Ciudadano Mancera
El sismo agarró al jefe de Gobierno de la Ciudad de México con las maletas hechas para lanzarse a la carrera presidencial
A Miguel Ángel Mancera le agarró el sismo del pasado 19 de septiembre en su despacho cuando contaba a la emisora WRadio su experiencia en el del 85. El temblor le precipitó hacia a la calle mientras veía como las enormes lámparas del palacio del Ayuntamiento “oscilaban como piñatas”. Aún con el miedo en el cuerpo, ordenó la evacuación del edificio y al rato cruzando unas calles congestionadas se subió a un helicóptero para ver la magnitud de la catástrofe. Fue el momento más duro: “Vi mi ciudad lastimada, edificios en llamas, otros derrumbados…”.
El alcalde de la mayor ciudad que habla español del mundo se encerró en el centro de control C-5 para coordinar desde allí junto con el Gobierno federal, la Marina, el Ejército y Protección Civil los planes de emergencia. Días de sin dormir, en los que la adrenalina vencía al cansancio. A sabiendas de que la gestión del terremoto iba a marcar su futuro político optó por un perfil bajo. Visitó los lugares que en horas se convirtieron en iconos de la tragedia, pero evitó un protagonismo mediático, que con toda probabilidad hubiera generado más críticas por parte de los chilangos que su ausencia.
Va a cumplirse un mes del terremoto y Mancera sigue concentrado en la reconstrucción de la ciudad, en los centenares de edificios derrumbados y en los centenares que tendrán que ser demolidos o rehabilitados. En la ayudas a los damnificados, en el restablecimiento de los servicios públicos, en la recuperación de los comercios y el turismo. No faltan las críticas de una sociedad civil que tomó la iniciativa de la solidaridad en los peores momentos –demasiado poco, demasiado tarde, demasiado caro….-, pero la ciudad, un “laboratorio viviente”, como él dice, con más de 20 millones de habitantes y siete millones de vehículos, ha ido recuperando su pulso sin violencia, sin pillaje, sin protestas.
El sismo también le agarró a Mancera cuando tenía las maletas hechas para abandonar la jefatura del Gobierno de Ciudad de México y lanzarse a la carrera para las presidenciales de 2018 integrado en el Frente Ciudadano que reúne al Partido Acción Nacional (PAN, derecha), el Partido de la Revolución Democrática (PRD, izquierda) y al Movimiento Ciudadano. Hoy dice que esas maletas siguen hechas “pero que ya no saben dónde están” cuando vuelve a su casa. Tampoco parece tener prisa por encontrarlas. El partido electoral está aún por empezar y el Frente Ciudadano, más bien un mero frente electoral, sometido tanto al fuego amigo como al enemigo, tiene todavía que demostrar que la actual jaula de grillos puede llegar a ser una alternativa real, si realmente quiere el poder y para qué y quién será su candidato. El ciudadano Mancera espera su momento.
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