisión muy cínica, pero en Moscú todo tenía que ser bonito y tranquilo”, explica Zubarévich. “No hay que hacerse ilusiones sobre el federalismo en Rusia. Aquí no hay federalismo ni siquiera en época de coronavirus. El presidente, el principal dirigente, decidió transferir los riesgos a las regiones para no tenerlos él. Eso no es federalismo”.

Las grandes empresas que envían brigadas a trabajar por turnos en explotaciones dispersas por el país no siempre crearon condiciones para separar los trabajadores que tenían el virus de los que no y, por eso, “hubo protestas masivas en Murmansk y en la península de Yamal, por ejemplo. Los gobernadores se enteraban a posteriori de estas situaciones que se resolvían desde Moscú. Los que mejor gestionaron los problemas fueron las petroleras y los que peor, las constructoras”, señala Zubarévich. La geógrafa llama la atención sobre Severodvinsk, ciudad en la provincia de Arjangelsk, que ha sido aislada debido a los contagios en dos fábricas de la industria militar.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

“En la actividad económica, el Estado ruso se ha concentrado en ayudar a las grandes empresas, que son las que proporcionan beneficios fiscales y de exportación, pero apenas ha ayudado a las pequeñas y medianas, que constituyen el grueso del sector servicios”, explica. “El golpe que han sufrido los servicios, sobre todo los negocios individuales, afectará especialmente a las grandes ciudades, pero estas tienen a su favor una población más activa, con más movilidad y más capaz de buscar alternativas que en otras localidades de menor tamaño”. ”En cuanto a los centros industriales, las fábricas han rebajado sueldos y jornadas y hay insatisfacción, sobre todo por la disminución de los sueldos”, clarifica. Puntualiza Zubarévich que “en Rusia no hay paro masivo, ni lo habrá, porque las autoridades lo vigilan estrictamente. En el marco de la lucha contra la pandemia, el subsidio de paro aumentó y su acceso se ha simplificado y extendido a nuevas categorías de trabajadores. “En Rusia no existe gran desempleo real porque el empleo informal absorbe al 20% de la población laboral”, explica Zubarévich. El paro registrado en Rusia pasó de 700.000 personas a principios de año (1%) a 2.100.000 personas en junio. Según los pronósticos disponibles, puede llegar a ser de un 7% a un 8%, calcula.

“En la Rusia periférica, donde abunda el trabajo informal, la gente está indefensa, pues carece de garantías sociales y vive de sus huertos o de sus ingresos sumergidos. La población se encuentra una situación muy mala, pero está acostumbrada a sufrir, no es activa políticamente, no está organizada, no tiene un alto nivel de formación y entre ella hay mucha gente mayor que con sus pensiones, son una gran ayuda para sus hijos y sus nietos en este periodo”, explica. Por ver está cómo evolucionará la Rusia “más arcaica” en el norte del Cáucaso.

Las subvenciones a los niños de hasta 16 años son una medida acertada, señala la experta, en parte porque este apoyo financiero (360 mil millones de rublos) es “un modo de llegar a ese 20% de la población que, por trabajar en la economía sumergida, no tiene derecho al subsidio de paro”. Considera, no obstante, que esta ayuda debería tener carácter continuo y no puntual. Un buen método para liberar recursos, opina, sería rebajar el presupuesto de Seguridad y Defensa del Estado, que supone hoy cerca del 26% del presupuesto federal, tras haber alcanzado el 33% de 2014 a 2016.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_