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Las elecciones en Surinam escriben el futuro del presidente golpista condenado por 15 asesinatos

Dési Bouterse lideró un régimen militar durante los ochenta y fue sentenciado por tráfico de cocaína en Holanda

Francesco Manetto
Dési Bouterse, presidente de Surinam, tras votar en Paramaribo, este lunes.
Dési Bouterse, presidente de Surinam, tras votar en Paramaribo, este lunes.RANU ABHELAKH (REUTERS)

Poco más de 600.000 habitantes, un Producto Interior Bruto que equivale al de una ciudad europea de provincias y una historia reciente olvidada. Surinam es un país sin apenas peso geopolítico en Sudamérica, incrustado entre el océano Atlántico, Guyana, Guayana Francesa y Brasil. Y, sin embargo, la antigua colonia holandesa esconde una de las anomalías políticas más sangrantes de la región. Su presidente, Desiré Bouterse, conocido como Dési, fue un militar golpista, recibió una condena por tráfico de cocaína y desde el pasado noviembre afronta una pena de 20 años por el asesinato de 15 opositores en 1982. El mandatario, que apeló la sentencia emitida por una corte marcial, buscaba este lunes una reelección en unos comicios que escribirán su futuro.

Las elecciones, a las que estaban llamadas a participar casi 400.000 personas, se celebraron este martes en medio de la pandemia de la covid-19. Y es precisamente la emergencia sanitaria el factor que sembró dudas sobre la participación y el desarrollo de la jornada, que contó con la observación de una misión de la Organización de los Estados Americanos (OEA). Las encuestas auguraban la pérdida de la mayoría parlamentaria de la formación de Gobierno, el Partido Nacional Democrático, supuestamente de izquierdas y de facto una organización de corte nacional-populista. Aun así, Bouterse se mostró optimista en uno de sus últimos actos de campaña. “Vamos a estas elecciones con la cabeza en alto y confiados”, afirmó, según informa France Presse. Su principal rival es Chan Santokhi, exjefe policial, del Partido Reformista Progresista. Los dos ya se enfrentaron en las elecciones 2010, cuando el actual presidente -quien encabezó dos golpes de Estado- volvió al poder, esta vez pasando por las urnas.

Los resultados provisionales indican que no ha habido un ganador claro y los partidos iniciaron ayer conversaciones para formar gobierno. El partido encabezado por el también ex ministro de Justicia Santhoki obtuvo 21 de los 51 escaños de la Asamblea Legislativa. Mientras, el Partido Nacional Democrático de Bouterse habría conseguido 15 escaños, frente a los 27 que obtuvo en 2015. Analistas señalan que se debe negociar una coalición que alcance los 26 escaños para formar gobierno.

Para entender lo que está en juego en Surinam hay que retroceder 40 años. La mecha prendió a finales de febrero de 1980. Con el pretexto de que el Gobierno se negaba a autorizar un sindicato en el seno de las fuerzas armadas, lo que se sumaba a la detención de tres oficiales, comenzó una asonada conocida como “golpe de los sargentos”. El llamado Consejo Nacional Militar tomó el control de la capital, Paramaribo, y así Surinam se convirtió en una dictadura durante casi toda la década. En 1982 un grupo de soldados que respondían a las órdenes de Bouterse secuestró a 16 opositores y ejecutó a 15. El superviviente de la matanza testificó contra el presidente, por lo que un tribunal militar pudo reconstruir lo sucedido y hace seis meses emitió la sentencia.

El gobernante, que ha denunciado ser víctima de una persecución política, se enfrenta a una condena de 20 años de prisión y es por eso que las elecciones de este lunes son determinantes. El país decide entre empezar a cerrar las heridas y pasar página o continuar hasta 2025 bajo el mandato del hombre que marcó su pasado reciente. El partido de Bouterse, que hoy tiene 74 años, aprobó en 2012 en la Asamblea Nacional una ley de amnistía que, en la práctica, era una fórmula para poner negro sobre blanco la inmunidad presidencial. Sin embargo, la justicia anuló esa decisión.

Al historial del mandatario se añade otra condena de 11 años dictada por un tribunal holandés, que en 1999 lo halló culpable de tráfico internacional de drogas, ya que en los ochenta Surinam se convirtió en una de las bases de operaciones para la exportación de cocaína desde Sudamérica. Bouterse, que en la región ha mantenido relaciones especialmente con el régimen chavista de Venezuela, rechaza también esos cargos y quiere seguir aferrado al poder. Los resultados de este lunes escribirán su destino.

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Sobre la firma

Francesco Manetto
Es editor de EL PAÍS América. Empezó a trabajar en EL PAÍS en 2006 tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana.

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