Juncker y Macron ven “alentador” el pacto para reeditar la gran coalición en Berlín
"La sustancia del acuerdo va en línea con el debate político en la Unión", ha asegurado el presidente de la Comisión Europea
Brexit fue el acrónimo del año en 2017; GroKo (grosse Koalition, gran coalición en alemán) tiene pinta de ser el del arranque de 2018. Los partidarios de una mayor integración europea celebraron este viernes el acuerdo entre democristianos y socialdemócratas en Alemania, que saca del impasse político a la primera potencia económica de Europa. “Es significativo, constructivo, positivo, alentador para Alemania y para la Unión Europea”, ha dicho el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. “Veo una señal del todo favorable al mayor avance en los temas europeos que propongo y defiendo”, ha corroborado el presidente francés, Emmanuel Macron.
La incertidumbre europea se ha desvanecido en unos meses. La ultraderecha no alcanzó a gobernar en Holanda ni en Francia, el desafío independentista catalán sigue ahí pero pierde fuelle en Bruselas, y la falta de Gobierno en Alemania se ha extendido menos de lo que parecía.
“El contenido del acuerdo va en línea con el debate político sobre el futuro de la Unión”, dijo Juncker en Sofía, tras la reunión entre el brazo ejecutivo de la UE y la presidencia rotatoria de la UE, en manos de Bulgaria. El presidente de la Comisión no entró en los pormenores del documento acordado por la Unión Democristiana (CDU), la Unión Socialcristiana bávara (CSU) y el Partido Socialdemócrata (SPD), y que debe permitir renovar la gran coalición con la canciller Angela Merkel al frente. “Alemania es uno de los motores de la UE y la fumata blanca permitirá avanzar en las grandes agendas”, secundó a Juncker el primer ministro búlgaro, Boiko Borísov, al frente de la presidencia de la UE.
Para Macron, en el cargo desde mayo y principal impulsor de la “refundación” de Europa en las capitales de la UE, el acuerdo de coalición representa una victoria personal. Su propuesta para una mayor integración, formulada en un discurso en la Sorbona el pasado otoño, se encontraba en suspenso, a la espera de que Alemania tuviese un gobierno con el que cooperar. Francia sola carece de fuerza para hacerlo.
El presidente francés ha admitido, en una rueda de prensa en el Elíseo junto al nuevo canciller austriaco, Sebastian Kurz, que el acuerdo de Merkel y sus socios bávaros con el SPD de Martin Schulz representa una clara mejora respecto al acuerdo que Merkel había negociado con los liberales del FDP, escéptico ante las propuestas europeístas de París. Con el SPD en vez del FDP, Macron sale ganando.
“En los múltiples desafíos que afrontamos”, ha dicho Macron, “necesitamos más Europa. Y lo que he visto de acuerdo provisional es que constata la necesidad de aportar, con ambición, una respuesta europea, más ambiciosa. El acuerdo es alentador".
El acuerdo de Berlín, además de ratificar en líneas generales las ambiciones francesas para Europa, refleja, adaptado a las particularidades alemanas, el talante de Macron, que hace poco más de un año irrumpió en el escenario francés, y el europeo, presentándose como un político de nuevo cuño, "ni de izquierdas ni de derechas". Como el centrista Macron, y si los partidos acaban ratificando el acuerdo, el nuevo Gobierno alemán congregará elementos de izquierdas y de derechas, la socialdemocracia y el conservadurismo, la apertura al resto de Europa con medidas más restrictivas en inmigración.
El motor franco-alemán ante el futuro de la eurozona
El presidente francés, Emmanuel Macron, insiste en que la moneda única necesita un presupuesto anticrisis y algo más que un simple parche. El jefe de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, lanzó en diciembre su propio plan, que se basa en transformar el mecanismo de ayuda (Mede) en un Fondo Monetario Europeo que permita a su vez completar la unión bancaria, en avanzar hacia un presupuesto anticrisis para luchar contra shocks asimétricos y en la creación de un superministro del euro, que sería vicepresidente de la Comisión, presidente permanente del Eurogrupo y permitiría una mayor coordinación de las políticas económicas entre los socios de la zona euro.
Berlín se ha opuesto tradicionalmente a muchos de esos avances, incluso por escrito recientemente, en un duro documento del Ministerio de Finanzas. Pero la canciller Angela Merkel mantiene un pacto con Macron, y la agenda del SPD alemán podría llevar a Berlín a ir incluso más lejos de lo que parecía. “La renovación de la UE solo se conseguirá si Alemania y Francia trabajan juntas y con toda su energía para ello”, dice el documento provisional para el acuerdo de coalición.
El próximo hito para la UE serán las elecciones italianas, en marzo, de nuevo con el populismo del Movimiento 5 Estrellas o la ultranacionalista Liga Norte en liza. Pero la UE afronta los principales desafíos de 2018 (el Brexit, la inaplazable reforma del euro y los presupuestos para el periodo 2020-2027, que se deciden a partir de esta primavera) sin la camisa de fuerza que imponía la falta de Gobierno en Alemania.
Alemania ha abogado hasta ahora por negociar con dureza con Reino Unido; la posición sobre el Brexit no estaba en cuestión en las negociaciones entre Angela Merkel y Martin Schulz. Pero centroderecha y centroizquierda diferían enormemente en lo relativo a la reforma del euro, con una Merkel partidaria de mantener el estatus quo y un Schulz más ambicioso, más europeísta, más favorable a las propuestas de París y Bruselas.
Bruselas llevaba meses diciendo que hay una ventana de oportunidad para apuntalar el euro y evitar que la próxima crisis se lo lleve por delante. "Esa ventana se abre a partir de hoy", ha asegurado una fuente comunitaria tras la reunión en Sofía. "El acuerdo incluye las líneas maestras de lo que se ha ido proponiendo en las últimas semanas: son buenas noticias para Europa", ha asegurado la misma fuente.
Merkel habla de “un nuevo comienzo” para Europa. Queda lo más difícil: traducir en hechos esas dulces palabras; pasar de las musas al teatro.
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