Finlandia centra su presidencia rotatoria de la UE en la crisis climática
El país quiere vencer las reticencias de Polonia, Hungría y la República Checa
La lucha contra el cambio climático fue la espina dorsal que permitió vertebrar un nuevo Gobierno progresista en Finlandia. El Ejecutivo, encabezado por el socialdemócrata Antti Rinne, se ha fijado como reto liberar por completo a su economía de emisiones de dióxido de carbono en 2035. El país, que a partir de este lunes ostenta la presidencia rotatoria de la UE, quiere extender ese modelo de gestión verde al resto del continente y atar antes de finales de año un acuerdo que comprometa a los Veintiocho a una economía descarbonizada en 2050.
Los jefes de Estado y de Gobierno fracasaron en el pasado Consejo Europeo en su pretensión de acordar esa histórica meta por la oposición de varios socios del Este de Europa (Polonia, Hungría y la República Checa) y las reticencias de Estonia. No obstante, en un encuentro con un grupo de periodistas en Helsinki, entre ellos EL PAÍS, Rinne consideró que “hay la posibilidad” de que esa posición pueda cambiar en los próximos meses. “No interpreté el debate en los términos de que [esos países] bloquearan el acuerdo, sino que necesitaban más información para ver cómo esa meta podía mejorar su economía”, sostuvo el primer ministro.
Finlandia tiene otro gran reto por delante: conseguir un acuerdo para el Marco Financiero Plurianual para el periodo comprendido entre 2021 y 2027, después de que la propuesta formulada por Rumania —que ostentaba hasta ayer la presidencia de la UE— soliviantara a varios países, entre ellos España. Fuentes del Gobierno finlandés explicaron que esa tarea puede ser una oportunidad para incorporar en esos presupuestos de la UE partidas para la economía verde que permitan vencer los recelos de Polonia, Hungría y la República Checa.
Esos tres países crecen a un ritmo muy superior al conjunto del conjunto de la UE, en especial Polonia y Hungría, que siguen experimentando tasas de crecimiento trimestrales de alrededor del 1,5%. A la vez, el desempleo en esos tres Estados está por debajo del 4%. Sin embargo, sus economías son muy dependientes de los combustibles fósiles y sus planes nacionales contra el cambio climático fueron tumbados por Bruselas por su falta de ambición.
El ministro de Exteriores, Pekka Haavisto (Los Verdes), explicó que Finlandia empezará a entablar contactos bilaterales con todos los países reacios a reducir las emisiones a cero en 2050 para “ver cuáles pueden ser los instrumentos” que necesitan para avanzar hacia ese objetivo. “Es un tema crucial para la UE y tenemos que lograr que esos países se unan al club. Si no lo conseguimos en Europa, será una mala noticia para la comunidad internacional”, añadió Haavisto.
El otro gran eje que quiere abordar la presidencia finlandesa también apunta, precisamente, a Hungría. Se trata de asegurar el cumplimiento del Estado de derecho dentro en el seno de los Veintiocho. “La Unión Europea es una unión de leyes y normas”, sostuvo la ministra de Asuntos Europeos, Tytti Tuppurainen. Y si en el caso de la lucha contra la crisis climática Finlandia se propone que el Presupuesto de la UE actúe como zanahoria, en este caso quiere que pueda ejercer de palo.
El Parlamento Europeo aprobó en enero una regulación para que la Comisión pueda bloquear, e incluso suspender, fondos comunitarios a países que con sus reformas socaven la independencia judicial o la lucha contra la corrupción. Pero esa carpeta no se cerró bajo la presidencia de Rumania. “Nos comprometemos a desarrollar los instrumentos del Estado de derecho: el diálogo (...) y el mecanismo dentro del Marco Financiero Plurianual”, anunció la ministra.
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