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Asia espera a Trump con el aliento contenido

La figura del imprevisible presidente de EE UU contrasta con la del chino Xi Jinping, dispuesto a convertir a su país en una gran potencia

Macarena Vidal Liy
Varias personas pasan delante de un cartel del presidente chino, Xi Jinping, en Pekín, el pasado 26 de octubre.
Varias personas pasan delante de un cartel del presidente chino, Xi Jinping, en Pekín, el pasado 26 de octubre.Andy Wong (AP)

Asia aguarda con expectación la primera gira del impredecible presidente estadounidense. Los aliados de EE UU esperan gestos que demuestren que esa región le importa a Donald Trump y que quiere mantener la presencia de su país. Hasta ahora, las señales han sido, cuando menos, contradictorias. Y China, cuyo presidente, Xi Jinping, acaba de ser coronado como el líder más poderoso de su país desde los años 70, ha dejado claro que está dispuesto a llenar cualquier vacío que deje Washington.

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En el reciente Congreso del Partido Comunista que le renovó el mandato para al menos cinco años más, Xi aseguró que su país buscará convertirse en “un líder global en lo que respecta a la influencia internacional y a un amplio poderío nacional”. A diferencia de EE UU, China se presenta ahora como la gran potencia defensora de la globalización, del libre comercio, de la lucha contra el cambio climático. Cuestiones dominantes en las cumbres regionales de años previos, como las disputas de soberanía en el mar del sur de China, han quedado acalladas.

Y aunque la pujanza china pueda suscitar reticencias entre sus vecinos, Xi también se presenta como un líder fiable. Al contrario de Trump, al que incluso sus aliados perciben con aprensión ante la posibilidad de que un cambio de humor pueda generar un momento embarazoso, en el mejor de los casos, o toda una crisis.

El presidente estadounidense ya causó una profunda decepción entre sus aliados a la zona cuando, apenas llegado al poder, se bajó en marcha del TPP, el ambicioso pacto de libre comercio que conectaba ambas orillas del Pacífico, pero excluía a China. Aunque parece haber reculado de sus exigencias de que socios como Tokio o Seúl pagaran los gastos de la protección estadounidense, ha seguido desconcertando con amenazas como la de anular el tratado de libre comercio vigente con Corea del Sur.

Vista la trayectoria, es difícil que los países de la región apoyen sus propuestas más allá de lo que dicte la buena educación. Su iniciativa “Indo-Pacífico abierto y libre” parece que vaya a tener poco recorrido, más allá de un simple cambio de nombre a la región que hasta ahora se conocía generalmente como “Asia-Pacífico”. Ni siquiera India, el país al que se pretende incluir con la nueva denominación, se ha mostrado excesivamente entusiasta de una alianza firme con Washington.

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La retórica beligerante de Trump contra Corea del Norte y su líder Kim Jong-un han causado también inquietud ante la posibilidad de que pudiera desencadenar un conflicto en el que sus dos mejores aliados en la región, Japón y Corea del Sur, quedarían especialmente mal parados.

No es casualidad que, precisamente ahora, Pekín y Seúl hayan dado oficialmente por enterrada el hacha de guerra que China blandió cuando su vecino desplegó a comienzos de este año el escudo antimisiles THAAD. O que Japón busque una reunión trilateral. Corea del Norte preocupa y las tres capitales tienen mucho interés en evitar que Pyongyang pueda dar pasos que desestabilicen gravemente la región.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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