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ENTREVISTA

Jesse Jackson: “Nuestra arma es el voto; ese es el legado fundamental de Luther King”

Cincuenta años después, uno de los últimos testigos presenciales del magnicidio regresa a Memphis y habla con EL PAÍS sobre el asesinato la figura de King

Jesse Jackson. En vídeo: Homenaje a Martin Luther King a las puertas del motel Lorraine, de Memphis, donde fue asesinado hace 50 años.Foto: atlas | Vídeo: J.M.A. | ATLAS
Jan Martínez Ahrens

El reverendo Jesse Jackson ha vuelto al lugar del crimen. Cincuenta años después, uno de los últimos testigos presenciales de la muerte de Martin Luther King ha regresado a Memphis, visitado el Motel Lorraine y alzado la voz contra un crimen que aún hace temblar a Estados Unidos. “Recuerdo el asesinato, la sangre y el odio, pero también la lucha”, dice a EL PAÍS.

Jackson, figura central de los actos del aniversario, está sentado en la cafetería de un hotel de Memphis. Viste de negro y cuando habla, mira de frente y apenas mueve las manos. A sus 76 años, hay algo totémico en él. Participó en la legendaria marcha de Selma, se enfrentó a la ira de los segregacionistas y acompañó a Martin Luther King en sus últimos momentos. Superviviente de una década turbulenta, este antiguo senador y aspirante presidencial demócrata se niega a vivir en la melancolía de los libros de historia. Pese a que ya siente el tacto del párkinson, sigue dispuesto al combate. Contra el racismo, contra la desigualdad, contra Donald Trump. “Nuestra gran arma es el voto. Esa fue la lección que nos enseñó Martin Luther King”, sentencia.

P. ¿Qué le trae a la mente Memphis?

R. Aquí me vienen las imágenes de lo que pasó y de cómo luchamos. Lo mataron pero no dejamos de combatir. Seguimos adelante, nos movilizamos y nos enfrentamos a la resistencia de los jueces y políticos blancos. Muchas cosas han cambiado, pero esa memoria queda para siempre. La herida, de algún modo, sigue abierta.

P. ¿Por qué cree que lo mataron?

R. El drama es que su vida condujo a su muerte. King buscaba una sociedad multicultural y abierta; una sociedad de blancos, latinos, asiáticos, negros… que proveyese de educación, sanidad y trabajo a todos. También aspiraba a la paz y se mostró contrario a la Guerra de Vietnam y eso le hizo objetivo de los ataques del Gobierno.

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P. ¿Hubo alguien más detrás del crimen, aparte de James Earl Ray, el único condenado?

R. No lo sé. Pero el que tenía más motivos era el FBI. Le espiaban constantemente, tenían intervenidas todas sus llamadas y filtraban información tóxica contra él. El FBI era evidentemente su mayor enemigo. Pero dicho esto, no sabemos realmente qué hubo detrás.

P. Tenía muchos enemigos, ¿no?

R. Sí, pero ninguno con el poder del FBI de entonces.

P. ¿Y cómo fue el crimen?

R. Íbamos a salir a cenar. King estaba en el balcón de su habitación del Motel Lorraine; yo abajo, en el aparcamiento, a pocos metros. Me vio y dijo: “Jess, que llegas tarde y no llevas ni siquiera corbata ni camisa”. Yo le contesté que para comer lo que hacía falta era hambre y no una corbata. Se rio de buena gana, como siempre, y se dirigió entonces al saxofonista que me acompañaba y le pidió que esa noche tocase Toma mi mano, querido Señor y que lo hiciese especialmente bien. Entonces se oyó el tiro. La bala que le atravesó el cuello y se lo llevó. Me acuerdo que alguien gritó: ¡Al suelo, al suelo! Cuando nos levantamos y acercamos a él, estaba tendido, ensangrentado. Su amigo Ralph Abernathy no paraba de decir: ¡Vuelve, vuelve, no nos dejes! Yo fui a mi habitación y llamé a Coretta, la esposa de King. Le conté que le habían disparado. No le quise decir más, pero ella ya lo sabía, sabía que le podía ocurrir en cualquier momento. Estaba preparada”.

P. Han pasado 50 años de aquello, ¿cuál cree que ha sido su legado?

R. Fue un líder pacífico, que basó su fuerza en el poder de la fe. Su movimiento se enfrentó a la segregación y la humillación. Pese a todas las resistencias que halló, demostró que se podían cambiar las leyes y logró consolidar el derecho del voto. Ese fue su legado fundamental. Porque el voto es el arma que nos permite contestar a los ataques y que 40 años después del asesinato de King dio dos veces la victoria a Barack Obama. Con el voto hemos ganado en el último año en Alabama, Pensilvania, Virginia… y lo haremos en noviembre en el Congreso.

P. También ha dado la victoria a Donald Trump.

R. Trump alimenta los miedos de los blancos. Pero su política debilita a esos mismos blancos. Por ejemplo, con su constante desmontaje del Obamacare, les deja sin sistema sanitario. Juega con la ignorancia y la falsedad. Miente sobre la inmigración, los refugiados, los muros… No tiene vergüenza ninguna, como demostró en el crimen racista Charlottesville.

P. ¿Qué ha cambiado y qué no desde a muerte de King?

R. Ha cambiado la política, eso es indudable: ahora mismo hay 50 congresistas negros. Pero lo que no ha cambiado es la desigualdad económica, eso incluso crece. En muchos campos de juego vamos juntos, pero fuera aún vivimos separados.

P. ¿Y hoy, cómo afronta el aniversario?

R. Con una mezcla de tristeza y determinación. Estoy triste, porque aquel gran hombre nunca volverá, pero siento la determinación de usar la palanca del voto y frenar a Trump.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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