Los riesgos de la guerra asimétrica
La infraestructura petrolera saudí ha sido objeto de una escalada de ataques asumidos por los Huthi
Un enjambre de drones ha reducido a la mitad la producción de petróleo de Arabia Saudí. El ataque que el pasado sábado tuvo como blancos la mayor instalación de procesamiento de crudo del mundo, la refinería de Abqaid, y el segundo mayor campo petrolero del país, en Khurais, disminuyó la producción de Saudi Aramco en 5,7 millones de barriles por día, lo cual constituye alrededor del 5% de la producción total mundial.
Aramco necesitará semanas para restaurar la producción a sus niveles habituales, pero de momento no existen temores de una reducción en el suministro mundial de petróleo. La compañía saudí tiene millones de barriles en tanques de reservas en el reino y en tres ubicaciones estratégicas (en Róterdam, en los Países Bajos; Okinawa, en Japón; y Sidi Kerir, en la costa mediterránea de Egipto), que le permitirán mantener a sus clientes abastecidos durante semanas.
Por otro lado, la Agencia Internacional de Energía (AIE) ha afirmado estar monitoreando la situación en colaboración con las autoridades saudíes y los principales productores y consumidores de petróleo para asegurar que los mercados siguen abastecidos. Por su parte, el Departamento de Energía estadounidense se ha declarado preparado a utilizar sus propias reservas para compensar cualquier interrupción en el suministro.
Más de temer sería una escalada político-militar. En los últimos tiempos, la infraestructura petrolera saudí ha sido objeto de una escalada de ataques asumidos por los Huthi de Yemen, quienes desde 2015 resisten una ofensiva militar liderada por Arabia Saudí. La justificación de dicha ofensiva era el apoyo que los Huthi recibían de Irán, pero la intervención no ha hecho más que aumentar la influencia iraní en su pobre vecino del sur, y hay pocas dudas de que los drones utilizados por los Huthi han sido suministrados por Teherán.
Paralelamente, las tensiones entre Irán y EE UU han aumentado desde que Donald Trump retirase a su país del acuerdo nuclear con Irán y reimpusiese duras sanciones contra la República Islámica. Ataques previos ya habían sido atribuidos a Irán, que los estaría utilizando como una forma de presión. En esta ocasión, el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, fue rápido en acusar a Irán de lanzar “un ataque sin precedentes contra el suministro de energía del mundo”.
Este último incidente expone la vulnerabilidad del suministro mundial de crudo ante ataques de naturaleza asimétrica. El sofisticado armamento que Arabia Saudí ha adquirido a gran coste de sus aliados occidentales es incapaz de garantizar la protección de sus instalaciones y sus buques contra los drones y las minas. Otra amenaza que no debe descontarse son los ataques cibernéticos, como los que atacaron la red informática de Saudi Aramco en agosto de 2012.
De momento, el país más afectado por el incidente es Arabia Saudí. El índice bursátil de referencia del reino, Tadawul, experimentó bajas de más de un 3% el domingo, borrando las ganancias de este año. Por otra parte, el incidente podría afectar la valoración de Aramco, que se prepara para la que se espera sea la mayor salida a Bolsa de la historia. No obstante, en un contexto de desaceleración económica, el posible aumento de los precios del petróleo podría tener repercusiones globales y aumentar las posibilidades de una recesión.
Ana Belén Soage es profesora de Ciencia Política en Suffolk University y EAE Business School. Este artículo ha sido elaborado por Agenda Pública para El País.
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