El campo manchego mira a Bruselas con preocupación
Los agricultores temen el recorte previsto en los fondos europeos, que hasta ahora han mitigado la despoblación y la falta alternativas en las zonas rurales
Al escribir “En un lugar de La Mancha”, Cervantes pensaba en Villanueva de los Infantes. Eso es al menos lo que dicen en este pueblo de 5.500 habitantes. El problema es la continuación de las famosísimas palabras del autor de El Quijote, la parte en la que decía no querer recordar el nombre de la localidad.
Así, olvidados, es como se sienten muchos en este punto recóndito de la provincia de Ciudad Real a pocos kilómetros de Andalucía. Según los cálculos del agricultor Juan Miguel Requena, Villanueva de la Fuente, el pueblo cercano donde él vive, registró el año pasado 70 entierros y solo siete nacimientos. “Los únicos negocios que funcionan en esta zona son las funerarias y las furgonetas de mudanzas. No podemos permitirnos que se vaya ni una persona más”, asegura este hombre de hablar pausado desde el bar de la plaza Mayor, que funciona como punto de encuentro.
Los últimos años no han sido fáciles por aquí. La sequía y la caída de precios de los cereales y el olivar han complicado las cosas para los que se dedican al campo. Pero cuando Requena mira al futuro, su mayor preocupación no procede de la climatología, sino de las decisiones que se tomen en los lejanos despachos de Bruselas. Las ayudas europeas, en torno al 30% de la renta de los agricultores, han contribuido a paliar los problemas de despoblación y baja rentabilidad a la que se enfrentan los hombres y mujeres del campo. Ahora, la UE se prepara para negociar unos presupuestos para el periodo 2021-2028 en el que estas ayudas están destinadas a perder peso. Y eso, dicen en Villanueva de los Infantes, puede ser la puntilla final para la zona. Requena —propietario de 300 hectáreas de secano dedicadas al cereal, olivar y almendros— fulmina en dos palabras la pregunta sobre el estado de ánimo reinante: “Estamos acojonados”.
Tras la parálisis previa a las elecciones en las que desde este jueves hasta el domingo están convocados 427 millones de ciudadanos europeos, la UE deberá decidir en qué va a gastar sus fondos los siete próximos años. Con el Reino Unido supuestamente a punto de marcharse y con unos países del norte que han dejado claro que no van a llenar el hueco que deja uno de los grandes contribuyentes netos, los Veintisiete tendrán que ajustarse el cinturón. Además, la Comisión ha adelantado que los nuevos retos del siglo XXI obligarán a destinar más dinero a asuntos como migración, fronteras exteriores, economía digital o transportes. De ello se deduce que la Política Agraria Común (PAC) —que entre 2014 y 2020 absorbió unos 408.000 millones de euros, el 38% del presupuesto global de la Unión— va a ir a menos.
La propuesta que el Ejecutivo de Jean-Claude Juncker lanzó el año pasado, que aún debe ser negociada, consistía en una reducción de los fondos de la PAC de entre el 3% y el 5% a precios corrientes; y del 12% al 15% en términos reales, es decir, descontando el efecto de la subida de precios. Lo que los funcionarios europeos consideran una leve caída supone en Castilla-La Mancha un golpe difícil de encajar.
“Sin la PAC, no habría barras de pan a 60 céntimos”, dicen en Asaja
“La PAC ha de tener un presupuesto suficiente. Al menos, igual al actual”, dispara nada más comenzar la charla el consejero de Agricultura castellano-manchego, el socialista Francisco Martínez. “La reducción para España es menor que la de los otros Estados miembros, con una ayuda por hectárea superior a la media. El ajuste está ligado a la modernización del sistema. La caída en la PAC será inferior al 5%, un resultado muy justo para los agricultores, teniendo en cuenta los retos del Brexit y las nuevas prioridades como migración y defensa”, responde una portavoz comunitaria. Desde el Real Instituto Elcano, Federico Steinberg destaca que la UE tiene ante sí prioridades que no pueden esperar, como inversiones tecnológicas. “Si no se apuesta por estar partidas, se corre el riesgo de perder fortaleza económica. Y en ese caso, sería incapaz de mantener las ayudas agrícolas a medio plazo”, concluye el investigador.
La pérdida de población de localidades como Villanueva de los Infantes muestra las dificultades a las que se enfrenta el campo. Pero estas habrían sido considerablemente mayores sin el dinero de la PAC, que inyecta en ayudas directas y desarrollo rural unos 6.500 millones de euros al año en 750.000 agricultores y ganaderos de España, de los que 110.000 están en Castilla-La Mancha.
“Estamos acojonados”, admite un agricultor sobre las negociaciones de la UE
Arturo Serrano, secretario general técnico de Asaja en esta región, considera la PAC un elemento “muy positivo” que ha logrado no solo mantener las rentas de los agricultores, sino también vertebrar todo el territorio español. Además, asegura, es una salvaguarda para que los consumidores tengan a su disposición alimentos seguros a precios razonables. “Para comprar una barra de pan a 60 céntimos o una lechuga a 90 es imprescindible la PAC. Los costes de producción de los cultivos se dispararían sin las ayudas europeas”, concluye el responsable de la asociación de jóvenes agricultores. “Sin la PAC, no tendríamos un sector agrícola moderno y competitivo como el actual, que ha supuesto regulación de mercados y seguridad jurídica para los agricultores”, abunda el consejero castellano-manchego.
Pese a las alabanzas de los beneficiarios, la PAC también tiene sus críticos, que cuestionan que una Europa con tantas tareas pendientes destine casi cuatro de cada diez euros al mundo rural. El think tank Bruegel insistía en un reciente post de su página en la necesidad de mejorar la distribución equitativa de los fondos y recordaba que, según los propios datos de la Comisión, el 20% de los agricultores europeos absorben el 80% de las ayudas. “Algunos estudios sugieren ineficiencias en la mejora de su impacto ambiental y la biodiversidad. [...] Las prioridades muchas veces son poco acertadas y su puesta en práctica es problemática”, añadía el investigador Nicolas Moës.
Mientras en Bruselas se discute cómo ahorrar costes y mejorar la eficiencia de las ayudas, en Villanueva de los Infantes se preguntan cómo les va a afectar el nuevo sistema. Por ahora hay muchos rumores, pero pocas realidades. El consejero Martínez pide beneficiar a los que viven y trabajan el campo frente a los terratenientes que se dedican a la “agricultura del sofá”. Serrano, de Asaja, recuerda las grandes diferencias entre unos y otros agricultores y pide que no se recorte a los más pobres, como los que se dedican al cereal. Por último, interviene el agricultor Juan Miguel Requena: “Dicen que no nos preocupemos, que la reducción solo será del 3%. Pero esa caída supone acabar con la rentabilidad de nuestras producciones. Gracias a la PAC seguimos existiendo, pero si reducen los fondos nos quedaremos sin ninguna oportunidad”.
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