Bruselas reactiva el debate sobre la integración de los Balcanes en la UE
La Comisión da un impulso a la ampliación y propone nuevos ingresos en 2025; Serbia y Montenegro son los países mejor situados en esta carrera
La Unión Europea abre la puerta a los Balcanes cinco años después de la última adhesión al club, la de Croacia. Bruselas quiere revitalizar las perspectivas de ampliación de sus vecinos más cercanos con una nueva estrategia que fija el año 2025 como referencia para posibles entradas. “Este es el mensaje clave de la estrategia que hemos adoptado: un camino claro para que los Balcanes occidentales puedan finalmente acceder a la UE”, ha destacado la alta representante para la Política Exterior Europea, Federica Mogherini. Serbia y Montenegro son los países mejor situados en esta carrera. Montenegro cuenta, además, con el aval de pertenecer ya a la OTAN.
El concepto de ampliación, esencial en la construcción de la UE, ha desaparecido del debate político en los últimos años. Bruselas invirtió todos sus esfuerzos en atajar las sucesivas crisis que emergían (primero económica, luego de refugiados y después institucional a raíz del Brexit) y desterró la idea de expandirse. Con el convencimiento de que lo peor de esas situaciones de emergencia ha pasado, la Comisión Europea vuelve a mirar hacia los Balcanes para dar un nuevo impulso a sus procesos de acceso a la UE. Pese a todo, las condiciones fijadas en la estrategia aprobada este martes por el colegio de comisarios en Estrasburgo convierten la referencia de 2025 en algo más que un reto.
Bruselas ha querido englobar en una misma iniciativa a los seis países miembros de lo que denomina Balcanes occidentales: Serbia, Montenegro, Albania, Macedonia, Bosnia y Kosovo. De ellos, solo los cuatro primeros son candidatos firmes y únicamente los dos primeros negocian ya su ingreso, un proceso sin calendarios definidos. El comisario europeo de Vecindad —antes llamado de Ampliación—, Johannes Hahn, ha querido ofrecer un motivo muy práctico, alejado del romanticismo que caracterizó las primeras extensiones de la UE, para ampliar el foco hacia esa región, que aún conserva heridas de guerra. “O exportamos estabilidad o importaremos inestabilidad”, ha alertado, en referencia a que las turbulencias en los Balcanes pueden desestabilizar al club comunitario. Admitir a esos Estados, en cambio, los vacuna contra enfrentamientos como los vividos en el pasado, según esa argumentación.
Europa marca una línea roja crucial para aceptar nuevos ingresos. "No habrá nuevas ampliaciones hacia los países de los Balcanes sin que los problemas fronterizos se hayan resuelto primero", ha advertido el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ante el pleno del Parlamento Europeo. Esa exigencia de que se superen todas las disputas bilaterales puede convertir en papel mojado el intento de insuflar aire a un proceso muy complejo. Y supone una clara advertencia a Serbia y a Kosovo —entre otros—, que dialogan desde 2011 con la ayuda de la UE para resolver sus diferencias. El documento que detalla la estrategia europea hace hincapié en este diálogo como condición previa para cualquier aspiración comunitaria. De momento, Serbia ni siquiera reconoce a Kosovo. Tampoco lo hacen otros cinco Estados de la UE, entre ellos España.
Estado de derecho
Consciente de que el deterioro del Estado de derecho en varios de los últimos países que se incorporaron al club comunitario dificulta nuevas entradas, Bruselas pretende elevar los requisitos iniciales. Los deslices judiciales que se observan en países como Polonia, Hungría o Rumania multiplican el escepticismo de los miembros más longevos, entre ellos Alemania, Francia y Holanda, a nuevas ampliaciones. Fuentes comunitarias aseguran que el capítulo de Estado de derecho constituye una prioridad y que los progresos se evaluarán en función de la aplicación de las reformas, y no tanto de su aprobación, como ocurrió en el pasado.
El escenario descrito en el documento comunitario revela la ingente tarea que queda por delante. Los seis Estados balcánicos exhiben "vínculos con el crimen organizado y corrupción en todos los niveles de gobierno". Hay sensación de "impunidad e inequidad", además de "amplia interferencia política y control de los medios de comunicación". Bruselas trata de convencer a los ciudadanos de que aceptar a estos países interesa a la propia Unión, pero el riesgo de que accedan sin haberse acercado a los estándares europeos es muy elevado.
Bajo este nuevo ímpetu a un proceso que ha languidecido en los últimos 15 años subyace el temor europeo a perder influencia en la región. Bruselas observa con inquietud cómo China incrementa con rapidez sus inversiones en esos países y cómo Rusia gana, sin apenas desembolsar dinero, tracción política. La diplomacia europea confía en hacer valer la labor comunitaria en los Balcanes, aunque el predicamento de Moscú se centra precisamente en los dos países con mejores perspectivas de acceso, Serbia y Montenegro. “No hay presencia que pueda compararse a la de la UE”, ha argumentado Federica Mogherini, jefa de la diplomacia europea. Bruselas desembolsará 1.000 millones de euros este año en concepto de fondos para la preadhesión y se compromete a habilitar nuevos recursos para apoyar las reformas.
Cerrar heridas antes de ampliar el club
Admitir a nuevos miembros en la familia no solo requiere reformas en los aspirantes. La UE también debe prepararse internamente para eventuales ampliaciones. Bruselas identifica esas necesidades precisamente en el ámbito donde más esfuerzo se exige a los candidatos: el Estado de derecho. La Comisión presentará en octubre un plan para reforzar el cumplimiento de los valores democráticos en la UE, según el texto presentado este martes.
Más allá de esas cautelas para mitigar derivas como las de Polonia o Hungría, la Comisión insta a generalizar el voto por mayoría cualificada (en detrimento de la unanimidad, más difícil cuanto más se amplía la UE) y a habilitar la financiación necesaria para acoger a nuevos socios.
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