Singapur, el fortín neutral donde se hará historia
Miles de efectivos de seguridad vigilarán la isla asiática durante el encuentro entre Trump y Kim Jong-un
Singapur está desconocida. La ciudad-Estado de 5,6 millones de habitantes ha visto alterado su tranquilo ritmo habitual para acoger el evento de mayor resonancia internacional que ha albergado jamás. Elegida como destino de la cumbre entre Donald Trump y Kim Jong-un el 12 de junio por su “neutralidad” y “seguridad”, según la Casa Blanca, la isla se ha preparado entre bambalinas para que nada falle –al menos por la parte anfitriona- en la primera reunión de la historia entre líderes de Estados Unidos y Corea del Norte.
“Esto va a dar a Singapur mucha publicidad. Aunque pueda ser un inconveniente para la gente, no nos importa”, decía con entusiasmo Eric, de 62 años, mientras filmaba en compañía de su mujer la entrada trasera del hotel St.Regis, en el que hacía unas horas se había instalado el dirigente norcoreano y su extensa comitiva. Kim fue el primero en aterrizar en Singapur el domingo, unas cinco horas antes de que lo hiciera Trump y dos días antes de su esperado encuentro bilateral. Con la llegada del mandatario norcoreano se acabó la armonía: cientos de efectivos de las fuerzas de seguridad tomaban el distrito comercial de Orchard, abarrotado durante el fin de semana y en el que también se encuentra el hotel Shangri-La, el elegido por Trump. Docenas de curiosos, turistas, ancianos y familias con niños, pertrechados tras mini-ventiladores portátiles para soportar el calor, se congregaban en las inmediaciones de los hoteles en busca de señales de las ilustres visitas.
Serán Orchard y la isla sureña de Sentosa -donde se encuentra el lugar en el que se reunirán Trump y Kim, el hotel Capella-, las dos “zonas para eventos especiales” designadas por Singapur entre los días 10 y 14 de junio, lo que en la práctica aumenta las medidas de seguridad en dichas áreas. Los preparativos se han mantenido casi en secreto, y solo el gobierno conoce el número total de efectivos que formarán parte del contingente de seguridad. “El número va a ser inusualmente largo. Se medirá en miles, y estará integrado por miembros de la Policía, el Ejército, empresas privadas de seguridad y personal estadounidense y norcoreano”, señala Graham Ong-Webb, experto en antiterrorismo de la Escuela Rajaratnam de Singapur.
Uno de los momentos más delicados para los equipos de seguridad serán los desplazamientos entre los hoteles donde se hospedan Trump y Kim y el Capella, a unos diez kilómetros de distancia. Con Sentosa, punto de atracción turística de Singapur por sus playas y parques temáticos, abierta al público durante la cumbre, el mayor reto será garantizar la seguridad por tierra, indica Ong-Webb. Como el resto del sureste asiático, Singapur se enfrenta además a la amenaza terrorista: la vecina Indonesia ha sido recientemente sacudida por ataques con vehículos bomba por parte de grupos ligados al Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés) que han reactivado las alertas en la región.
Aparte de la seguridad y la logística, Singapur contribuirá a medir hasta el milímetro el protocolo del encuentro. Desde quién se sienta dónde o el menú a degustar, a cuántos pasos dará cada parte hasta la mesa de negociaciones, no habrá detalle dejado a la improvisación. Unos preparativos dificultados por el vertiginoso ritmo con el que se han desarrollado los acontecimientos; anunciado por primera vez en marzo, Singapur solo se confirmó como destino a comienzos de mayo. Trump lo canceló después y volvió a reactivarlo el 1 de junio.
“Vamos a ver el primer encuentro entre líderes de EE UU y Corea del Norte en lo que parece ser el asunto de seguridad internacional más apremiante (la desnuclearización de Corea del Norte) con los mínimos preparativos de antemano. Lo que sugiere que la cumbre se centrará en asuntos generales y allanará el camino a encuentros futuros”, vaticina Malcolm Cook, del Instituto de Estudios del Sureste Asiático (ISEAS).
Singapur, con uno de los Ejércitos mejor armados de Asia y reputación internacional por su pacífico entorno, parece ser un destino natural para hacer frente al reto de seguridad de una cumbre así. Además, el país ofrece una garantía extra de que no habrá otro tipo de sobresaltos. Paradigma del libre mercado bajo fuertes restricciones políticas, la isla no permite protestas públicas salvo con autorización previa y solo en un lugar determinado.
La defendida condición de país “neutral” de Singapur, la “Suiza asiática”, también favoreció su elección: la isla mantiene relaciones diplomáticas con EE UU y Corea del Norte, y figuraba entre los siete principales socios comerciales de Pyongyang antes de que la ONU prohibiera todas las transacciones de bienes con el país norcoreano debido a su escalada armamentística nuclear.
Tanto EE UU como Corea del Norte disponen de embajadas en su territorio, y la ciudad-Estado ha celebrado con éxito otros eventos de talla en el pasado, aunque no con la esperada repercusión mundial del actual. Fue escenario en 2015 de la primera cumbre entre un presidente chino, Xi Jinping, y su par taiwanés, entonces Ma Ying-jeou, desde la guerra civil de 1949; recibe con asiduidad a líderes de todo el mundo y este año ocupa la presidencia de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN).
El encuentro entre Trump y Kim costará a las arcas singapurenses la friolera de 15 millones de dólares, la mitad de los cuales en gastos de seguridad. “Es un coste que estamos dispuestos a pagar”, aseguró el primer ministro, Lee Hsien Loong.
“Nos da publicidad. El hecho de que hayamos sido elegidos como el lugar de la cumbre (…) dice algo sobre las relaciones de Singapur con Estados Unidos, con Corea del Norte, y sobre nuestro lugar en la comunidad internacional”, añadió el dirigente, un parecer compartido en la calle. “Estamos enseñando nuestra isla al mundo”, decía Eric, poco antes de buscar un restaurante en el que resguardarse del tumulto junto a su mujer.
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