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Una Intifada latente despierta en Cisjordania

El repunte de ataques y represalias amenaza con desatar una ola de violencia en el territorio palestino

Policías palestinos practican una detención en Hebrón en las protestas convocadas por Hamás.
Policías palestinos practican una detención en Hebrón en las protestas convocadas por Hamás.Hazem Bader (AFP)

Las imágenes del cadáver de un recién nacido envuelto en un manto de oración judío en Jerusalén y de los cuerpos de dos jóvenes soldados cubiertos por mantas tras sendos atentados con armas de fuego han conmocionado a la sociedad israelí. Los vídeos de las patrullas del Ejército a pleno día en las calles de Ramala y de las redadas nocturnas en busca de sospechosos han devuelto a los palestinos los peores recuerdos de la ocupación. El repunte de las acciones armadas y de las consiguientes represalias, en las que cinco supuestos atacantes han sido abatidos a tiros por las fuerzas de seguridad, amenazan desde hace una semana con despertar una Intifada latente en Cisjordania y desencadenar otra ola de violencia descontrolada en el conflicto más antiguo de Oriente Próximo.

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, que ahora concentra también en sus manos la cartera de Defensa, ha ordenado a las tropas que multipliquen las detenciones administrativas indefinidas —sin necesidad de acusación formal ni intervención judicial— y que aceleren las demoliciones de las casas de los autores de los atentados. Cuarenta palestinos, en su mayoría vinculados a Hamás, según el Ejército israelí, fueron arrestados en la madrugada del viernes en Ramala y sus alrededores en una masiva intervención de las fuerzas de seguridad. La localidad colindante de Al Bireh, donde se sospecha que se ocultan los autores de la muerte de los dos soldados desde el jueves, quedó sellada por las tropas. “Quien nos ataque lo pagará caro”, advirtió Netanyahu, “y nuestros enemigos lo saben bien”.

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“Israel intenta atemorizar al pueblo palestino con estas patrullas y redadas”, aseguraba en el paso de Qalandia —entre Jerusalén y Cisjordania— ante un grupo de periodistas extranjeros Nabil Sahat, asesor internacional del presidente palestino. “Son una violación de los Acuerdos de Oslo. En el área A [zona cisjordana donde se halla Ramala] los israelíes tienen prohibido el paso sin permiso de la Autoridad Palestina, que mantiene la coordinación de la seguridad. El Ejército ha invadido las calles. Ha sido una orden impuesta y sin negociación”.

Los dirigentes de los más de 400.000 israelíes que habitan los asentamientos en Cisjordania se movilizaron de inmediato tras el mortífero tiroteo del jueves en una parada de autobús cercana a la carretera 60. Han exigido al Gobierno que los palestinos no puedan transitar por esa vía que atraviesa de norte a sur el territorio ocupado. Colonos armados con fusiles de asalto se concentraron en el lugar del atentado mientras las ambulancias evacuaban a los dos heridos: un soldado que se halla en estado crítico y una civil.

Líderes de los colonos, como el diputado nacionalista radical Bezalel Smotrich, presionan a Netanyahu para que decrete la deportación a la franja de Gaza de los autores de los ataques. Por ahora, el primer ministro les ha ofrecido la legalización de más de 2.000 viviendas, construidas sin autorización del Ministerio de Defensa en 66 colonias salvajes de Cisjordania.

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La tensión que se ha disparado en los últimos días tuvo su origen el pasado domingo en el asentamiento de Ofra, donde hombres armados tirotearon desde un vehículo en marcha a los israelíes que se encontraban en una parada de autobús al pie de la misma carretera 60. Entre los siete heridos de bala se hallaba una mujer embarazada de siete meses, a la que los médicos tuvieron que practicar una cesárea para salvarle la vida. El bebé prematuro solo sobrevivió hasta el miércoles.

“Tenemos miedo por la seguridad de nuestros hijos y nuestras familias”, reconoce Aaron Lipkin, portavoz del asentamiento de Ofra, “pero ello no impide que creamos con fuerza que esta es la tierra prometida y el hogar del pueblo judío”. Con el convencimiento, asentado en una interpretación literal de la Biblia, de que Dios ha concedido a los suyos esas colinas y barrancos, Lipkin sostiene que “el Estado de Israel debe anexionarse de forma oficial Judea y Samaria [nombres bíblicos de Cisjordania] para que los que viven en esta zona puedan llevar una vida normal”. Las Fuerzas Armadas se hallan en estado de máxima alerta en Cisjordania y han desplegado batallones de refuerzo para proteger las colonias.

Mientras tanto, centenares de israelíes expresaban en la mañana del viernes su duelo en los funerales de Yosi Cohen, de 19 años, y Yuval Mor-Yosef, de 20 —los dos soldados que murieron tiroteados el jueves en un atentado en Cisjordania—. Por la tarde, el palestino Mahmud Najle, de 18 años, caía abatido a causa de un disparo de las tropas cerca de Ramala. Najle participaba en una de las marchas de una jornada de la ira convocada por Hamás tras la muerte, el mismo jueves, de cuatro palestinos acusados de haber protagonizado ataques.

Las protestas, que desembocaron en choques con el Ejército en las principales ciudades de Cisjordania, se saldaron con un centenar de manifestantes heridos. En la frontera de Gaza, el Ministerio de Sanidad contabilizó 284 heridos, de los que 152 tuvieron que ser hospitalizados, entre ellos 75 que presentaban impactos de bala.

En un nuevo ataque en Cisjordania, un soldado israelí sufrió lesiones graves al ser apuñalado por un palestino en el puesto de control militar de Beit El, asentamiento judío situado a las afueras de Ramala.

Las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina reprimieron el viernes con dureza en Hebrón y Nablus manifestaciones conmemorativas por el 31º aniversario de la fundación del movimiento islamista Hamás, que desde 2007 gobierna de facto en Gaza tras haber desalojado del poder por la fuerza a los dirigentes de la Autoridad Palestina del partido nacionalista laico Fatah. Hamás había obtenido una clara victoria en las urnas en las legislativas celebradas en 2006. Uno de sus bastiones electorales fue entonces la ciudad de Hebrón.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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