La oposición a la tala de un bosque de árboles milenarios reaviva el ecologismo alemán
Un periodista muere mientras cubría las protestas en Hambach contra el desalojo de activistas
Un periodista murió este miércoles al caer al vacío desde 15 metros de altura cuando cubría la protesta de unos ecologistas en Hambach (oeste de Alemania) encaramados a árboles milenarios para impedir la tala que impulsa una empresa para explotar en la zona una mina de lignito. Un portavoz de la policía confirmó que el hombre, que trabajaba para un blog, murió a consecuencia de las heridas que sufrió al caer desde un puente colgante entre dos árboles. Los equipos de emergencia y la policía que se encuentran en este bosque desde hace días a causa de las protestas practicaron al herido primeros auxilios, pero no se pudo hacer nada para salvar su vida.
La policía indicó que en el momento de la caída los agentes no estaban llevando a cabo ninguna operación para desalojar a los ecologistas y que se está investigando por qué el periodista escaló hasta esa altura.
La resistencia pacífica del colectivo Salvemos Hambach, que lucha para impedir la destrucción del bosque, ha quedado así. Después del accidente, el colectivo exigió que la policía ponga fin al desalojo. “Pedimos a la policía que abandone el bosque inmediatamente y detenga esta peligrosa operación. No se deben poner en peligro más vidas humanas”, escribió el grupo en su blog.
Desde el jueves pasado, el bosque entre Colonia y Aquisgrán ha sido despejado poco a poco mediante un gran despliegue policial. La empresa energética RWE tiene la intención de talar gran parte del bosque de Hambach para poder extraer lignito. Después del accidente mortal, la policía suspendió la evacuación.
Para impedir la deforestación planificada en Hambach, los ecologistas construyeron 50 casetas entre las ramas de los árboles a alturas de hasta 25 metros y empezaron a ocupar el bosque hace ya seis años. La acción de la policía desde la semana pasada ha logrado desalojar 39 de las 50 casetas. Desde el punto de vista de RWE, la deforestación del bosque de Hambach es inevitable para garantizar la producción de electricidad en las centrales eléctricas de lignito.
Antes de que comenzara la extracción de carbón, el bosque cubría 4.100 hectáreas; según RWE Power, un operador de minas a cielo abierto. Hasta la fecha se han despejado 3.900 hectáreas para la minería de carbón; ahora se abordará la extracción en una buena parte del bosque restante.
La oposición a la tala ha dado nueva vida al movimiento ecologista alemán y la resistencia pacífica del colectivo ha logrado gran atención mediática en Alemania. El número de activistas que, desde 2012, mantenían la ocupación simbólica del bosque es reducido -unos 150-, pero hasta que se complete el desalojo y se asegure la zona se prevé que pueden pasar varias semanas ante el apoyo espontáneo de la población.
El pasado fin de semana se concentraron en las inmediaciones del bosque entre 5.000 y 8.000 manifestantes, principalmente vecinos de la región, agricultores y ciudadanos llegados de núcleos urbanos renanos, como Colonia, Kerpen y Düsseldorf.
El desalojo se ampara en una orden de la Administración del Estado de Renania del Norte-Westfalia, que argumenta que esas construcciones en los árboles no se ajustan a las debidas normas de protección contra incendios y que ponen en peligro el bosque. Pero la actuación contra los resistentes en el bosque ha despertado una inédita solidaridad ciudadana. Los ecologistas han logrado reunir más de 500.000 firmas que piden al Gobierno regional que detenga la tala. Este jueves, diferentes organizaciones -entre ellas, Greenpeace- quieren entregar las firmas recogidas en Internet al primer ministro regional, Armin Laschet (CDU).
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.