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París sale a la calle para protestar contra los crímenes antisemitas

El asesinato de una superviviente de la persecución nazi en la ocupación moviliza a miles de franceses

Marc Bassets
Una mujer con un cartel que reza "Yo soy judía" en la manifestación de este miércoles en París.
Una mujer con un cartel que reza "Yo soy judía" en la manifestación de este miércoles en París.Thibault Camus (AP)

Miles de franceses, entre ellos representantes de los principales partidos, participaron este miércoles en París en una manifestación en memoria de Mireille Knoll, la mujer de 85 años asesinada la semana pasada a cuchillazos en un crimen que las autoridades consideran antisemita. Knoll, superviviente de la persecución contra los judíos franceses durante la ocupación nazi de Francia, se ha convertido en el símbolo de un nuevo antisemitismo, que crea una sensación de inseguridad en muchos judíos de este país.

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La unanimidad política era, en apariencia, total: los partidos parlamentarios insistieron en participar. Antes, el presidente, Emmanuel Macron, asistió a las exequias de Knoll. Pero las tensiones afloraron a poco de iniciarse la marcha. Jean-Luc Mélenchon, jefe del partido de la izquierda alternativa La Francia Insumisa, fue abucheado y tuvo que abandonarla. Lo mismo le ocurrió a Marine Le Pen, presidenta del Frente Nacional, cuyo fundador, su padre Jean-Marie Le Pen, es un reconocido simpatizante del mariscal Pétain, líder de la Francia que colaboró con los nazis.

“¡Fachas, fuera!”, gritaba un grupo de jóvenes mientras los servicios de seguridad evacuaban a Le Pen por una calle lateral. El Consejo Representativo de las Instituciones Judías en Francia (Crif, por sus siglas en francés) había avisado de que ambos políticos no serían bienvenidos. A Mélenchon le reprochan sus críticas a las políticas de Israel y su apoyo a la campaña de boicot a empresas israelíes.

La multitud, mayoritariamente silenciosa y con pocos carteles y banderas, llenó a partir de las seis y media de la tarde la plaza de la Nación, y desde allí, por el boulevard Voltaire, desfilaron hacia el edifico donde vivía Knoll. Era una concentración casi improvisada —la marcha de convocó 48 horas antes— pero significativa. Expresaba una mezcla de hartazgo y miedo por el goteo de crímenes del que han sido víctimas judíos franceses en años recientes, a los que se suman los atentados yihadistas que, en algunos casos, se han dirigido específicamente contra judíos. Las llamdas marchas blancas —en París y otras ciudades francesas— también querían ser una señal fuerte de la solidaridad de todo Francia con los judíos, que representan un 1% de la población.

"Han matado a nuestra madre", "Mireille sólo era amor" y "Juntos plantemos cara al antisemitismo. Tenemos un deber de memoria", se leía en algunas de las pocas pancartas. "Es escandaloso que cosas así puedan ocurrir en el siglo XXI", dijo una manifestante, Sandra Debasc. Sobre la asistencia de Marine Le Pen, dijo: "No tiene su lugar aquí". El Frente Nacional se asocia todavía a una larga tradición antisemitismo de extrema derecha. "Se equivocan de enemigo", dijo Le Pen. "Somos nosotros los que luchamos desde hace años y demunciamos el antisemitismo islamista".

La reacción al asesinato de Mireille Knoll, y la rápida atribución de un carácter antisemita al crimen, contrasta con la lentitud de las autoridades y la sociedad civil y política, hace un año, tras la defenestración y muerte de otra mujer judía, Sarah Halimi, en París. La Justicia tardó meses en considerar el crimen antisemita. En el caso de Knoll, dos hombres han sido detenidos y acusados de “homicidio voluntario con motivo de pertenencia verdadera o supuesta de la víctima a una religión”, “robo agravado” y “degradación”.

La víctima, nacida en París en 1932, escapó por poco a la redada del Velódromo de Invierno en 1942, en la que 13.000 judíos franceses fueron detenidos. Casi todos acabaron deportados y asesinados en Auschwitz. Knoll se refugió en Portugal, vivió en Canadá y ya de adulta regresó a su ciudad natal, donde murió. Los bomberos la encontraron con 11 cuchillazos y el cadáver semicarbonizado.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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