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Dos rehenes occidentales son liberados en Malí

Los cooperantes, una canadiense y un italiano, fueron secuestrados hace 15 meses en Burkina Faso

José Naranjo
El italiano Luca Tacchetto y la canadiense Edith Blais a su llegada al aeropuerto de Bamako este sábado tras su liberación.
El italiano Luca Tacchetto y la canadiense Edith Blais a su llegada al aeropuerto de Bamako este sábado tras su liberación.MICHELE CATTANI (AFP)

Una ciudadana canadiense y un italiano secuestrados en diciembre de 2018 en Burkina Faso han sido encontrados este viernes en el norte de Malí y se encuentran en buen estado de salud. Se desconoce si fueron liberados por sus captores o si lograron escapar, como aseguran algunas versiones. Se trata de Edith Blais y Luca Tacchetto, secuestrados cuando se dirigían en coche desde la segunda ciudad de Burkina, Bobo Dioulasso, hacia la capital, Uagadugú, para unirse a la ONG Zion’Gaïa, y que fueron posteriormente trasladados a Malí.

Los dos jóvenes, de unos 30 años de edad, aparecieron este viernes en el campamento militar de la Misión de Naciones Unidas en Malí (Minusma) de Kidal, vestidos con ropas tuaregs. Según las primeras informaciones fueron trasladados allí por un vehículo civil. La agencia AFP asegura que lograron escapar de sus secuestradores y que posteriormente detuvieron a ese coche y le pidieron al chófer que les llevara al puesto de Minusma. Sin embargo, otras fuentes apuntan a una liberación. Ambos serán trasladados en avión hasta la capital maliense, Bamako, este sábado para su posterior repatriación.

Edith Blais es originaria de la ciudad de Sherbrooke, a unos 160 kilómetros al oeste de Montreal, mientras que Lucas Tacchetto procede de Venecia. Otro ciudadano canadiense, Kirk Woodman, secuestrado en enero de 2019 cuando estaba en las instalaciones de una mina en Burkina Faso fue hallado muerto días más tarde, un asesinato reivindicado por el pujante Estado Islámico del Gran Sahara (EIGS) lierado por Abu Walid Al Saharaui. Se desconoce la autoría del secuestro de Blais y Tacchetto, aunque todo apunta a que en última instancia pudieron caer en manos del Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM), liderados por el maliense tuareg Iyad Ag Ghali.

Precisamente, Ag Ghali es uno de los líderes terroristas con quien el Gobierno de Malí ha abierto una vía de diálogo con el objetivo de reducir la violencia en este país africano, inmerso en una grave crisis desde 2012 que no hace sino empeorar. Hace tan solo unos días, el líder yihadista respondió que estaba dispuesto a dialogar si se cumplían dos condiciones previas, la salida del país de las tropas de Minusma y de Barkhane, el operativo militar francés que lucha contra el terrorismo en el Sahel. Estas condiciones no han sido aceptadas de inicio por el presidente maliense, Ibrahim Boubacar Keita, aunque el diálogo no se ha roto.

Desde 2015, Malí, Burkina Faso y Níger se enfrentan a un espectacular incremento de la violencia protagonizada por un puñado de grupos yihadistas, de un lado, y por los propios ejércitos nacionales y grupos paramilitares, de otro. Este conflicto, en el que distintas comunidades se han visto envueltas, costó la vida a casi 5.000 personas solo el año 2019 y ha provocado un éxodo de un millón de personas, entre desplazados internos y refugiados.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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