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El riesgo de un Brexit salvaje causa tensión en el Partido Laborista

May depende de la oposición para sortear a los euroescépticos

El líder del Partido Laborista, Jeremy Corbyn, este miércoles en la Cámara de los Comunes. En vídeo, May pide una prórroga para el Brexit.Foto: atlas | Vídeo: EFE | ATLAS
Rafa de Miguel

Hay que leer entre líneas los movimientos suicidas de Theresa May. Su decisión de apostar por una prórroga corta del Brexit—hasta el 30 de junio— y condicionarla a que el Parlamento apruebe finalmente su plan, mantiene la amenaza de una salida salvaje de la UE, sin acuerdo. Pero el objetivo último de esa présión no son los euroescépticos conservadores. Al acotar el tiempo, May ha disipado cualquier posibilidad de un segundo referéndum o de que los diputados puedan fraguar alguna solución de compromiso. El ala dura de su partido, que no suma más de 20 irredentos, no tiene ya ningún incentivo para c respaldar a su primera ministra.

May deberá buscar las alianzas en un doble frente. En primer lugar, en sus socios parlamentarios del DUP. Los nacionalistas norirlandeses estarían encantados de perseverar en su empeño en derribar el plan del Gobierno, que contiene esa bestia negra llamada backstop, la salvaguarda irlandesa impuesta por Bruselas. Pero no son ajenos a la presión de comunidad empresarial de Irlanda del Norte, que anticipa un verdadero desastre económico para la región si se produce finalmente un Brexit sin acuerdo. En los últimos días habían reanudado las conversaciones con el Gobierno, y su líder, Arlene Foster, había sugerido que podrían cambiar su voto en un tercer intento.

Y en segundo lugar, y mucho más relevante, May debe intentar poner contra las cuerdas a aquellos diputados laboristas —nadie ha hecho un cálculo exacto, pero también se trataría al menos de un par de decenas—que pertenecen a circunscripciones electorales que votaron ampliamente a favor del Brexit en el referéndum de 2016. Muchos de ellos se esforzaban estos días en impulsar un acuerdo bipartidista para lograr una salida suave de la UE, lo que han llamado un “Brexit estilo Noruega”, que mantuviera al Reino Unido en la unión aduanera y acatara las normas del Mercado Interior. Desaparecida esa esperanza, esos diputados pueden plantearse si, para su futuro político, no es más conveniente respaldar el plan de May y decir a sus electores que ya están fuera de la UE.

Los dirigentes del Partido Laborista, con Jeremy Corbyn a la cabeza, no ofrecen muchas pistas claras de su verdadera estrategia. A regañadientes, se comprometieron a respaldar la opción de un segundo referéndum si fracasaba el plan de May. Mientras ese plan siga vivo, mantendrán ellos vivas también una serie de opciones voluntaristas. Corbyn se ha reunido en las últimas semanas con conservadores moderados para discutir su alternativa favorita, un Brexit suave. Y ha indicado que estaría dispuesto a respaldar la enésima moción presentada ante la Cámara, por la que, si el plan de May resultara aprobado, debería ser sometido a un nuevo voto de la ciudadanía. Pero en una muestra evidente de que Corbyn nada y guarda la ropa, ha advertido a la vez de que el laborismo mantendrá su voto en contra del acuerdo de la primera ministra. La oposición huele ya una debacle del Partido Conservador y la posible dimisión de May, así que pondrá presión sobre los suyos para que nadie rompa la disciplina. La diputada exconservadora Anne Soubry, recientemente incorporada al nuevo grupo centrista, The Independent Group, se escandalizaba ayer de que en el debate del Brexit se hubieran antepuesto siempre los intereses partidistas a los del país. Lo dijo en un Parlamento semivacío, durante un “debate de urgencia” solicitado por los laboristas al que pocos diputados se molestaron en asistir.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.

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