Un restaurante de Venecia cobra 1.143 euros a cuatro japoneses por comer chuletón y pescado
El alcalde de la ciudad, inmersa en una política económica basada en el turismo masivo, ha pedido disculpas
Cuatro chuletones, otras tantas frituras mixtas, agua mineral y el servicio de cubiertos. En total, 1.143 euros. Venecia ha vuelto a superar su propio récord de estafa a los clientes de un restaurante cercano a la Plaza San Marcos y cobró este importe a cuatro estudiantes japoneses de la Universdidad de Bolonia que entraron en la Osteria de Luca, un lugar más bien corriente. La ciudad, abocada en tantos aspectos al modelo turístico de coge el dinero y corre, ha pedido esta vez disculpas a través de su alcalde, Luigi Brugnaro. El mismo que el pasado noviembre asumió como algo normal que se cobrase 560 euros a unos turistas a los que el camarero trajo lo que quiso.
Brugnaro escribió en su cuenta de Twitter: “En los próximos días vamos a verificar bien este episodio, enviaremos la copia de la queja: si este episodio vergonzoso se confirma, haremos todo lo posible para castigar a los responsables. ¡Estamos a favor de la justicia, siempre!”. El periódico Venezia Today logró localizar al propietario del restaurante, un egipcio que hizo ver que la cosa no iba con él. “No recuerdo haber tenido problemas con los clientes japoneses en estos días”.
Las pruebas de esta estafa, que no deja de ser un abuso recurrente en tantos locales, fueron entregadas por los estudiantes a la policía de Bolonia. Pero dos periodistas de Il Gazzetino fueron al mismo restaurante para realizar el mismo pedido y comprobar lo que costaba realmente. Pidieron un plato similar —el dueño del local les preguntó si eran periodistas— y la cuenta ascendió a 82 euros por persona. El bistec costó 18 euros, el plato de fritura de pescado, 50 euros; el agua, 4, más 10 euros por la mesa. Después del suceso y basado en estas cifras, la CNN ha hecho pública una lista de lugares a evitar en 2018 donde Venecia es la número 1. Pero está acompañado en la deshonrosa lista por Dubrovnik, Santorini y Barcelona.
La sobreexplotación turística de Venecia, la ciudad del mundo más afectada por esta industria (55.000 habitantes frente a 24 millones de visitantes al año), provoca a menudo este tipo de situaciones. Especialmente con la llegada masiva de cruceros, que ha saturado por completo el espacio y genera una industria de visitas exprés en la que la calidad o la fidelización de los clientes no tiene ningún peso a la hora de ofrecer los productos. Este año han desembarcado 2,5 millones de pasajeros y el encanto de su laguna ha vuelto a convertirse en una grotesca postal con barcos gigantes a pocos metros del Palacio Ducal. De modo que el Gobierno ha aprobado que, desde enero se reduzca de forma gradual el tráfico de estos megabarcos. Una medida que llegó después de que la UNESCO amenazase seriamente con eliminarla de su lista de Patrimonio de la Humanidad si no se actuaba urgentemente.
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