El Ejército mexicano supo de la toma ilegal de gasolina casi cuatro horas y media antes de la explosión
El Gobierno reconoce que los refuerzos de los 25 militares desplegados en un inicio no llegaron hasta dos horas y media después de tener constancia de la fuga
El secretario de la Seguridad, Alfonso Durazo confirmó este domingo que el ejército mexicano tuvo conocimiento de la existencia de una fuga resultado de una toma ilegal a las 14:30, casi cuatro horas y media antes de la explosión en Tlahuelilpan, que ha causado la muerte de al menos 91 personas y más de 50 heridos.
En un primer momento, las autoridades habían dicho que se tuvo conocimiento de la toma ilegal a las 5 de la tarde. Dos reporteros de EL PAÍS constataron el día después de la tragedia, por boca de soldados que hablaron bajo condición de anonimato, que el primer grupo de militares detectó la fuga en torno a las dos de la tarde. Según la cronología que Durazo ha desarrollado este domingo, “el viernes a las 14:30, SEDENA [la Secretaría de Defensa] detecta una toma clandestina. A las 15:45 se aglomera ya una parte de la población y personal militar conmina a esta población a retirarse (…) A las 17 horas arriba personal de gendarmería. A las 17:30 llegan refuerzos de Sedena que insisten en el llamado a la población a retirarse (..) y a las 18:52 los bomberos Tlahuelilpan reciben reporte de incendio por reporte de toma clandestina”, dijo Durazo.
El general Luis Sandoval aclaró posteriormente que fueron 25 elementos los primeros en identificar la toma clandestina pero que “inicialmente salía muy poco combustible” pero que luego empieza a aumentar el chorro hasta alcanzar los seis o siete metros de altura. Ellos son los primeros que quieren frenar a la gente. El militar señaló incluso que a las 5 de la tarde, casi dos horas antes de la explosión, llegaron los relevos de los soldados y nuevos efectivos de la gendarmería y de la policía federal –unos 60, detalla el general Sandoval-, claramente insuficiente para detener a la población que se acumulaba junto a la toma y que, según han estimado las autoridades, oscilaba entre 600 y 800 personas.
En la rueda de prensa de la mañana del domingo, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, admitió que se mejorarán y perfeccionarán los protocolos de actuación del Ejército, tras el estallido del oleoducto de Hidalgo, y, al mismo tiempo, defendió el papel de la fuerza pública sobre la que insistió: “Actuó muy bien".
“Existe un protocolo y se aplicó aunque no vamos a dejar de mejorarlos y perfeccionarlos, pero no quiero que se piense que se actuó mal”, dijo en referencia a los policías y soldados que localizaron la fuga varias horas antes de su explosión y que observaban desde la distancia la escena. “Hicieron lo que tenían que hacer (…) Sería más complicado si hubieran tratado de impedir a la multitud lo que estaba haciendo. Todo mi apoyo al Ejército. Hay quienes sugieren que se debió reprimir. Eso no, porque hay que resolver las cosas de fondo” insistió. Según López Obrador, “estas prácticas se van a desterrar con el apoyo de la gente y con opciones (programas sociales)”.
Según el mandatario, la catástrofe se debió a que en el municipio existía la creencia de que el robo de combustible no tiene riesgos porque estaban tan familiarizados con esta práctica, que “cavaban fosas cerca de los ductos hacia donde desviaban el combustible”, que luego era envasado para su transporte, dijo para explicar la naturalidad con la que actuó la población.
Sobre la investigación, el fiscal general mexicano, Alejandro Gertz, reconoció la dificultad debido a que la explosión fue de tal magnitud “que solo quedó el terreno”, por lo que serán determinantes las entrevistas con la población. Según el fiscal, la fricción de la ropa de la masa de gente en torno al potente chorro de gasolina pudo provocar la chispa que hizo saltar todo por los aires. Sin embargo, aclaró que “se trata solo de una hipótesis más de uno de los peritos”. Según Gertz, que solo lleva 48 horas en el cargo, hasta el momento no se han detectado armas entre los vecinos y la investigación se centrará “en perseguir a quien causó la tragedia y no en victimizar a las comunidades”.
La explosión la tarde del viernes de un ducto de gasolina en Hidalgo que estaba siendo ordeñado por entre 600 y 800 personas ha servido para exhibir el rostro más cruel del robo de gasolina y para que López Obrador insistiera en que no variará un ápice su estrategia anticorrupción.
Desde la catástrofe, la tarde del viernes, ha dado tres ruedas de prensa de casi hora y media cada una; se prevé que dé otra la tarde del domingo y el lunes, su tradicional conferencia de las siete de la mañana. En todas ellas, acompañado de sus principales ministros y generales, ha insistido en que continuará su lucha por frenar el robo de combustible. “Vamos a relanzar Pemex y hacerla una empresa estratégica”. “No voy a dar un paso atrás, no voy a ceder en la lucha contra la corrupción. Quiero ser parte de la transformación de México”, dijo la mañana del domingo.
Según la empresa petrolera Pemex, el año pasado había 12.500 puntos de extracción ilegal de gasolina como este. Municipios enteros del centro de México viven de una práctica que ahoga a la compañía estatal, pero que alimenta miles de bocas en los municipios rurales por donde pasa el codiciado tubo. Y Tlahuelilpan, el lugar de la tragedia, es un buen resumen de esta práctica. En este pueblo del centro del país de casi 20.000 habitantes, seis de cada 10 vecinos son pobres, según datos oficiales, y en el último año se habían localizado otros 10 pinchazos en el mismo ducto.
“Quienes se dedicaban a esto están recapacitando sobre lo sucedido y van a aceptar el llamado a que todos nos portemos bien”, dijo López Obrador, quien prometió un importante paquete de ayudas sociales que llegará “a más de un millón de personas”, como alternativas para la población joven de la región. Un dato que llama la atención es la juventud de las víctimas; 50 de los 80 heridos son jóvenes de entre 15 y 34 años y, entre ellos, hay un niño de 12 años.
En este contexto de austeridad y transformación del país, el presidente insistió en que no utilizará el helicóptero para desplazarse a tragedias como la de Tlahuelilpan. Fiel a su estilo, llegar por carretera al lugar del siniestro le permitió lanzar un aviso. "Pude ir viendo que hay gasolinerías que están vendiendo por encima del precio promedio. Hago un llamado a los concesionarios a que se cuiden porque conocemos los márgenes de utilidad. Se están quedando con el doble del margen promedio. Ahí queda eso, que sepan que estamos pendientes”, advirtió.
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