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Un año de cárcel para el único condenado por el ático del cardenal Bertone

El tribunal del Vaticano, que no ha llamado a declarar al ex secretario de Estado del Vaticano, sentencia que el piso de lujo se pagó con fondos de un hospital infantil

Daniel Verdú
El cardenal Tarcisio Bertone, exsecretario de Estado del Vaticano.
El cardenal Tarcisio Bertone, exsecretario de Estado del Vaticano.Andrew Medichini

Un constructor en bancarrota con una sociedad en Londres. Un todopoderoso cardenal con un ático de 600 metros cuadrados y 100 de terraza pagado con fondos de un hospital infantil. Y los dos altos empleados del Vaticano —presidente y tesorero de dicha institución— metidos en el mismo follón. Al final, un solo condenado a un año de cárcel con la pena suspendida. Es el desenlace, a falta de un nuevo e inesperado capítulo, del culebrón de la reforma del ático de lujo en el que todavía vive el anterior secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone, que se pagó con 422.005,16 euros del hospital infantil Bambino Gesù.

El Tribunal del Vaticano ha condenado a 12 meses de prisión a Giuseppe Profiti por abuso de poder en el conocido caso. Al mismo tiempo, ha absuelto al otro imputado, el extesorero Massimo Spina, sin haber llamado a declarar a dos protagonistas de la historia: Bertone y el empresario Gianantonio Bandera —cercano al cardenal— que se encargó de la reforma y recibió el dinero. Un caso que explotó justo a la llegada del papa Francisco, que vive justo al lado, en la residencia de Santa Marta, donde ocupa una habitación doble que no llega a los 70 metros cuadrados.

Las cifras que rodearon al polémico ático —dos apartamentos unidos para él y las tres monjas que le acompañan— nunca quedaron completamente aclarado. Primero se supo que había costado unos 150.000 euros, dinero que el propio Bertone restituyó al hospital cuando trascendió el escándalo. Posteriormente, el cardenal aseguró que también había puesto otros 300.000 euros de su bolsillo y finalmente se supo que lo que desembolsó el centro médico fueron 442.000 euros. Entre unas cosas y otras —se habló de un equipo de música de 18.000 euros, mármoles de lujo y suelos de roble— la factura que cobró la sociedad radicada en Londres de un constructor italiano en bancarrota, muy cercano al propio Bertone, salió por 792.544 euros.

En el escueto texto emitido por el Vaticano tampoco queda claro el nivel de conocimiento que tuvo Bertone en todo el asunto. Él siempre aseguró a través de sus abogados “no haber dado nunca indicaciones o autorización a la Fundación Bambino Gesù sobre ningún pago" con relación al apartamento habitado por él. Pero según publica Reuters, Profiti aseguró durante el juicio que Bertone era consciente de ello. “Pero la idea fue solo mía”, matizó en un ejercicio de autoinculpación.

El fiscal aseguró que el “terrible” incidente estuvo caracterizado por el “silencio, la opacidad y el pobre manejo de los asuntos públicos”. El Ministerio Público había pedido tres años de cárcel para Profiti. Pero el tribunal ha desestimado los cargos por malversación de fondos. En cualquier caso, ¿por qué querría un hospital invertir casi medio millón de euros en el ático de un cardenal? Según su abogado, lo hizo para que el lugar sirviese para celebrar cenas o reuniones para recaudar fondos en favor del hospital pediátrico.

La prensa italiana y las investigaciones del periodista Emiliano Fittipaldi, autor del libro Avaricia, señalaron en su momento que la reforma no fue facturada por la empresa Castelli Re, la encargada de efectuar la reestructuración del edificio, ya que quebró en julio de 2015. Los fondos fueron a parar a una sociedad británica con sede en Londres, LG Concractor, controlada por el propietario de Castelli Re, Gianantonio Bandera, amigo personal del cardenal Bertone. No hay constancia según el escueto texto de la sentencia hecho público por el Vaticano que ese dinero, que debía destinarse a la cura de niños enfermos, vaya a ser restituido por nadie.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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