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El desorden mundial abre una nueva era de incertidumbre global

El rearme generalizado, la creciente asertividad rusa y china, Venezuela, Siria e Irán centran la conferencia de Múnich

Mike Pence y Angela Merkel, en la conferencia de seguridad de Múnich este sábado. En vídeo, declaraciones de Merkel.Vídeo: EFE / REUTERS-QUALITY
Ana Carbajosa

Sensación de fin de era. Es la vibración que emite este año la Conferencia de Seguridad de Múnich, que acaba este domingo en un clima de crispación internacional. Con el fracaso del tratado de armas nucleares de alcance intermedio (INF), vigente desde la Guerra Fría, los desencuentros trasatlánticos, la creciente asertividad rusa y china, Venezuela, Siria, Irán y el Brexit, la incertidumbre se dispara. Pero sobre todo, cunde la sensación de que los consensos y equilibrios labrados con mimo durante décadas se deshacen como azucarillos. Que nos asomamos a una nueva era política en la que las potencias rivalizan por un nuevo acomodo en un tablero geopolítico por definir.

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Lo dijo la canciller alemana, Angela Merkel, y lo repitieron en infinitas variantes mandatarios y expertos. “Vemos que la arquitectura que apuntala el mundo como lo conocemos es un rompecabezas que se ha roto en pequeños pedazos”, interpretó Merkel en un discurso muy ovacionado y en el que hizo una encendida defensa del multilateralismo, conscientemente ajena a los derroteros globales que caminan en dirección contraria. “Las estructuras con las que trabajamos son fruto de los horrores de la Segunda Guerra Mundial y ahora están bajo una intensa presión, porque los desafíos actuales nos exigen que las reformemos”, sostuvo ayer la canciller en la capital bávara.

A Merkel le siguió en el estrado el vicepresidente de EE UU, Mike Pence, con un discurso severo y amenazante, que evidenció la sima transatlántica que separa a los aliados. Rusia, Irán, Venezuela fueron los ejes de una intervención en la que pidió a la Unión Europea que compartiera las enemistades de Washington y enterrara la búsqueda de consensos. “Muchos de nuestros aliados de la OTAN necesitan hacer más”, dijo en alusión a la contribución europea a la Alianza Atlántica.

“Las normas y las instituciones [internacionales] se encuentran sometidas cada vez a más presión. Hay más imprevisibilidad”, dijo Jens Stoltenberg, el secretario general de la OTAN. Javier Solana, quien pasó 10 años al frente de la diplomacia europea y otros cinco como jefe de la Alianza, ofreció una nota de optimismo al resaltar que en esta conferencia se habla de “la defensa europea como algo aceptado por todo el mundo. Ya nadie lo pone en duda. Es una realidad”, constató Solana, que preside el Centro de Economía y Geopolítica Global de ESADE.

El anuncio de EE UU a principios de este mes de que se retiraba del tratado INF, acusando a Rusia de violarlo, es para los expertos un punto de inflexión, pero también una de las evidencias más tangibles del cambio sísmico en la geopolítica. El ex primer ministro sueco Carl Bildt lo compara con los fenómenos meteorológicos extremos relacionados con el calentamiento del planeta. “El cambio climático es gradual, pero también hay eventos extremos, que a su vez tienen su reflejo en el deterioro del clima”, cuenta a EL PAÍS Bildt, copresidente del European Council on Foreign Relations (ECFR). “Hace décadas construimos mecanismos de control de armas y queríamos crear un mundo multilateral. Eso ahora suena como un sueño lejano, mientras asistimos a un avance tecnológico preocupante”, piensa Bildt, en alusión a la carrera armamentística china y al uso de la inteligencia artificial en el sector de defensa. Este ha sido otro de los grandes ejes de preocupación de los cerca de 600 dirigentes y expertos en seguridad reunidos desde el viernes en Múnich.

Gas ruso

“Hay incertidumbre sobre un nuevo comienzo. Nadie quiere volver a los años cincuenta o sesenta; aquello era el salvaje oeste, sin tratados nucleares”, explicó en los márgenes de la conferencia Nicholas Burns, el que fuera subsecretario de Estado para Asuntos Políticos con George W. Bush. Burns cree que “el orden mundial puede ser renovado, pero es difícil hacerlo sin EE UU y el problema es que Trump no cree en la OTAN”.

Nord Stream 2, el proyecto para llevar gas directamente de Rusia a Alemania y que ha enfrentado a Berlín con socios de la UE, así como con EE UU, fue otro de los temas estrella de la cita. Merkel no tuvo reparo sin embargo en defenderlo. “Si durante la Guerra Fría importamos grandes cantidades de gas ruso, no sé por qué ahora es mucho peor”, dijo la mandataria, quien trató de tranquilizar a Ucrania asegurando que seguirá siendo un país de tránsito.

El control de armas, Nord Stream 2, Rusia, China o Irán han ocupado buena parte de las conversaciones en la capital de Baviera. Son lo que el analista Ian Bremmer ha llamado “los síntomas del nuevo clima geopolítico”, en el que “prácticamente todo se desmorona”. En él, Rusia, a su juicio, ejerce de la mayor fuerza revisionista del orden global, con sus esfuerzos por desestabilizar y deslegitimar las instituciones desde dentro, por ejemplo con el apoyo a movimientos populistas.

La magnitud de la transformación actual la dejaba por escrito Wolfgang Ischinger, anfitrión de la cita muniquesa. “El mundo no solo asiste a una serie de crisis grandes y pequeñas. Hay un problema mayor: la recolocación de las piezas clave del orden internacional. Se ha abierto una nueva era de competición por el poder entre EE UU, China y Rusia, acompañada de un cierto vacío de poder”. Ischinger recurrió además a una ilustrativa cita del pensador sardo Antonio Gramsci para describir el escenario actual: “La crisis consiste en que lo viejo está muriendo y lo nuevo no es capaz de nacer. Lo que resulta en el interregno es una enorme variedad de síntomas mórbidos”.

O como lo expresó en Múnich el ministro de Defensa británico, Gavin Williamson: “El mundo se está volviendo un lugar más peligroso y oscuro y es importante que permanezcamos juntos”. En su caso, fuera de la Unión Europea, claro.

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Sobre la firma

Ana Carbajosa
Periodista especializada en información internacional, fue corresponsal en Berlín, Jerusalén y Bruselas. Es autora de varios libros, el último sobre el Reino Unido post Brexit, ‘Una isla a la deriva’ (2023). Ahora dirige la sección de desarrollo de EL PAÍS, Planeta Futuro.

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