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PARADA DE POSTAS
Columna
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Consultar al pueblo

Toca hacer un ejercicio mental, una readaptación, son otros tiempos

López Obrador participa en la consulta sobre el aeropuerto de México.
López Obrador participa en la consulta sobre el aeropuerto de México.SAÚL LÓPEZ (Cuartoscuro)
Gabriela Warkentin

Así lo dijo Andrés Manuel López Obrador (AMLO), presidente electo de México, en la conferencia de prensa en la que ratificó la cancelación de la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México en Texcoco. “Se acabó el predominio de una minoría; la decisión la tomaron los ciudadanos: es racional, democrática y eficaz”, continuó para anunciar que los esfuerzos por atender la saturación del actual aeropuerto de la Ciudad de México se enfocarían a mejorar éste y a adaptar el de Toluca y la Base Militar de Santa Lucía. Se habló de qué pasaría con las empresas afectadas y otros asuntos más técnicos pero que, honestamente, terminan siendo lo menos importante de todo lo que se dijo. Lo fundamental, para mi, está en esas palabras: toca hacer un ejercicio mental, una readaptación, son otros tiempos.

Suena casi a reeducación.

Mucho se ha discutido en estos días en México en torno a la consulta que convocó el gobierno electo para definir el futuro de la magna obra de infraestructura del (diluido) gobierno de Enrique Peña Nieto. Que si las mesas de consulta estuvieron ubicadas en municipios sin lógica representativa ni muestral, que si no había controles de seguridad y alguien podía votar las veces que quisiera, que si no había resguardo de datos personales, que si la pregunta estaba amañada, que si solo estaba votando un millón de personas para un país de más de 120 millones de habitantes, que si el futuro de una obra de tal complejidad no podía quedar en manos de “ciudadanos comunes”, y un largo y enardecido etcétera. Solo me temo que desde la perspectiva de estos cuestionamientos, el debate estaba perdido de antemano. Porque desde un principio debió de haber quedado claro que con la consulta, que terminaría validando la opción original de AMLO a favor de cancelar Texcoco, se buscaba mandar la señal de que viene otra forma de hacer política y de ratificar ante los poderes establecidos que la voz de mando había cambiado. Eso es lo que estaba en juego, el futuro del aeropuerto terminó siendo solo un (costoso) pretexto.

En una confrontación de narrativas, la que abraza al Nuevo Aeropuerto Internacional de México tiene todos los elementos de rechazo social que llevaron, entre otros, al triunfo de AMLO en las elecciones: se percibe como elitista (“es solo para los que pueden viajar en avión”) y eso alimenta el encontronazo ricos vs. pobres; se intuye inmersa en actos de corrupción; se lee como depredadora de las poblaciones locales y de los recursos naturales; se infiere como innecesaria dado el costo en un país con tantas carencias; se padece como decisión vertical de una cúpula poderosa que “desprecia al pueblo”. Ante ello no hay racionalidad que contra-argumente con solidez, porque razón y emoción se ubican en niveles discursivos diferentes. Y si agregamos a esto el crispado ambiente de brutal descalificación de cualquier crítica por bien informada que sea, no hay manera de encontrar un espacio de diálogo.

Por cierto, el más derrotado en esta confrontación de visiones de país es el (diluido) gobierno de Peña Nieto: la incapacidad sexenal de acercar los proyectos importantes al ánimo social, permite que se proyecten en él todos los elementos narrativos que generan rechazo. Derrotar al aeropuerto es volver a derrotar a Peña Nieto y es derrotar el vector que antecede al momento actual. Ya lo dijo AMLO: son otros tiempos.

Desde la crítica y la pluralidad deseables en toda democracia toca ahora afinar las estrategias: toca defender la verdadera consulta popular como mecanismo certero, avalado y riguroso para la expresión ciudadana con consecuencias aceptables (para que no se repita un bodrio como el de estos días aeropuertarios); toca entender los estados de ánimo sociales para articular mejor las narrativas en competencia; toca plantar cara a los intentos por cercar la disidencia.

Consultar al pueblo es una muy buena base de gobierno; consultarlo a modo, no. Definitivamente son otros los tiempos que corren. Pero deben serlo para todos. Toca entenderlo.

@warkentin

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