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El jesuita portugués que defendió a los indios y al que ahora tachan de “esclavista”

El grupo Descolonizando protesta ante la estatua de António Vieira erigida en Lisboa, icono de las letras portuguesas y conocido por enfrentarse a la Inquisición de la Iglesia

La estatua erigida en Lisboa (Portugal) al padre António Vieira.
La estatua erigida en Lisboa (Portugal) al padre António Vieira.CÁMARA MUNICIPAL DE LISBOA
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Tal y como están de susceptibles las sensibilidades, colocar una estatua en la calle es operación de alto riesgo. Lisboa estrenó una el pasado mes de junio, de un cura y, además, rodeado de tres niños indios. No es el pueblo portugués muy aficionado a la violencia, ni siquiera verbal, pero el homenaje público al jesuita António Vieira (1608-1697) tuvo hace unos días una contestación inusual: un grupo denominado Descolonizando convocó una manifestación ante la estatua del cura, culpado de ser “esclavista selectivo”. Sin embargo, Vieira, icono de las letras portuguesas, destacó precisamente por su defensa de los derechos de los indios.

Al curioso delito contra Vieira se añadían más razones para llamar a la manifestación, por ejemplo, que “con la colaboración de la Iglesia, más de seis millones de africanos fueron esclavizados por los portugueses en el tráfico trasatlántico”. El grupo convocante también recordaba que a final de aquel siglo XVII Portugal ya había diezmado a la población indígena y que los jesuitas eran los “mayores responsables del genocidio amerindio”.

Vieira llegó a Bahía a los 11 años y a los 17 ya hizo los votos de castidad. A los 26 era sacerdote jesuita. Sus cientos de sermones se consideran hoy piezas literarias por lo que es considerado uno de los grandes escritores portugueses, aunque él era más orador que escribano, oficio de su padre.

Más allá de que Vieira desarrollara su labor evangelizadora en la Amazonia brasileña y no en África, los convocantes fueron a protestar contra un jesuita que se distinguió por lo contrario de lo que le acusan, por su denuncia de la explotación de los indios, por su defensa de los judíos, incluso por sus críticas a la Inquisición de la Iglesia.

El alcalde de Lisboa el día de la inauguración de la estatua al padre António Vieira.
El alcalde de Lisboa el día de la inauguración de la estatua al padre António Vieira.CML
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La sorprendente convocatoria contra uno de los iconos de la cultura portuguesa también tuvo una respuesta inesperada; apareció una docena de personas del grupo Descolonizando —apoyado por SOS Racismo y el Bloco de Esquerda— y un centenar del otro lado, de la Asociación Portugueses Primero, con grandes banderas portuguesas, que protegieron a la estatua de cualquier presunta agresión.

Si la original convocatoria, aunque fallida, ha abierto la espita del revisionismo escultural del análisis con ojos actuales a situaciones de hace siglos, que empiecen a temblar todos los caballos de la ciudad que sostienen a reyes y hasta el mismísimo marqués de Pombal, mortífero ejecutor de los que se oponían a sus reformas urbanas que dieron lugar a la bella Lisboa de hoy en día. Quien más quien menos, nadie está libre de ser un “esclavista selectivo”.

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