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Numerosos incidentes enturbian las elecciones en Malí

El retraso en el reparto de los nuevos carnés biométricos y la violencia en el norte y centro del país africano impiden votar a miles de personas

José Naranjo
Soumaila Cisse, líder del partido opositor maliense URD, deposita su voto el 29 de julio de 2018.
Soumaila Cisse, líder del partido opositor maliense URD, deposita su voto el 29 de julio de 2018.HANDOUT

Incidentes violentos en el centro y norte de Malí e irregularidades y retrasos en el reparto de los nuevos carnés electorales biométricos en prácticamente todo el país. Los comicios presidenciales celebrados este domingo en Malí, que hasta la primera hora de la tarde del domingo no mostraban una gran participación, nacen rodeados de un enorme suspense respecto a quién llevará las riendas del país africano durante los próximos cinco años, si el presidente saliente Ibrahim Boubacar Keita (IBK), desgastado ante la opinión pública tras un decepcionante mandato pero aún sólido, o el aspirante Soumaïla Cissé, respaldado por los movimientos ciudadanos más ruidosos y con un perfil más técnico.

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“La verdad no necesita defensores, se defiende ella sola”. Bajo esta frase, quizás premonitoria y escrita en rojo en una pared del colegio Mamadou Goundo Simaga, en el barrio de Badalabougou de Bamako, la estudiante Aminata Traoré ha votado este domingo con inusitado entusiasmo por su líder, el presidente IBK. “No lo hago por dinero, ha hecho muchas cosas por este país. Antes, los militares no tenían ni buenos uniformes y muchos jóvenes han conseguido empleo gracias a su labor”, asegura. Son las nueve de la mañana (las 11.00 en la España peninsular) y la afluencia a este colegio electoral es aún escasa. “Quizás sea por la lluvia que ha caído temprano”, explica con un ápice de optimismo Mahamadou Koné, presidente de una de las mesas.

Sin embargo, a medida que los charcos van desapareciendo por el implacable sol de la mañana, el ambiente empieza a caldearse. El votante Amadou Dembelé llega con la intención de obtener su tarjeta electoral y poder ejercer su derecho, tal y como está previsto en la legislación maliense. Sin embargo, su carné biométrico, una novedad este año, no aparece. Aguissa Touré, observador del Tribunal Constitucional, confirma la existencia de “mucho desorden, numerosas anomalías” en el proceso de votación. “Si esto continúa así, mucha gente se va a quedar sin poder votar”, añade. Otro problema es que estas tarjetas, dotadas con un código QR, no estaban siendo procesadas de ninguna manera, todo era visual.

Al otro lado del río, en Sikoroni, Touré, taxista de profesión, se inclina por Soumaïla Cissé porque “IBK no ha hecho nada en estos años, es el momento de que deje lugar a otro”. Muestra orgulloso su dedo pintado de morado y decide quedarse un poco más a ver lo que pasa. Decenas de ciudadanos se agolpan frente a una ventana del colegio para intentar conseguir su tarjeta electoral. Son las 12.30 del mediodía (las 14.30 de la tarde en la España peninsular) y acaban de llegar, pero el coordinador está desbordado y no acierta a encontrarlas. “Está siendo un día muy triste, mucha gente ha vuelto a casa sin ejercer su derecho”, asegura Karim Tapili, representante de la Coalición de Defensa de la República (CDR) en este distrito.

A primera hora de la tarde, el Pool de Observación Ciudadana de Malí (POCIM), que ha desplegado más de 2.000 observadores por todo el país, confirma que las cosas no están saliendo como deberían y que en numerosos centros de votación no hay tarjetas electorales o están retenidas y que, además, numerosas personas están usando el voto por delegación para hacerlo en varias ocasiones. “No es un problema de organización, es un robo en toda regla. La mayoría presidencial no quiere que la gente vote por los candidatos de la oposición”, asegura Dauda Coulibaly en Sikoroni.

Con todo, los colegios abrieron a su hora, las urnas estaban allí y los representantes de los partidos políticos se presentaron a tiempo, así como miles de observadores nacionales e internacionales. Las elecciones han tenido lugar, al menos en Bamako, en las principales ciudades y en las regiones del sur. No se puede decir lo mismo de numerosos pueblos del centro y norte del país, donde se produjeron un sinfín de incidentes, desde robo de urnas en Tombuctú hasta ataques de grupos armados en Gandamia, cerca de Douantza, pasando por la quema de material electoral en Fatoma, cerca de Mopti. En Kidal y Aguelhoc, los grupos armados también han querido estar presentes a su manera en los comicios y han lanzado sendos ataques con obuses, sin causar víctimas.

Tras el cierre de las urnas se abre un periodo de suspense hasta la proclamación de resultados que en principio debería ser de unas 48 horas, pero que podría prolongarse legalmente hasta el próximo viernes. Todas las miradas están puestas ahora en los dos aspirantes a la Presidencia, IBK y Soumaïla Cissé, quienes antes de la jornada electoral se acusaron mutuamente de intento de fraude y de pretender torcer la voluntad del pueblo maliense. La probabilidad más barajada es que ambos se vuelvan a ver las caras en una segunda vuelta que tendría lugar el próximo 12 de agosto. Si IBK fuera proclamado en primera vuelta, se teme que se produzcan incidentes violentos. La resolución del enigma se resolverá en los próximos días.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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