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Congo aguarda el ocaso de la era de Joseph Kabila

Los congoleños siguen con desconfianza el recuento de votos de unos comicios plagados de incidentes tras 18 años de mandato del presidente saliente

Agentes de la comisión electoral cuentan votos en medio de un apagón este domingo en Lubumbashi. En el vídeo, resumen de la jornada electoral.Vídeo: AFP / ATLAS

La República Democrática del Congo se prepara para el posible ocaso de la era de Joseph Kabila, que ha controlado el país durante los últimos 18 años. Tras unos comicios plagados de incidentes, los congoleños aguardan desconfiados a que la Comisión Electoral anuncie el resultado y al nuevo mandatario del país africano. Los votos de la carrera presidencial, turbia y desordenada, aún se están contando y la oposición espera que pongan fin a la etapa del rais.

Con una imagen totalmente distinta del joven e inexperto que llegó al poder en 2001, el presidente saliente, Joseph Kabila, se prepara para una retirada a la sombra del poder, que confía en mantener a través de su delfín, Emmanuel Ramazani Shadary. Una barba blanca sustituye ahora a la cabeza rapada y mentón descubierto del Kabila que, en 2006, se presentaba a las primeras elecciones –tras sustituir años antes a su padre, Laurent-Désiré Kabila, asesinado en un país en guerra- con un acuerdo de paz bajo el brazo, baños de masas esperanzadas en los mítines y una enorme popularidad.

Ahora, cuando ya ha superado en dos años un mandato que expiró en 2016, no ha podido volver a presentarse, pero mantiene las riendas de su formación política (Partido del Pueblo para la Reconstrucción y la Democracia) y del país mientras su imagen de pacificador se transforma en la de un represor.

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Joseph Kabila Kabange, el hombre enigmático que se refugia en el silencio, creció camuflándose. En Tanzania, rodeado por los rebeldes que lideraba su padre, aprendió a ser militar, a ser clandestino, sin dejar de estudiar –asistía a la escuela francesa de Dar es Salam con un nombre falso para no sufrir las represalias de la dictadura de Mobutu Sese Seko-. El excéntrico Sese Seko, en el poder gracias al apoyo occidental, monopolizaba entonces la política, la vida y la historia del país, que él llamó Zaire y que Kabila padre renombró República Democrática del Congo cuando le derrocó, en 1997. Kabila hijo lucha con las tropas de su padre cuando la rebelión tumba a Mobutu.

En 2006, muchos congoleños veían en él al hombre que podía sacarles de la guerra. Ahora, en cambio, le persiguen las acusaciones de que se aferra al poder y se ha convertido en un dictador. Cuando en 2001 asesinaron a su padre, a Joseph Kabila, con 29 años, le tocó inesperadamente tomar las riendas de un país enorme en guerra, asombró al mundo y a los congoleños con su paso claro y decidido hacia la paz. Abrió negociaciones con los diferentes grupos armados y los países vecinos implicados en el conflicto, firmó con ellos el fin de la guerra –aunque siempre ha seguido en el este del país-, y formó un Gobierno de transición que condujo hasta las primeras elecciones multipartidistas de la historia de Congo. Por eso, en 2006, entre la pegadiza melodía de campaña que sonaba a todas horas repitiendo su nombre en los autobuses, en los mercados y en las calles se hablaba de Kabila como “el arquitecto de la paz”.

Una década y media más tarde, sin embargo, Kabila se ha hecho mayor, más rico y menos popular. Ahora, junto a su familia, es propietario de más de 700 kilómetros cuadrados de tierra y de 80 empresas de todos los sectores estratégicos –minería, construcción, telecomunicaciones…-. La fortuna de Joseph Kabila ha sumado muchos ceros desde 2003, cuando firmó la paz. Con este imperio, el rais se prepara ahora para transferir la presidencia tras resistirse durante dos años a convocar unas elecciones a las que no podía presentarse. El candidato que cuenta con su apoyo y el de las estructuras que dependen de él es su delfín, Ramazani Shadary, el exministro del Interior que supervisó la brutal represión de las manifestaciones contra el Gobierno el año pasado. Las protestas exigían el fin del mandato de Kabila. Shadary le es próximo y fiel y representa, para muchos congoleños, la continuidad de su jefe.

Ante Shadary, solo dos candidatos tienen posibilidades, en unas votaciones, las del domingo 30 de diciembre, que han estado marcadas por las incidencias y la opacidad. Con un Félix Tshisekedi menos sólido que su padre –heredó el partido tradicional de la oposición de su progenitor, Étienne Tshisekedi, que murió el año pasado-; solo la irrupción de Martin Fayulu, el nuevo hombre fuerte de la oposición, está desafiando la presidencia en el recuento, cuyos resultados provisionales están previstos para el 6 de enero.

Tanto la candidatura de Shadary como la oposición se consideran ganadores de las elecciones mientras surgen sospechas de fraude. La conexión a Internet se ha visto interrumpida este lunes, y activistas congoleños denuncian una supuesta estrategia de censura de la coalición oficialista para manipular el recuento a su favor, informó la agencia Efe. Al menos cuatro personas murieron en el este del país durante la jornada electoral, incluidos un votante y un agente de seguridad que le había disparado y que fue apaleado mortalmente por la multitud.

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