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Moscú quiere atraer a estudiantes a su universidad en la isla Russki

El país intenta convertir el centro en un gran polo de enseñanza superior del Pacífico

Imagen del puente del Cuerno de Oro en Vladivostok.
Imagen del puente del Cuerno de Oro en Vladivostok.P. B.
Pilar Bonet

El puente que une la ciudad de Vladivostok con la isla de Russki está sostenido por cables de tres colores diferentes. Son el rojo, el azul y el blanco de la bandera rusa, que se suceden a lo largo de esta obra de ingeniería de más de tres kilómetros de longitud inaugurada con ocasión del Foro de Cooperación Económica de Asia y el Pacífico (FCEAP) en 2012. El puente, como la isla, se llama Russki y es considerado como uno de los símbolos de la modernización de Vladivostok y de la proyección rusa hacia los espacios orientales. 

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En esta ciudad de alma europea hay otros símbolos del cambio de imagen, como el puente del Cuerno de Oro, del arquitecto británico Norman Foster, y la Universidad Federal del Lejano Oriente (UFLO). 

La UFLO es una refundición de varias instituciones de enseñanza superior y está en la isla de Russki, en las dependencias que se erigieron para la cita de los mandatarios del FCEAP. El campus bordea la bahía de Ayaks y se extiende por un terreno de 800.000 metros cuadrados cedido por el Ministerio de Defensa. Los militares siguen manteniendo su presencia en gran parte de isla cuyos accidentados entrantes costeros han utilizado para proteger sus submarinos. 

La Universidad tiene nueve facultades, desde Ingeniería a Biomedicina, pasando por estudios regionales y orientales, y se dispone a abrir una escuela de Economía Digital. En total aquí se forman 23.000 estudiantes, de los cuales más de 10.000 viven en el campus. Cerca de 3.000 son extranjeros y de ellos los chinos (1.200) son el contingente mayoritario. El centro planea incrementar el número de extranjeros hasta el 25% de alumnado y construir un nuevo campus para albergar la demanda anticipada. Los profesores cobran cerca del doble que sus colegas en otros centros de enseñanza superior de Vladivostok. En los últimos tiempos la plantilla dela UFLO se ha reducido en una reestructuración que ha afectado sobre todo al personal administrativo y uno de cuyos objetivos es repartir los salarios ahorrados en beneficio de los profesores. 

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En la UFLO a las facultades se les llama escuelas, a las residencias estudiantiles hoteles y al rector, presidente. Nikita Anísimov, un matemático de Moscú, ocupa este puesto desde 2016. Su predecesor, Serguéi Ivanets, fue acusado de pagar servicios inexistentes y, tras pasar varios meses bajo arresto domiciliario, fue puesto en libertad bajo fianza. 

“Nuestra principal tarea hoy es aunar esfuerzos para promover la educación rusa como marca de calidad”, dice la vicerrectora Viktoria Panova, que hace casi dos años se trasladó a Vladivostok desde de Moscú, donde daba clases de Relaciones Internacionales. Panova decidió cambiar de ciudad y de vida en el plazo de “tres semanas”, y asegura que no lo lamenta. Antes, no había estado nunca en Vladivostok

“Nos posicionamos como el gran centro de enseñanza superior del Pacífico y Sudeste asiático. La Universidad pone el énfasis en la innovación”, señala Panova, que a modo de ejemplo se refiere la defensa de una start-up, en lugar de una tesis, para obtener un título de postgrado. 

“Más bien apolítico”

P. B.

Dimitri Zaviálov, de 19 años, es estudiante de segundo curso de Económicas en la Universidad Federal del Lejano Oriente, en la que ingresó sin pagar matrícula gracias a las brillantes notas con las que concluyó la secundaria y superó la selectividad. Procedente de la provincia de Jabárovsk, de una localidad cercana al puerto de Vaninó, Zaviálov vive en una residencia estudiantil en el campus de la Universidad en la bahía de Ayaks, en la isla de Russki.

Zaviálov tiene una beca estatal de 4.500 rublos mensuales (algo más de 64 euros), que destina a pagar la residencia (3.500 rublos). Además cuenta con la ayuda de su madre, que aparta entre 10.000 y 12.000 rublos al mes de su sueldo para ayudar al hijo.

“En la residencia hay cocina y yo no gasto mucho en comer, pero cuando se retrasan en pagarle sueldo a mi madre entonces tenemos que endeudarnos”, dice el estudiante, que trabaja como voluntario en el Consejo Unido de Estudiantes, un organismo donde están representadas las distintas organizaciones que actúan en la Universidad. Zaviálov desearía poder tener su propio ordenador, pero aún no se lo puede permitir. Su trabajo social en el Consejo, sin embargo, le da puntos para pedir más becas y subvenciones.

Zaviálov se define como "más bien apolítico", y explica que habitualmente "va con la corriente". "Seguramente votaré por Putin", afirma, tras admitir que no tiene "un especial deseo de votar" el 18 de marzo. "Su política exterior es muy buena, pero en política interior no le va muy bien, aunque lo intenta", afirma. "EEUU tiene un PIB seis veces superior al de Rusia, que es un país de materias primas. Creo que hay que producir mercancías elaboradas. Se intenta, pero no está resultando.

"Hay que formar buenos especialistas que organicen empresas, por ejemplo fábricas de muebles en lugar de vender madera", opina. Zaviálov confiesa no haber leído ningún programa electoral, aunque conoce la existencia de Pavel Grudinin, el candidato del Partido Comunista, y de Alexéi Navalni "que intenta luchar contra la corrupción, pero que no ha dicho qué hará además". Sabe también que en Vladivostok han arrestado a seguidores de Navalni por acudir a manifestaciones. "No me gusta que arresten a la gente. La gente tiene derecho a expresar su posición. No sé por qué los han detenido, pero el hecho de la detención me parece mal" afirma.

La conversación tiene lugar en un despacho de la universidad en presencia de una representante del Departamento de Relaciones Públicas. “Quiero escuchar”, responde la funcionaria cuando la periodista le sugiere que sería mejor que la entrevista se llevara a cabo sin ella. Después, durante un paseo por la bahía de Ayaks, el estudiante, educado y tranquilo, opina que, “siendo Rusia tan grande, alguno podría tener la idea de quitarle un trozo”.

“La escuela de Estudios Orientales es uno de nuestros puntos fuertes y en ella se estudia la lengua y la cultura de China, Japón, Corea y Vietnam”, dice la vicerrectora. “Otra de nuestras misiones es la difusión de la lengua y la cultura rusa en Asia”, explica. La universidad colabora con grandes empresas estatales rusas, que tienen sus espacios publicitarios reservados en el vestíbulo de la Universidad, como la petrolera Rosneft, para la que forma cuadros, o el primer banco de Rusia, Sbergbank. También recibe ayuda de empresas extranjeras con intereses en Rusia, como la petrolera BP. 

Ante los órganos de gobierno de la Universidad, el alumnado está representado por el Consejo Unido de Estudiantes (CUE), que actúa como un paraguas bajo el que se cobijan representantes de los consejos de las facultades y de otras organizaciones y grupos de intereses estudiantiles. Las actividades del CUE incluyen deportes, cultura, organización del ocio y economía, pero parecen evitar los debates críticos sobre la gestión de Rusia. Los estudiantes interesados en las becas que reparte el gobernador de la provincia pueden hacer méritos para obtenerlas participando como voluntarios en las actividades sociales del CUE .

“Queremos un ambiente multicultural, porque esta es una universidad de la próxima generación que no solo proporciona los conocimientos básicos, sino que fomenta la tolerancia y ayuda a formar los profesionales del futuro, que serán ciudadanos del mundo”, afirma Panova

Sean cuales sean los deseos de los profesores, la política del Kremlin llega hasta la universidad. En dos ocasiones por lo menos la dirección dela UFLO ha presionado al estudiantado para que participe en manifestaciones a favor de la “incorporación de Crimea” a Rusia, afirman dos fuentes dela UFLO. También llega el temor a Alexéi Navalni. Vladímir, un estudiante de 18 años, partidario del político de oposición vetado en los comicios, cuenta que, en vísperas de una protesta convocada por Navalni en enero, el servicio de seguridad de la Universidad practicó un registro en contra de su voluntad en su dormitorio en una residencia del campus. “Me confiscaron una decena de octavillas y después llamaron a la policía y me entregaron junto con mi ordenador personal. En la Comisaría quisieron obligarme a firmar una declaración [por propaganda ilegal], pero yo me negué y al cabo de varias horas me liberaron”, dice.

El incidente no ha tenido repercusiones académicas, pero si una desagradable secuela. “Un representante del centro e [contra el extremismo] ha llamado a mis padres y los ha asustado diciéndoles que mi carrera puede estar en peligro”, explica el estudiante. Otra partidaria de Navalni, Tatiana, residente en el campus y a punto de cumplir 18 años, dice haber sido amonestada por un miembro servicio de seguridad de la Universidad que descubrió una pegatina de Navalni adherida a su ordenador. En víspera de elecciones presidenciales, la estudiante se ha manifestado en solitario a favor de la abstención a la entrada del campus. Mientras, la UFLO, con ayuda del consejo de estudiantes, anima a acudir a las urnas y para ello ha abierto tres colegios electorales en sus dependencias.

El Gran desafío

La colonización del Lejano Oriente y la costa del Pacífico es uno de los grandes problemas estratégicos de Rusia desde la segunda mitad del siglo XIX cuando el imperio zarista se expandió por estos vastos espacios donde hoy la densidad poblacional no llega a un habitante por kilómetro cuadrado. De los ocho distritos federales en que la administración de Vladímir Putin ha dividido a Rusia, el del Lejano Oriente es el más extenso (6,2 millones de kilómetros cuadrados) y el menos poblado (6,18 millones en 2017).

En 1990 en estos territorios de codiciados recursos forestales, fronterizos con China, Corea del Norte y con Japón por mar, residían más de 8 millones de personas. La mengua de casi dos millones experimentada desde entonces es la elocuente respuesta de los rusos a una explotación económica que ignoró las condiciones de vida . En estos parajes donde la jornada laboral acaba cuando Moscú la empieza, solo Yakutia ha tenido tiene un saldo demográfico positivo en 2017.

Decidido a atajar la despoblación del Este, Putin, inmediatamente después de su última toma de posesión como presidente, en mayo de 2012, creó un ministerio responsable del desarrollo del Lejano Oriente, entre cuyos objetivos está aumentar la población local hasta 6,5 millones para 2025. Bajo la égida de este ministerio se ha lanzado la hectárea del Lejano Oriente, un programa consistente en el reparto totalmente digitalizado de terrenos gratuitos a todos los ciudadanos rusos que lo deseen. El ministerio fomenta también el asentamiento de compatriotas, término con el que se designa a las personas originarias de la URSS o en del imperio zarista. El programa al efecto estaba dirigido sobre todo a ciudadanos de las antiguas repúblicas de la Unión Soviética, pero a él se incorporaron algo más de un centenar de "viejos creyentes" procedente de América Latina, descendientes de los cristianos rusos perseguidos por oponerse a la reforma del patriarca Nikon en el siglo XVII.

Para estimular el desarrollo de sus regiones orientales Rusia ha creado la universidad del distrito federal del Lejano Oriente en la isla de Russki en terrenos cedidos por los militares, que siguen dominando en esa isla frente a Vladivostok. Pero una cosa son los planes de Moscú y otra las realidades sobre el terreno. Para conocerlas, EL PAÍS viajó durante una semana por la región de Primorie, una de las nueve integradas en el distrito Federal del Lejano Oriente.

Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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