Trump quiere cortar las alas a los cazadores de huracanes
Los científicos recuerdan a la Casa Blanca que la labor de la agencia que estudia las condiciones atmosféricas es vital
Los cazadores de tormentas no dan abasto esta temporada de huracanes en Estados Unidos. Con sus aviones de reconocimiento se meten en el ojo de los ciclones para medir la velocidad, la presión y la humedad, tratando así de definir la trayectoria más exacta posible y ayudar a anticipar el lugar preciso donde hará impacto. Nunca antes vieron una tempestad con el poder de Irma. 50 kilómetros de desviación hacia el oeste o el este en el cálculo, dicen, puede marcar la diferencia.
El trabajo de NOAA, las siglas de la agencia estadounidense que se encarga de estudiar la evolución de las condiciones atmosféricas en los océanos, es vital para que las autoridades en tierra puedan anticipar movimientos y organizar recursos. El presidente, Donald Trump, contempla en su proyecto de presupuesto un recorte del gasto del 17%, hasta los 4.775 millones de dólares (3.970 millones de euros). La oficina depende del Departamento de Comercio, que dirige Wilbur Ross.
Los científicos de NOAA anticiparon a comienzos del verano que esta sería una temporada de huracanes especialmente intensa. Ross asegura que la agencia está bien dotada para desempeñar su misión. La comunidad científica, por el contrario, expresa su temor hacia los recortes que plantea la Casa Blanca. Los modelos anticipan que los huracanes serán más frecuentes y más intensos.
El programa de investigación oceánica y atmosférica va a sufrir el mayor recorte, del 32%, y un 6% el servicio nacional de meteorología. También se rebaja un 19% el presupuesto para el estudio del clima, con la eliminación del equipo de investigación en el Ártico. Los científicos consideran que estas acciones retaran capacidad para hacer predicciones esenciales para el tráfico marítimo y las comunidades costeras.
Neal Dorst, de la división de investigación de huracanes de NOAA, insiste en que hacer la predicción correcta es una cuestión de vida o muerte. “Si avisas a la población de que va a sufrir una tormenta devastadora y no llega, la próxima vez no te creerán”, advierte, “es una cuestión de confianza”. Sin entrar en cuestiones políticas, explica que seguir a un huracán es caro porque hay múltiples componentes funcionando.
Satélites y becas
Uno de ellos son los satélites que se ponen en órbita, los primeros que detectan donde se forman los huracanes. Trump propone recortes de gasto también para esta división de la agencia. El ajuste presupuestario se completa que la eliminación del programa que financia proyectos de investigación en 33 universidades así como la oficina de educación de NOAA, que concede becas a estudiantes y profesores en ciencias.
Los fondos destinados a predecir los huracanes están sufriendo recortes desde hace años. Los expertos explican que esto afecta a la labor de NOAA por dos vías. Por un lado, provocan una reducción de la plantilla en la agencia, que ya acusa problemas de falta de personal en momentos de especial intensidad. Por otro, limita el desarrollo de mejores sistemas de predicción para el futuro.
Ross echa balones fuera. Evita decir si esta sucesión de huracanes va a hacer cambiar la opinión de Trump. La piedra está ahora sobre el tejado del Congreso, donde los legisladores deben decidir si aceptan la propuesta del presidente y los fondos que serían apropiados para que los servicios dependientes de NOAA desempeñen su trabajo. La esperanza de la comunidad científica es que se desmarquen.
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