Una competición tripolar
Los sondeos indican que el Parlamento que saldrá elegido de las próximas elecciones italianas se encontrará dividido en tres grupos
Los sondeos indican que el Parlamento que saldrá elegido de las próximas elecciones italianas se encontrará dividido en tres grupos, casi idénticos en términos de peso electoral: el polo del centro-derecha, el del centro-izquierda y el del “populismo puro”, al decir del politólogo Marco Tarchi, encarnado por el M5S. Así las cosas, las elecciones que se celebrarán el 4 de marzo de 2018 confirmarán la consolidación de la competición tripolar que inauguraron las elecciones de 2013. Y que supuso, entre otras cosas, la quiebra de la dinámica política bipolar que había dominado la política italiana durante más de 20 años. Justamente desde que en el periodo 1992-1994 los partidos tradicionales que habían gobernado Italia desde la posguerra fueron condenados a la historia por el proceso judicial Manos limpias.
El éxito del M5S en las elecciones de 2013 fue interpretado en el contexto de la crisis económica y como respuesta al Gobierno tecnócrata de Mario Monti, sostenido por los principales partidos del arco parlamentario. Un fenómeno, por tanto, asimilable al proceso de irrupción de otros actores populistas en las democracias del sur de Europa. Sin embargo, la consolidación del M5S, al que todos los sondeos consideran el primer partido en intención de voto, ya no puede considerarse ni fortuita ni circunscrita al ciclo político generado por la crisis. Responde, en todo caso, al profundo arraigo de la antipolítica entre los italianos. Y, sobre todo, a la capacidad del M5S para convertirse en su mejor intérprete. Según los datos que ofrece el informe anual de 2016 Gli italiani e lo Stato, elaborado por el politólogo Ilvo Diamanti y su equipo para la La Repubblica, los partidos políticos y el Parlamento son las instituciones que menos confianza despiertan entre los italianos. Aún más, según el mismo estudio un 48% de los encuestados considera que la democracia puede funcionar sin partidos políticos. De aquí el éxito de un movimiento o no-partido como el M5S, capaz de recoger este consenso y hacerlo trabajar apelando a la realización de una democracia directa apoyada en las redes.
Tanto el PD como Forza Italia son partidos forjados al calor de la competición bipolar que favoreció la agregación de partidos en torno a dos grandes coaliciones de izquierda y derecha. Así nacieron en 2007 tanto el Partido Democrático como El Pueblo de la Libertad de Berlusconi. Esta competición bipolar, reducida en muchos casos a la dialéctica berlusconismo-antiberlusconismo, cohesionaba ambos polos y salvaba sus contradicciones internas. Sin embargo, el nuevo escenario tripolar nacido de las elecciones de 2013, y que parece va a confirmarse en 2018, redimensiona el eje política-antipolítica y desdibuja el discurso izquierda-derecha. De aquí, en buena medida, la proliferación de nuevos partidos, la crisis del PD de Renzi, como la incapacidad de Forza Italia para continuar siendo el partido hegemónico de la derecha.
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