_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Vivir la historia hacia adelante

No puede haber una paz justa que no incluya a Jerusalén como capital de Israel

Una vista de la ciudad vieja de Jerusalén, este martes.
Una vista de la ciudad vieja de Jerusalén, este martes.ODED BALILTY ( AP)

La decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de reconocer a Jerusalén como capital de Israel y de trasladar la Embajada a dicha ciudad ha provocado reacciones dispares en Occidente y negativas por parte de organizaciones palestinas, de grupos radicales, de países árabes y de Irán.

Más información
El fin de 70 años de consenso amenaza con desatar la violencia
“Con Trump la violencia vuelve a las calles de Jerusalén. A las suyas y a las nuestras”

No obstante, este reconocimiento hace efectivo el cumplimiento de una ley aprobada por el Congreso estadounidense en 1995, reconoce una conexión espiritual y política, así como una reivindicación histórica y legítima, de todo el pueblo judío durante más de 3.000 años y, además, establece un nuevo marco de negociación para el proceso de paz entre israelíes y palestinos.

Jerusalén ostenta un papel central en el devenir de los judíos. Jerusalén es mencionada 821 veces en la Biblia (fue la capital de los antiguos reinos de Israel y Judea) y 3.212 en el Talmud —compilación legal, religiosa, filosófica y científica que es la obra central de la Diáspora judía tras la destrucción de Jerusalén—. Asimismo, ha sido el símbolo milenario de la aspiración de los judíos a regresar a su Tierra ancestral, como así atestiguan todos los judíos la primera noche de Pesaj (“el año que viene en Jerusalén”) y en el momento de su casamiento, cuando recitan el Salmo 137 (“Si te olvidare, Oh Jerusalén”).

El movimiento de liberación nacional de los judíos, el sionismo, debe su nombre al monte Sión, ubicado en Jerusalén y en donde se erigía el Templo de Salomón. Esta conexión incondicional es ampliamente reconocida, incluso por los mismos árabes palestinos. De acuerdo con las palabras del profesor Sari Nusseibeh, representante de la Autoridad Nacional Palestina en Jerusalén hasta el año 2002: “El pueblo judío tiene conexión existencial con Jerusalén que debe ser reconocida y respetada. Habría que estar ciego para negar la conexión judía con Jerusalén.”

Pero la capitalidad de Jerusalén no responde solamente al lazo sentimental y milenario que la une con los judíos de todo el mundo. El Estado de Israel, que alberga allí la sede del Gobierno, el Parlamento, los Ministerios y la Corte Suprema, entre otras instituciones públicas, declaró a Jerusalén como su capital en 1980, mediante la promulgación de una Ley Fundamental, que protege y garantiza los derechos y la libertad de culto a todas las religiones. De hecho, desde 1967 los santos lugares son respetados —no así durante la ocupación jordana de la parte Este de la ciudad, que duró desde 1949 hasta 1967— y, además, el Monte del Templo o Explanada de las Mezquitas está bajo la soberanía religiosa del Waqf jordano. Jerusalén, que nunca ha sido capital de ningún país árabe, es hoy, bajo una legislación democrática y garantista, una ciudad vibrante y un espacio dinámico en el que conviven todas las religiones.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

La decisión de Trump puede ayudar a resolver el conflicto entre israelíes y palestinos. Decía el politólogo español Tomás Mestre Vives que la resolución de controversias se logra mediante compromisos y acomodaciones, donde las concesiones suelen ser mutuas y aceptables. A este respecto, EE UU e Israel comparten un mismo compromiso para la promoción del entendimiento y la paz entre Israel y todos sus países vecinos, incluido el pueblo palestino, basado en el reconocimiento mutuo, en el diálogo y en la seguridad. Por ello, no puede haber una paz justa que no incluya a Jerusalén como capital de Israel y que no reconozca la libertad de culto para todas las religiones.

La decisión del Gobierno americano compromete a las partes y abre una nueva realidad en Oriente Medio. La ansiada paz podría estar más cerca. Parafraseando al filósofo danés Søren Kierkegaard, la historia solo puede ser comprendida hacia atrás, pero únicamente puede ser vivida hacia delante.

Isaac Querub Caro es el presidente de la Federación de Comunidades Judías de España.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_