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Grandes marchas claman en EE UU por un mayor control de las armas

“Todos sabemos cómo es esto, depende de nosotros pararlo… Salid ahí y votad”, emplazó Emma González, superviviente de la matanza de Parkland

Emma Gonzalez, superviviente de la matanza del instituto de Florida, durante su discurso este sábado.
Emma Gonzalez, superviviente de la matanza del instituto de Florida, durante su discurso este sábado.SHAWN THEW (EFE)

Cientos de miles de personas marcharon este sábado por las grandes ciudades de Estados Unidos para exigir a la clase política que restrinja más el acceso a las armas. Lo que empezó como una gran manifestación en la capital de los adolescentes que sobrevivieron a la matanza del instituto de Parkland (Florida), en febrero, derivó en una jornada reivindicativa histórica, impulsada principalmente por jóvenes y menores. Muchos aún no pueden votar, pero piden cambios legales en un año clave, con elecciones legislativas, lo que supone un arma de doble filo en un país que venera su derecho a la autodefensa.

En la capital estadounidense, la zona cero de esta gran protesta, la multitud llenaba la emblemática avenida Pensilvania, que une la Casa Blanca y el Congreso, desde varias horas antes de comenzar la marcha propiamente dicha. La manifestación de Nueva York desbordó las previsiones, gente de todas las edades ocupó unas 30 calles, rebasando el dispositivo de seguridad. Y en la pequeña ciudad de Parkland, donde la tarde del último día de San Valentín un chico de 19 años entró a su antiguo instituto y mató a 14 adolescentes y tres adultos, el joven Alex Schachter prometía convertir todo aquello en su misión.

Por la noche aún no había cifras oficiales del número de manifestantes, pero no hacían falta para constatar que la de este sábado formará parte de las grandes movilizaciones de los últimos años, de las mayores de la ciudad de Washington, un fenómeno que recordaba a la Marcha de las Mujeres del 21 de enero de 2017, al día siguiente de la toma de posesión del presidente Donald Trump.

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El siguiente reto de aquel vendaval feminista era impactar en las urnas, lograr que hubiera más mujeres en cargos políticos a partir de las elecciones legislativas de noviembre, y la de los jóvenes de este sábado no queda lejos de ese propósito, lograr cambios legislativos para controlar las armas. Emma González, una de las supervivientes de Parkland, convertida en el rostro más famoso de la movilización, lo expresó así en su discurso: “Todos sabemos cómo es esto, depende de nosotros pararlo… Salid ahí y votad. Salid y registraos [para poder votar]”, recalcó. González se mantuvo en silencio, en el escenario, seis minutos y 20 segundos, el tiempo que le llevó a Nikolas Cruz llevar a cabo la matanza en su instituto.

En Estados Unidos hay más armas que personas, que acumulan más del 40% de los rifles y pistolas en manos privadas del mundo. El derecho a su tenencia está consagrado en la Segunda Enmienda de la Constitución y prácticamente nadie lo discute. La cuestión es cómo se interpreta ese principio, cómo es posible que un chico de 19 años que no puede beber una cerveza sí pueda comprar un rifle semiautomático. Era el caso de Cruz, el asesino de Florida. Los activistas de Parkland aspiran a lograr lo imposible hasta ahora: que ese tiroteo masivo altere lo suficiente las conciencias de una mayoría de legisladores para endurecer la compraventa de armas en todo EE UU.

Rifles de asalto

Según una encuesta de principios de mes, un 88% de los estadounidenses apoya mayores controles de los antecedentes de los compradores de armas, un 81% respalda subir a 21 años la edad mínima de compra y un 68% quiere acabar con los rifles militares.

En el primer mes tras la matanza, los alumnos organizaron una inusual protesta colectiva: en numerosas escuelas las aulas se vaciaron durante 17 minutos, uno por cada víctima de Parkland. Y han cosechado éxitos significativos. Lograron que el Congreso de Florida, uno de los Estados más afines a la NRA, aprobara elevar de 18 a 21 años la edad para comprar rifles. Al mismo tiempo, la nueva ley también permite armar a profesores en los colegios, lo que ha sido criticado por las principales organizaciones educativas. Es un ejemplo de la ambivalencia de EE UU ante el problema.

Esta última es la principal propuesta de Trump para evitar nuevos baños de sangre. Inicialmente, el republicano, que irónicamente se marchó a Florida el viernes, también apostó por aumentar la edad mínima de compra pero luego dio marcha atrás. Su Gobierno ha dado algunos pasos tímidos, como iniciar el proceso para vetar un artilugio que hace más letal un rifle. Ese trucaje lo usó el hombre que mató a 58 personas en Las Vegas en octubre, el peor tiroteo múltiple de EE UU.

Tras el tiroteo de Parkland, los alumnos se movilizaron con rapidez y han explotado el uso de redes sociales y el apoyo que han recibido de estrellas de Hollywood, como George Clooney, que donó medio millón de dólares para la manifestación.

“Pensar que puede ocurrir un tiroteo es terrorífico”, decía Allison Fitzgerald, una chica de 14 años, que acudió a la marcha desde Maryland, a dos horas de coche de Washington. El martes hubo uno en una escuela cercana a la suya. “Ya es suficiente”, enfatizaba su padre, Paul, de 45. Allison había acudido a la marcha con él y con su abuela. Tres generaciones cansadas de oír periódicamente noticias sobre grandes matanzas: Columbine, Las Vegas, Virginia Tech, los niños de Sandy Hook... No han supuesto ningún cambio legal de calado.

Es pronto para saber si la ola de indignación logrará llevarse por delante la poderosa y engrasada maquinaria del Partido Republicano y de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, en sus siglas inglesas), respaldada por muchos estadounidenses. Algunos activistas veteranos perciben un punto de inflexión en los estudiantes. “Hay algo muy impactante en sus historias, no lo hacen en nombre de grupos de presión sino de sus propias vidas”, dice Kris Brown, copresidenta de la Campaña Brady. “Si puedes llevar a gente a votar, puedes transformar las elecciones. Los congresistas que están en el lado equivocado están preocupados, simplemente esperan que el furor decaiga”.

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