China reconoce que se enfrenta a unos “desafíos sin precedentes” por la pandemia
En lugar de poner el énfasis en el PIB, en este ejercicio colocará el acento en la creación y el mantenimiento del empleo
Empleo, empleo, empleo. Esta es la palabra que aparece una y otra vez en el informe de trabajo del Gobierno, el discurso chino sobre el Estado de la Nación que ha pronunciado el primer ministro, Li Keqiang, en la inauguración de la sesión legislativa anual. La repetición a lo largo de las 24 páginas del documento pone de relieve hasta qué punto importa a China, en este año de pandemia y contracción económica, la creación y mantenimiento de puestos de trabajo para apuntalar el crecimiento y, sobre todo, no poner en peligro la estabilidad social. El país, ha admitido Li, “tiene y tendrá ante sí aún durante un tiempo unos desafíos sin precedentes”. Pero el discurso también ha mostrado un endurecimiento sobre lo que Pekín considera “líneas rojas” de su soberanía, Hong Kong y Taiwán.
La pandemia ha sido el gran asunto de fondo que ha marcado el desarrollo de la sesión, el principal acontecimiento político del año chino y que se celebraba con dos meses de retraso debido, precisamente, al coronavirus. Los cerca de 3.000 delegados que escuchaban a Li en el salón principal del Gran Palacio del Pueblo de Pekín se cubrían -casi todos: el presidente Xi Jinping y el resto de principales dirigentes iban a cara descubierta- con mascarilla. “En estos momentos, la epidemia aún no está acabada”, advertía el primer ministro desde el estrado. Al tiempo que hablaba, la Comisión Nacional de Sanidad actualizaba sus cifras diarias con cuatro nuevos casos, que dejan el total en casi 83.000 desde el inicio de la crisis en el país.
Pero el hecho mismo de que se celebre la reunión ya indica que China da por controlado el virus. Y, con ello, se muestra más asertiva: la ceremonia de inauguración ha enviado sendos mensajes a Hong Kong y a Taiwán. En el primer caso, se prepara para imponer una polémica ley de Seguridad Nacional sobre la antigua colonia británica, tras las protestas contra Pekín del año pasado. En el segundo, abandonando una convención de décadas, ha eliminado el adjetivo “pacífico” en las referencias al deseo de Pekín de una “reunificación” con la isla que considera parte de su territorio. China se “opondrá tajantemente e impedirá cualquier actividad separatista que busque la independencia de Taiwán”, ha asegurado Li, apenas dos días después de que la presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen, comenzara su segundo mandato con una declaración de rechazo a la unificación en los términos que ofrece Pekín.
Como se esperaba, por primera vez en tres décadas Pekín renunció a fijarse un objetivo de crecimiento económico para este año -la primera vez que lo omite desde 1990- debido a la incertidumbre que ha creado la pandemia de covid-19. En el primer trimestre, la economía china se contrajo en un 6,8%, la primera caída en décadas, debido a la caída en el consumo y la restricción de movimientos durante semanas para impedir la propagación de la enfermedad. Según el Fondo Monetario Internacional, el crecimiento chino podría quedar este año en un 1,2%, muy por debajo del 6,1% oficial registrado el año pasado.
Sí hay cifras para los objetivos de creación de empleo. El paro urbano deberá mantenerse por debajo del 6%, frente al 5,3% que alcanzó el año pasado, y se trabajará para crear 9 millones de empleos en las ciudades, según anunció Li. Se crearán 2 millones de plazas extra en la educación superior, en una muestra de la importancia que el Gobierno adjudica a la ocupación de la población joven.
“Debemos ser muy conscientes de las dificultades y problemas con que nos enfrentamos; grave recesión de la economía mundial, obstrucción de la circulación de las cadenas sectoriales y de suministro, contracción de las inversiones y del comercio internacionales, y agitación del mercado de productos básicos”, como consecuencia de la pandemia, apuntó el primer ministro. En el plano nacional, citó el “descenso del consumo, las inversiones y las exportaciones, un aumento notable de la presión sobre el empleo” y “dificultades para las empresas, sobre todo las pequeñas, medianas y microempresas”, entre otros problemas.
Para apuntalar la economía, el déficit fiscal se elevará al menos al 3,6%, frente al 2,8% del año pasado. Pero no habrá un gran paquete de estímulo al estilo de 2009 tras la crisis financiera global. Se emitirán bonos del Tesoro especiales por valor de un billón de yuanes (unos 128.000 millones de euros), por primera vez este año. A esta cantidad se sumarán los que emitan los gobiernos locales, autorizados a vender hasta 3,75 billones de yuanes (unos 480.000 millones de euros), frente a los 2,6 billones del año pasado. El objetivo de inflación se establecerá en el 3,5%, cuando en 2019 el índice de precios al consumo mostró un alza del 2,9%.
Los bonos tendrán que invertirse en “la construcción de nuevos tipos de infraestructuras, el desarrollo de redes informáticas de nueva generación, la aplicación de la tecnología 5G, la construcción de estaciones de carga y la generalización de los vehículos alimentados por fuentes nuevas de energía”.
Se mantiene para este año el objetivo de eliminar la pobreza rural, que aún afecta a 5,51 millones de personas. Será un logro especialmente simbólico ante el centenario, el año que viene, de la fundación del Partido Comunista de China. No será posible, por contra, lograr su objetivo complementario: doblar para este año el nivel de vida del ciudadano medio con respecto a 2010, algo que requeriría un crecimiento del 6%.
La sesión de la Asamblea Nacional Popular se celebra cuando vuelven a dispararse las tensiones entre Pekín y Washington. Los roces en torno al origen de la pandemia y el resurgir de su rivalidad tecnológica han despertado el temor sobre el futuro del acuerdo comercial entre los dos gigantes mundiales. Li lanzó un mensaje de tranquilidad, en su única referencia al país rival: “trabajaremos con Estados Unidos para aplicar la primera fase del acuerdo”.
El presupuesto de Defensa crece un 6,6%
El presupuesto para este año, presentado también en la ceremonia inaugural, prevé un aumento del 6,6% en el gasto de Defensa, que se situará en los 1,26 billones de yuanes (unos 161.000 millones de euros). Es un descenso con respecto al año pasado, cuando el crecimiento de la partida fue del 7,5%, hasta los 1,19 billones de yuanes, y el menor incremento en tres décadas. Con todo, es un espaldarazo al Ejército Popular de Liberación, en un contexto de vacas flacas económicas, y pone de relieve la importancia que Pekín asigna al gasto militar ante lo que percibe como crecientes amenazas a la seguridad. Con esta inversión, China se mantiene como segundo país del mundo por inversión militar, aunque muy por detrás de Estados Unidos, que este año tiene previsto un gasto de 738.000 millones de dólares (673.000 millones de euros).
“Profundizaremos las reformas en nuestra defensa nacional y nuestras fuerzas armadas, aumentaremos nuestra capacidad logística y de apoyo a los equipos, y promoveremos el desarrollo innovador de ciencia y tecnología relacionada con la Defensa”, aseguró Li en su discurso. En un informe interno, el Ministerio de Seguridad del Estado ha advertido de un posible aumento de la hostilidad hacia China por la pandemia de coronavirus, que ha tenido la ciudad de Wuhan como foco original.
Pekín ha aumentado sus maniobras militares en torno a Taiwán desde el triunfo electoral de Tsai en enero, y continúa sus actividades en el mar del Sur de China, donde reclama la soberanía de la mayor parte de sus aguas y mantiene roces ocasionales con buques estadounidenses que patrullan la zona. China asegura que su gasto en defensa es necesario para modernizar su Ejército y señala que su presupuesto representa menos del 2% de su PIB y es muy inferior al estadounidense. Pero su falta de transparencia, dado que no desmenuza las partidas, hace que las cifras que declara se pongan en duda en el exterior. El Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI) calcula que la inversión militar del país alcanzó el año pasado los 261.000 millones de dólares (238.000 millones de dólares).
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