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Putin se apoya en su carisma e irá a las elecciones de 2018 como independiente

El presidente ruso trata de humillar a Navalni en su única conferencia de prensa anual

El presidente ruso, Vladímir Putin, durante la rueda de prensa anual en Moscú.Vídeo: ALEXANDER NEMENOV (AFP) / REUTERS-QUALITY
Pilar Bonet

 A falta de un programa de reformas estructurales elaboradas para los problemas socioeconómicos de Rusia, el presidente ruso, Vladímir Putin, apostó por su carisma personal para afirmar su liderazgo y trató de humillar al candidato vetado Navalni, durante su conferencia de prensa anual este jueves, marcada esta vez por los comicios presidenciales del próximo marzo. Putin dijo que competirá como “independiente", lo que reforzará su imagen de padre de la nación. El líder, de 65 años, en el poder desde 2000, confía en el apoyo de “partidos”, “organizaciones sociales” y “ciudadanos”. A Rusia Unida, el partido gubernamental mayoritario en el Parlamento, ni siquiera lo mencionó en la cita con los medios: más de tres horas y media de duración y el récord de 1.640 periodistas acreditados.

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Interviniendo su condición de periodista (acreditada por una televisión privada), Ksenia Sobchak, que aspira desafiar a Putin en las urnas, terció a favor de Alexéi Navalni, el político que saca a la calle a la juventud insatisfecha y que está vetado como candidato por haber sido condenado a penas de cárcel. Sobchak acusó a las autoridades de organizar “procesos ficticios” con fines políticos contra Navalni.

Evitando pronunciar el nombre del rival más temido por el Kremlin, Putin quiso ridiculizarlo y lo comparó con Mijaíl Saakashvili, el expresidente de Georgia y exgobernador de la región ucraniana de Odessa. Este populista exaltado, del que Putin dijo que "lo que hace es un escupitajo" para los georgianos y para Ucrania, lidera una campaña de protestas contra las autoridades ucranianas.

“El que usted ha nombrado es Saakashvili, solo que en versión rusa”, dijo Putin a Sobchak, que inquiría sobre Navalni. “¿Quiere que esos Saakahsvili desestabilicen la situación en el país, que vayan de un maidán (plaza y, en sentido figurado, protesta) al otro, que tengamos intentos de golpe de Estado?, manifestó retóricamente.

Mujeres de rojo

P.B

La conferencia de prensa anual de Vladímir Putin es el espectáculo de un solo actor, que utiliza como recurso las preguntas de asistentes, cada vez más dóciles. Este año, su jefe de Prensa, Dmitri Peskov, formó bloques de preguntas, fundiendo “más atrevidas” con las “más benignas”. Putin las despachó con respuestas comunes, que esquivaban aspectos incómodos y no admitían réplicas.

Dos mujeres, Ksenia Sobchak y Tatiana Felgelgauer, trataron de ejercer el oficio. Ambas iban vestidas de rojo y no por casualidad. El color de la ropa, junto a carteles ingeniosos o mascotas, ayudan a captar la atención del líder. Enmarcada por el escote rojo, la garganta de Felgelgauer mostraba una cicatriz, huella de la cuchillada de un demente que se coló en la emisora El Eco de Moscú. Felgelgauer preguntó por qué hay una justicia para el ciudadano de a pie y otra para poderosos como Igor Sechin, jefe de la petrolera Rosneft, que ignoró la citación como testigo al proceso contra Alexéi Ulukáiev, exministro de economía. Putin opinó que Sechin no violó la ley al no acudir a declarar, aunque “podría haber ido”. Los jueces tenían suficientes datos, dijo, y sus palabras parecían un adelanto de la sentencia prevista para el viernes.

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“La absoluta mayoría de los ciudadanos de Rusia no quieren esto y no lo permitirán. Le aseguro que las autoridades no temían y no temen a nadie”, manifestó Putin. “No queremos una segunda edición de Ucrania para Rusia. No. No queremos y no lo permitiremos”, aseveró rotundo. Sobchak, de 31 años, es hija del fallecido Anatoli Sobchak, alcalde de San Petersburgo a cuyas órdenes trabajó Putin como responsable de las relaciones económicas exteriores de aquel municipio.

“Usted presenta un programa contra todos. ¿Es eso positivo? ¿Qué propone?”, espetó el presidente a la periodista retadora, mientras le aplaudía un auditorio, donde la mayoría eran solidarios con el presidente. No dejó duda de ello el rugido de desaprobación que recorrió la sala del centro internacional de congresos cuando un corresponsal ucraniano inquirió sobre la intervención de Rusia en el Este de su país. El presidente negó que el Ejército ruso estuviera en aquella región, pero afirmó que allí se han creado “determinadas formaciones policiales militares que son independientes y que están preparadas para rechazar cualquier acción de envergadura contra Donbás” (región formada por las provincias de Donetsk y Lugansk). De lo contrario, opinó que la población local estaría expuesta a ataques de “batallones nacionalistas”.

Sobre el canje de presos (76 ucranianos frente a 300 secesionistas) planeado entre los secesionistas de Donbás, Putin dijo que la operación está en manos de Kiev y que confiaba en que se llevara a cabo antes de fin de año. El presidente calificó el proceso regulador de Minsk de “poca efectividad” y afirmó que EE UU, por su implicación en la zona, es un socio pleno de ese proceso al margen de los formatos de negociación existentes.

Sobre el despliegue de pacificadores de la ONU en el Este de Ucrania y en la frontera con Rusia, Putin insistió en la necesidad de un acuerdo directo previo entre los secesionistas y el gobierno de Kiev.

En relación al presidente Donald Trump, el jefe del Estado ruso opinó que su colega norteamericano tiene “serios logros” que se reflejan en los mercados, y que Trump seguramente quería mejorar sus relaciones con Rusia pero “no está en condiciones de hacerlo por las conocidas limitaciones”. “No sé si ese deseo sigue existiendo o está agotado, espero que siga existiendo”, afirmó el líder ruso, quien, admitió que, de no hablar en inglés, trataría a Trump de “tu”. La oposición al presidente norteamericano, dijo, intenta deslegitimarlo utilizando el argumento de sus relaciones con Rusia.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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