Ucrania: bienvenidos a la política espectáculo
Con efectos teatrales y duelos virtuales, el cómico Zelenskiy y el presidente Poroshenko han convertido la campaña electoral en un 'show'
Como un duelo al amanecer. O una serie de retos, de esos que abundan en la Red. Las elecciones presidenciales de Ucrania del próximo domingo se han convertido en un reality show. Con dos protagonistas y millones de ciudadanos enganchados a los efectos teatrales que protagonizan la contienda entre Volodymyr Zelenskiy, un cómico sin experiencia política y favorito en todos los sondeos, y el actual presidente, Petro Poroshenko. Ambos se han embarcado en una competición ante las cámaras a través de vídeos, gestos televisivos y juego sucio con muy poco contenido político en un país de importancia geoestratégica para la Unión Europea, en plena tensión con Rusia y con una guerra latente en el Este que ha causado miles de muertos.
Poco después de arrasar en la primera ronda electoral, el pasado 31 de marzo, Zelenskiy lanzó un vídeo en las redes sociales retando al veterano Poroshenko a un debate electoral. Con un estilo y una producción de película, el actor, de 41 años, muy conocido por representar en una serie de televisión a un profesor que llega a presidente, contestaba así a una petición de Poroshenko. Pero la llevaba a su terreno. El debate debía ser en el estadio olímpico de Kiev, con capacidad para más de 70.000 personas y con una señal libre para todos los medios de comunicación. El presidente ucranio respondió con otro vídeo. Y aceptó el duelo. “Quieres un estadio. Tendrás tu estadio”, disparó el mandatario, de 53 años, sin arrugarse.
El veterano político ha entrado en el juego. Las encuestas dan a Zelenskiy entre un 60% y un 70% en intención de voto. Y Poroshenko, que ha perdido mucho apoyo por no lograr acabar con la corrupción que lastra el país ni con el conflicto en el Donbás, ha decidido que tiene poco que perder. Luchando por su supervivencia política también se prestó a la siguiente solicitud de Zelenskiy: una prueba de drogas y alcohol. Las cámaras de medio mundo captaron a ambos candidatos —en distintas clínicas— con las mangas levantadas para los análisis de sangre en la campaña electoral más surrealista que ha vivido Ucrania (45 millones de habitantes). Los resultados mostraron que ambos están limpios.
La trama tiene miga, reconoce Galina Istomina, estudiante de Comunicación en la Universidad Politécnica de Lviv, una ciudad al oeste del país en una de las pocas regiones en las que Poroshenko —que sucedió al prorruso Viktor Yanukóvich, derrocado por las movilizaciones sociales europeístas y por la transparencia de hace cinco años— venció en primera ronda. “Pero también nos está alejando de lo que debería ser un escrutinio a fondo de las propuestas de los candidatos”, lamenta la joven de 21 años. Su amiga Ira muestra un rosario de memes y caricaturas sobre los contendientes. También un brutal anuncio que ya investiga la policía en el que un autobús arrolla a Zelenskiy e insinúa que toma cocaína. No es el único elemento bajo el escrutinio: los servicios de inteligencia ucranios analizan si la campaña de Zelenskiy ha recibido fondos de Rusia; oscuras acusaciones tras las que muchos ven más bien una maniobra para desprestigiar al actor. Y todo ello con la amenaza de la injerencia rusa en forma de bulos, noticias falsas y desinformación.
“La realidad virtual gana sobre la realidad dura, y el entretenimiento político gana sobre el debate político”, analiza Volodymyr Yermolenko, del portal especializado Ukraine World. Pese a que Zelenskiy ya había insistido en que el debate debía celebrarse este viernes, y que solo así participaría, el pasado domingo Poroshenko se presentó en el estadio olímpico de Kiev para un duelo verbal que no se produciría. Y, jaleado por sus partidarios, transformó el evento en una mezcla de acto de campaña y multitudinario concierto de rock. Que, por supuesto, fue difundido a través de Facebook e Instagram.
Los analistas apuntan que a ambos candidatos les conviene esa estrategia. Zelenskiy, con un programa electoral más bien difuso y que se ha demostrado alérgico a dar entrevistas porque mantiene así a los votantes motivados. También porque con esas intervenciones virtuales evita explicar sus vínculos con el oligarca Igor Kolomoiski, implicado en un escándalo bancario y en cuyo canal se difunden los programas del cómico. El actor, que se ha definido como admirador del presidente francés, Emmanuel Macron, pero también del brasileño, Jair Bolsonaro, asegura que la relación entre ambos es puramente profesional. Pese a que distintas investigaciones periodísticas sitúan a varios de sus hombres de confianza en el equipo de Zelenskiy, afirma que el oligarca, autoexiliado en Israel, no tiene nada que ver con su campaña.
Poroshenko, que acusa el cansancio de los ciudadanos con la vieja élite política y que representa a la perfección esa línea borrosa entre los negocios y la política, está apurando el tiempo para reinventarse con una nueva imagen más cercana. Con una fuerte inflación y la pérdida de poder adquisitivo de los ciudadanos, los ucranios se sienten lejos del magnate de los dulces, que no ha convencido con sus discurso nacionalista patriótico y militarista —su lema es "Ejército, idioma, religión"—. Poroshenko tampoco ha sabido explicar ni capitalizar las reformas estructurales que su equipo ha emprendido.
Los ucranios votan este domingo en unas elecciones críticas. Y el penúltimo capítulo del show será, si todo sale según lo previsto, este viernes cuando Zelenskiy y Poroshenko se encuentren en el estadio olímpico de Kiev ante miles de personas para —esta vez sí— un debate político que puede transformarse en un combate de boxeo verbal. Un duelo televisado en la era de la política espectáculo.
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