El alemán Manfred Weber será el candidato conservador a presidir la Comisión Europea en 2019
El bávaro y líder del PPE en la Eurocámara competía contra el finlandés Alexander Stubb, más moderado
El alemán Manfred Weber ha sido elegido por una amplia mayoría como cabeza de cartel de los conservadores con vistas a las elecciones europeas del 26 mayo. Su elección convierte a Weber, de 46 años, en el Spitzenkandidat, es decir, el candidato principal de los conservadores para presidir la Comisión Europea y sustituir a Jean-Claude Juncker, una vez que se abra la carrera por la sucesión en los principales puestos de responsabilidad de la Unión, tras las elecciones. Esta elección es clave con vistas al rediseño de una Unión Europea necesitada de reformas y que atraviesa una crisis de popularidad que alimentan los populismos que se hacen fuertes en toda Europa.
Weber, un joven político bávaro, católico y europeísta convencido, ha derrotado al finlandés Alexander Stubb, más centrista y de 50 años, que no logró convencer a la mayoría de los delegados de los Estados miembros, que reunidos en Helsinki han emitido a lo largo de la mañana su voto secreto. Weber logró 492 votos, un 79,2%, frente a los 127 del finlandés. A Stubb, cosmopolita, políglota y muy deportista, se le considera un candidato algo exótico frente a Weber, garante de la estabilidad para muchos conservadores y capaz de integrar a todas las corrientes conservadoras, incluidas las más derechizadas, como la que gobierna en Hungría. Pablo Casado, el líder del Partido Popular y representante español en este congreso apoyó la candidatura de Weber, tal como había anunciado.
Weber conoce bien los engranajes comunitarios, ya que preside desde hace cuatro años la gran familia política popular en el Parlamento Europeo. Es además uno de los dirigentes de La Unión Social Cristiana (CSU), el muy conservador partido bávaro hermanado con los demócratas cristianos de Angela Merkel y con los que comparten coalición de Gobierno. El candidato triunfador en Helsinki pertenece al ala más moderada y centrista de la CSU. A sus 46 años, Weber representa a una nueva generación política, pero a la vez su imagen como fuerza renovadora es relativa. El político bávaro es la encarnación de la eurocracia bruselense, donde ha hecho gran parte de su carrera, en un momento en el que muchos ciudadanos manifiestan desapego por unas instituciones con las que dicen no conectar.
La emergencia populista a la derecha de los conservadores europeos ha abocado a los populares a una crisis de identidad ante la migración de votos hacia los partidos extremistas. La preocupación quedó bien patente en Helsinki, donde la amenaza populista estuvo presente en prácticamente todas las intervenciones y también en la resolución que aprobaron los delegados. “Los ciudadanos tienen miedos”, dijo el canciller austriaco Sebastian Kurz, un gran referente para muchos conservadores en la UE. “Pero la respuesta no puede ser el populismo sino el fortalecimiento del centro".
Pero la estrella del cónclave conservador fue sin duda la canciller Merkel, quien después de 18 años al frente de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) ha anunciado que lo deja, abriendo al puerta a una incierta transición en Alemania. Fue aclamada en Helsinki, donde con voz afónica dij: “Sabemos que el nacionalismo conduce a la guerra” y defendió la libertad de prensa, de religión y de las minorías. “Todo esto tiene que ser defendido”, añadió. Merkel, que ha mostrado en el pasado su apoyo a Weber, no mostró excesivo entusiasmo durante su intervención ante la perspectiva de que un alemán pueda presidir por primera vez en más de medio siglo la comisión. En Berlín cunde el convencimiento de que la canciller prefiere dejar todas opciones abiertas, a la espera de las elecciones europeas y de que comience el baile de sillas comunitarias.
La elección del Spitzenkandidat no convierte en automático el futuro nombramiento del candidato de la mayor familia europea como presidente del Ejecutivo comunitario. Fuentes europeas consultadas coinciden en que en estas elecciones el resultado está muy abierto y habrá que esperar a los resultados de los comicios en mayo para que arranque la verdadera negociación, con la correlación de fuerzas en la mano.
En última instancia, la decisión sobre el nombramiento recae en los jefes de Estado y de Gobierno de la UE, que debe ser aprobado en cualquier caso por el Parlamento. El presidente Emmanuel Macron es el máximo detractor del automatismo del Spitzenkandidat. Weber hace hincapié sin embargo en que aspira a “democratizar la UE” y ese proceso pasa a su juicio por respetar las candidaturas de la Eurocámara para ocupar la presidencia de la UE.
Los conservadores europeos hicieron en Helsinki un evidente esfuerzo por mostrarse unidos, pero en los discursos, en la resolución del congreso y en las preguntas de los periodistas quedó claro que la deriva antidemocrática húngara y la pertenencia del partido Fidesz del húngaro Viktor Orban a la gran familia popular europea es una evidente fuente de fricciones. Stubb ha sido el candidato más beligerante con Hungría, mientras que Weber concurría lastrado por la buena relación de su partido, la Unión Social Demócrata bávara (CSU) con Orban, quien este invierno fue por ejemplo invitado a un congreso de la formación bávara. En la conferencia de prensa posterior a la elección, Weber consideró que Hungría no es un caso aislado y prometió que si llega a presidir la Comisión Europea propondrá un mecanismo para sancionar a los Estados miembros que no respeten en Estado de derecho.
Más beligerante fue el actual presidente del Consejo, Donald Tusk, en su intervención ante el pleno. “Si no te gusta la libertad de prensa ni las ONG, si toleras la xenofobia, la homofobia, el nacionalismo y el antisemitismo, no eres un cristianodemócrata”, espetó. “Si sitúas al Estado y a la nación en contra o por encima de la libertad y la dignidad del individuo, no eres un cristianodemócrata”, añadió como parte de una lista de requisitos que a su juicio deberían cumplir los miembros de la familia conservadora.
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