Aumenta un 2.500% la importación de semen norteamericano a Brasil
Brasil repite como principal comprador de esperma de EE UU para parejas que quieren tener hijos rubios con ojos azules
Brasil se ha convertido en uno de los países que más semen estadounidense importa en el mundo, y cada año más que el anterior. El pasado compró 500 tubos en comparación con 16 en 2011, según contó recientemente The Wall Street Journal. El despacho de tanto fluido sugiere que en el principal país latinoamericano hay cada vez más mujeres solteras o parejas lésbicas con dinero pero también revela que aquí el niño más deseado tiene un perfil muy concreto: rubio, con ojos claros y preferiblemente con pecas. O sea, el niño más blanco posible. En un país donde los negros son mayoría numérica (el 51% de la población) y minoría económica, ser blanco es el símbolo de estatus definitivo.
Según Anvisa, la organización de la salud brasileña, de todas las muestras de esperma que los brasileños compraron a Estados Unidos entre 2014 y 2016, el 95,4% provenían de hombres blancos; el 51,8% tenía ojos azules; y el 63,5% el pelo marrón. En resumen, apenas parecerá de Brasil, un país que hasta 1888 importó diez veces más esclavos africanos que Estados Unidos y donde, por tanto, esa es la genética más común. Pero sí parecerá de la élite brasileña. Según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, el 1% más rico de Brasil se compone un 79% de blancos y solo un 17% de negros. Sin embargo, según la misma institución, cada vez que hay un asesinato, las posibilidades de que el muerto sea negro son de un 78,9%. Con esos números en la mano, casi parece preferible preferir un hijo tan blanco, tan poco relacionado con la historia brasileña, que directamente sea estadounidense.
No es solo que las élites prefieran importar blancos antes que incluir un negro en sus filas; cuando son los negros los que se introducen en ellas, también las leyes que prohíben las conductas racistas se vuelven maleables. El jueves 21 de marzo un grupo de tres jóvenes negros fue a un centro comercial en Jardins, un barrio de clase media alta en São Paulo. Entraron en una tienda de ropa donde se estaba celebrando el lanzamiento de unos vaqueros y al poco les abordó el dependiente: había desaparecido una pastilla de jabón del baño. Ellos le indicaron que tan racista era suponer que los únicos negros del centro comercial eran los ladrones como que había que ser negro para querer robar jabón usado. Al día siguiente, el establecimiento emitió un comunicado. Para denunciar lo poco racista que es había denunciado a los jóvenes por difamación.
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