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“Al que quiere matarme, lo mato antes”

La sociedad israelí arropa a su Ejército y justifica el uso de munición real en aras de su seguridad

Proyección de banderas de Israel y EE UU en la Ciudad Vieja de Jerusalén. En vídeo, declaraciones de la embajadora de EE UU ante la ONU.Vídeo: AMMAR AWAD / REUTERS-QUALITY

La mayoría de los israelíes respaldan las acciones de su Gobierno y el proceder de su Ejército en la frontera de Gaza. “La organización terrorista Hamas declaró su intención de destruir Israel y enviar a miles a derribar la valla con ese propósito. Seguiremos actuando con determinación para proteger nuestra soberanía y a nuestros ciudadanos”, dijo el primer ministro, Benjamin Netanyahu, el pasado lunes, el día en el que 60 palestinos perdieron la vida en la Franja por disparos de los soldados. En esa misma línea se pronunció Estados Unidos, uno de los pocos países que no pidió contención a Israel tras lo sucedido. “Ningún país de este órgano actuaría con más moderación que Israel”, dijo Nikki Haley, embajadora de EE UU en la ONU durante la sesión de emergencia sobre Gaza del Consejo de Seguridad.

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Esa línea argumental ha calado hondo en la sociedad hebrea. La mayoría cree que Israel realmente no tiene otra opción. “Lo que quiere Hamas es matar a los judíos israelíes y por eso hay que actuar como dice (Naftali) Bennet, el ministro de Educación. Al que quiere matarme, lo mato antes", brama Moses, un taxista israelí residente en el asentamiento judío de Maale Adumin, al este de Jerusalén. “Y a los que no piensan así, como los de Meretz (izquierda pacifista) y esos, los mandaba yo a Gaza. Yo quiero la paz, pero con Hamás no se puede hablar”, concluye.

“Esos" son la minoría de israelíes que estos días han protagonizado manifestaciones de rechazo en Tel Aviv y frente a la residencia de Netanyahu en Jerusalén. Militantes del partido Meretz pero también intelectuales y miembros de ONG pro derechos humanos como B'Tselem o Paz Ahora. “Israel siempre tiene otras opciones”, asegura Brian Reeves, director de relaciones exteriores de Paz Ahora. “Lo primero que tendría que hacer Netanyahu es perseguir la paz activamente. Estrechar lazos con acciones humanitarias que no dañen la seguridad de Israel, como por ejemplo dando más permisos de construcción a los palestinos o suavizando el bloqueo. Pero eso no va a pasar con este Gobierno”, asegura Reeves.

Sus argumentos en contra de la política de disparar a manifestantes desarmados, aunque apenas se escuchan estos días en Israel, fueron respaldados por personalidades hebreas como el expresidente de la Kneset (Parlamento israelí) y expresidente de la Agencia Judía, Avraham Burg, o el vicepresidente de la Academia de Ciencias y Humanidades de Israel, David Harel. “Es muy difícil convencer a la gente cuando cree que su seguridad está en juego”, afirma Reeves.

En la parte occidental, mayoritariamente judía de Jerusalén, cualquier conversación sobre lo que está sucediendo en Gaza apenas encuentra voces discordantes. “Todo lo que dice Hamas es mentira, fake news, como diría Trump. Como lo de esa bebé que dicen que mató Israel. ¿Qué clase de madre deja que lleven a su bebé a un lugar donde sabe que va a haber disturbios y puede correr peligro?”, pregunta Tali, mientras hace la compra en el mercado tradicional Mahane Yehuda. “Es una irresponsabilidad. Estaba enferma del corazón y la utilizan para dañar la imagen de Israel y de su Ejército, el más humanitario del mundo”, zanja. Se refiere a Leila, la bebé de ocho meses que murió tras haber inhalado gases lacrimógenos durante las protestas que estallaron el lunes en la frontera de Gaza, por el traslado de la Embajada norteamericana a Jerusalén.

Los ciudadanos israelíes declinan toda responsabilidad de su Ejército en la tragedia. Cuando se les pregunta si es necesario usar munición real, su respuesta también es unánime. “Nuestros soldados son profesionales. No disparan por disparar. Aquellos a los que han matado seguro que se lo merecían. Estaban tratando de infiltrarse en Israel y, ¿para qué? Para matarnos, está claro. Todos lo sabemos. Cualquiera que haya estado en el Tsahal (Ejército) lo sabe”, apunta Avi en el popular mercado jerosolimitano.

Y la mayoría de los israelíes han estado en el Tsahal, porque el servicio militar en Israel es obligatorio tanto para los hombres, que sirven casi tres años en el Ejército, como para las mujeres, que cumplen unos dos años. Para los árabes israelíes es voluntario y para los religiosos ultraortodoxos oficialmente existe un cupo mínimo, pero pocos se alistan voluntariamente.

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