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La búsqueda de algo que se parezca a un resto humano bajo las cenizas de Paradise

Cientos de voluntarios y militares han hallado 63 cadáveres entre los restos del incendio mientras la lista de desaparecidos se dispara a más de 600

Búsqueda de restos humanos entre los escombros de Paradise, California, el miércoles.Vídeo: JOSH EDELSON (AFP) / REUTERS-QUALITY
Pablo Ximénez de Sandoval

Hay una lista en Paradise que no es de muertos, sino de desaparecidos. Personas a las que sus familiares no encuentran desde el pasado jueves. Cada día que pasa y esa lista no baja, el trabajo se hace más macabro para cientos de militares y voluntarios de antropología forense que han llegado a esta localidad de California para intentar encontrar a las víctimas del incendio más letal y destructivo de la historia del Estado. Son los únicos que caminan ya por esta ciudad, entre chatarra, ceniza y un humo blanco asfixiante, como una niebla tóxica permanente.

Esa lista tenía 130 nombres el jueves por la mañana. Cuando el sheriff del condado, Kory Honea, dio esa cifra advirtió de que la información cambia cada hora y él no puede garantizar que sea definitiva. En la tarde del jueves, la lista se multiplicó hasta las 631 personas. El sheriff explicó que tenían más recursos a su disposición, por lo que estaban pudiendo revisar llamadas y avisos de búsquedas de familiares de las primeras horas del incendio. "Quiero que entiendan que el caos con el que lidiamos fue extraordinario", pidió Honea.

Las cifras de muertos cambian de la misma manera. El miércoles, estos equipos encontraron ocho cadáveres más, lo que eleva la cifra oficial de muertos a 56. El jueves, siete más, hasta un total de 63. Todo es provisional. El anterior récord de muertos en un incendio era de 29 y se produjo en 1933 en el centro de Los Ángeles. Casi todos han sido hallados dentro de las que fueron sus viviendas. El fuego empezó a las 6:29 del jueves y antes de mediodía había consumido toda la ciudad. El 80% de Paradise, una ciudad de 26.000 habitantes, ha desaparecido. La última cifra oficial: más de 9.700 casas destruidas, 11.862 estructuras en total.

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Por la mañana, los miembros de la Guardia Nacional desplazados a Paradise se organizan en grupos en el puesto de mando, situado en Tall Pines Entertainment Center, una bolera del centro de esta ciudad de vacaciones que ha sobrevivido milagrosamente al fuego. No hay punto de comparación para describir el estado de la ciudad. ¿Un bombardeo? ¿Un accidente nuclear? En Paradise ya no hay casas, solo montones de escombros, uno tras otro, durante kilómetros. Esqueletos de coches en las cunetas, como si aquí hubiera habido un frente de guerra. Todo envuelto en humo blanco tan denso que el sol es apenas un punto rojo en el cielo. El fuego se saltó caprichosamente algunas casas. Quizá una de cada diez, de pronto, aparece inmaculada en medio de la destrucción. Al lado de un McDonald's irreconocible están los arcos de la entrada sin daños. Junto a las cenizas de un restaurante llamado Mamma Celeste, los toldos de la terraza no ardieron.

Los equipos de rescate se organizan en grupos de hasta ocho personas que conducen por este paisaje en furgonetas. Es “una búsqueda dirigida”, explicaba el miércoles el sargento del sheriff local Steve Collins en el centro de mando. Solo van a direcciones donde vivían las personas de la lista de desaparecidos. Al llegar, comienzan a levantar uno a uno los trozos de metal y piedra de lo que fue una casa. También buscan por los alrededores, quizá esa persona salió de la casa y ahí le agarró el fuego. De pronto, se paran. Alguien avisa al agente del sheriff que los acompaña, que a su vez avisa a uno de los forenses voluntarios para que acuda a comprobar si eso fue una persona. De algunos de los cadáveres solo se han recuperado cenizas. Han sido identificados 47 de los 56. Para el resto hacen falta pruebas de ADN, y el sheriff no garantiza que se llegue a saber la identidad de algunos con toda certeza, dado su estado.

“Vamos a seguir buscando porque hay gente que depende de nosotros para encontrar a sus familiares”, dice el sargento Collins. “Es muy importante que si encuentran a sus familiares nos avisen, para que no perdamos recursos en buscarlos”. Las autoridades pensaban hacer pública el jueves la lista de desaparecidos para asegurarse de que no están buscando a nadie inútilmente. “Si alguien se ve en la lista, que nos avise”, pidió el sheriff Kory Honea. El sargento Collins asegura que solo sabe de un superviviente de la lista, una persona que se quedó en su casa y sobrevivió al fuego.

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Accesos cerrados

Porque cada día que pasa, además, Paradise permanece cerrado. Están cortados los accesos a toda la ciudad y sus pedanías. Más de 52.000 personas permanecen fuera de sus casas y solo 1.385 han sido acogidas en refugios de la zona. Mientras haya restos humanos que buscar, y para evitar robos, una semana después de salir con lo puesto nadie puede volver a ver si algún retazo de su vida se ha salvado del fuego. “No es solo el área del incendio, es la cantidad de casas” que hay que controlar. La zona del desastre es tan grande, con tantas casas, que es imposible garantizar el orden si se deja volver a la gente. Solo militares, policías, bomberos y periodistas conducen por las calles de Paradise.

“La magnitud y el caos de este suceso es sobrecogedor”, dice el sargento Collins cuando los periodistas le intentan sacar respuestas concretas. “Aún estamos preguntándonos cosas. Nunca habíamos visto algo así. Aún tratamos de entenderlo”.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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