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Serbia se hace más europea

El país balcánico pone en marcha reformas para sanear la economía y captar inversores

María R. Sahuquillo
Gente en la plaza de la República en Belgrado (Serbia)
Gente en la plaza de la República en Belgrado (Serbia)LUIS ROCA ARENCIBIA

Savamala, uno de los barrios más antiguos de Belgrado y clave en el levantamiento de los serbios contra el Ejército turco en 1806, busca ser el escenario del mayor complejo residencial y comercial de los Balcanes. El vecindario, ahora en recuperación pero situado en uno de los lugares más jugosos de la ciudad, el margen derecho del río Sava en su confluencia con el Danubio, acogerá Belgrado Waterfront, un proyecto conjunto de la compañía de Abu Dhabi Eagle Hills y el Gobierno serbio, en el que se invertirán 2.800 millones de euros para construir 17.000 apartamentos, varios hoteles, un macro-centro comercial y una torre acristalada de 180 metros de alto al más puro estilo emiratí.

Un plan de desarrollo urbanístico a gran escala ­–que se iniciará este verano y tiene previsto dilatarse dos décadas– con el que el Gobierno de Aleksandar Vucic quiere convertir la capital Serbia en el corazón de las operaciones financieras de la región. De hecho, su Ejecutivo aprobó hace un par de meses una ley especial para dar luz verde al proyecto, que ha suscitado numerosas críticas por su opacidad y el uso de espacios y recursos públicos. Belgrado Waterfront –en el que la compañía de Emiratos pondrá el 68% del capital y prestará una buena parte del otro 32% que corresponde a Serbia– simboliza todo a lo que el Estado balcánico, deseoso de atraer a inversores extranjeros, aspira. También es la señal del creciente interés con el que distintos socios comerciales, como Rusia –con sus históricos lazos—, Turquía o China, observan al país de la antigua Yugoslavia.

Un fondo emiratí lidera una gran inversión para revitalizar Belgrado

Serbia (7,2 millones de habitantes), candidato a entrar en la Unión Europea, con un 21% de la población desempleada –casi un 50% entre los jóvenes– y un déficit presupuestario de más del 7% del PIB, ve en esos socios y en su capital una oportunidad de abrazar la recuperación económica y salir de una crisis que la golpeó de lleno cuando comenzaba a restablecerse de los años de conflictos con sus vecinos. El país, que ha recibido para los próximos tres años un crédito de mil millones de euros del Fondo Monetario Internacional –que ha mejorado la previsión de crecimiento económico del país del -0,5% al 0%–, está embarcado en un proceso de reformas orientadas a cumplir con las exigencias de Bruselas: una importante reestructuración de sus sistemas fiscal y judicial, así como un programa de saneamiento de las finanzas públicas, que incluye la privatización de más de 500 empresas públicas y un severo plan de recortes.

Pero tendrá que trabajar duro para salir del bache. Más aún ahora, apunta la analista especializada Raquel Montes Torralba, que ha perdido uno de sus principales proyectos: el South Stream, el gasoducto que la rusa Gazprom –controlada por Moscú– aspiraba a construir para llevar gas desde su territorio hasta Europa, atravesando el Mar Negro; y que convertía a Serbia en uno de los puntos clave de tránsito. Pero Rusia, en plena tensión con la UE a causa del conflicto en Ucrania, ha renunciado al South Stream, que iba a suponer 2.000 millones de euros en inversión extranjera en el país balcánico y la creación de 2.500 puestos de trabajo.

Un proyecto, además, por el que Belgrado –que siempre se ha definido como “neutral” frente a las sanciones comunitarias a Rusia– se había afianzado en su postura equilibrista entre su aliado histórico, Moscú, y su futuro, Bruselas. El país de la antigua Yugoslavia, con potencial en la industria automovilística, metales, mobiliario o maquinaria, recibe el 75% de las inversiones directas desde los países de la UE –sobre todo Austria, Luxemburgo, Alemania e Italia–: unos 7.000 millones de euros anuales de exportaciones y 9.500 de importaciones. Rusia, explica Aleksandar Kemives, director del Centro para el Apoyo a la Inversión de Belgrado, es su octavo inversor directo; pero lo es en un campo clave: la energía, de la que el país balcánico depende mayoritariamente.

El país promociona sus buenas relaciones con rusia y china para atraer capital

El acuerdo de libre comercio que mantiene con Moscú desde 2000, y que permite exportar con ventajas la mayoría de los productos fabricados en Serbia, también puede ser un tanto a su favor para atraer grandes proyectos de inversión, según el secretario de Comercio, Turismo y Telecomunicaciones, Stevan Nikcevic. Serbia puede, por ejemplo, vender productos agroalimentarios a Rusia sin aranceles, a diferencia de los países de la UE, que cargan con sanciones.

A este acuerdo con Rusia, Serbia suma otros similares con Bielorrusia, Kazajistán o Turquia; y firmará en breve convenios de libre comercio con Corea del Sur y Canada. Además, Belgrado, que quiere explotar su posición geográfica estratégica entre Europa y Oriente, observa con atención las “nuevas posibilidades” de negocio con los países Árabes y del norte de África. Emiratos Arabes, por ejemplo, no solo ha apostado por las infraestructuras, con Belgrado Waterfront, también ha comprado el 49% de la aerolínea nacional Jat Airways, ahora llamada Air Serbia.

La compañía aérea es una de las 500 –entre las que hay desde farmacéuticas como Galenika o la compañía serbia de telecomunicaciones– incluidas en el plan privatizador del Gobierno. Otro elemento que puede ser un buen gancho para la inversión extranjera, apunta el vicepresidente de la Cámara de Comercio serbia, Zdravko Jelusic, que ve con esperanza la integración de Serbia en la UE. “Es un proceso importante para los negocios serbios y bueno para ambas partes, aunque la adhesión no será gratis. Requiere importantes reformas y también la entrada en un entorno empresarial muy competitivo”, advierte.

El Estado balcánico recibe el 75% de las inversiones de los países de la UE

Sin embargo, son firmas ajenas al espacio comunitario las que están pujando con más fuerza en Serbia, incide la analista Montes Torralba. Algo, dice, que Europa debería evaluar más seriamente. “Hay una brecha entre la voluntad de la UE de integrar a los países del sudeste de Europa y su posicionamiento estratégico en la zona. Esta brecha permite que otros actores de fuera de la región, como Rusia o China, se posicionen en aspectos clave como infraestructuras”, dice.

El gigante asiático ya está en marcha. De hecho, el primer puente construido en Serbia en varias décadas es chino –Pekín ha puesto el 85% de los 209 millones de euros que ha costado–. El corredor de 1.500 metros sobre el río Danubio, inaugurado en diciembre por los primeros ministros de ambos países, une los distritos de Belgrado de Zemun y Bora; y afianza las relaciones entre Pekín y Belgrado.

China, deseoso de fortalecer los vínculos comerciales con los países de la región, observa con avidez las incipientes oportunidades en Serbia. Por allí pasará el primer tren de alta velocidad que Pekín construye en Europa, un corredor que conecta Belgrado y Budapest y para el que aportará 8.000 millones de euros en créditos. El corredor es un tramo clave de su nueva ruta de la seda con la que pretende enlazar, tomando como base el puerto griego de El Pireo –donde la firma china Cosco tiene una concesión de 35 años–, su territorio con Europa.

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.

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