La trampa que aguarda a los que huyen de Raqa
Los civiles que tratan de escapar del bastión del ISIS sufren los abusos de francotiradores, kurdos y mafias
Para huir de Raqa, bastión sirio del Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés), el único camino es desafiar a la muerte. Unos 200.000 civiles, entre ellos, numerosos desplazados de Alepo y Hama, lo han conseguido para, una vez a salvo, quedar atrapados en campos de desplazados saturados, expuestos a los abusos de las poblaciones que los acogen, de las Unidades de Protección Populares kurdas (YPG, por sus siglas en kurdo) y de las mafias que proliferan en la zona. El remanente de los 25.000 civiles, que según la ONU permanecen aún en la ciudad, son usados como escudos humanos por cerca de 3.500 yihadistas del ISIS. Atrincherados en un puñado de barrios de la ciudad vieja, los radicales intentan resistir el embiste de los cazas de la coalición internacional liderada por EE UU.
“Llevo días sin lograr contactar con mis familiares”, dice Bilal, de 30 años y desplazado en el campo de refugiados de Ein Issa, al norte del país. “La última vez que di con ellos, los del Daesh [acrónimo árabe para referirse al ISIS] se los llevaron de casa en casa para usarlos como escudos humanos conforme avanzaban los combates”, añade. Unos 50.000 soldados de las Fuerzas Democráticas Sirias (conglomerado de fuerzas árabes y kurdas respaldadas por EE UU), amparados por los aviones de la coalición, se han hecho con el 70% de Raqa desde el pasado 6 de junio, fecha de inicio de la operación sobre la ciudad.
Bilal, que logró huir de Raqa dos meses atrás, asegura que las condiciones en el campo de desplazados de Ein Issa son “inhumanas con hasta 50 personas por tienda”. Los recién desplazados no esconden sus recelos ante 'los liberadores kurdos' tras haber sobrevivido en los últimos siete años a la dejadez del Gobierno central, el pasaje de los rebeldes, los castigos yihadistas y el machaque de las múltiples aviaciones que sobrevuelan sus cabezas. “Los milicianos kurdos detienen sistemáticamente a todo varón entre 14 y 70 años para interrogarle. Aquellos sospechosos de haber colaborado con el ISIS son cuestionados a bofetones”, apostilla. El resto, liberados a las horas o los pocos días.
“Ningún desplazado puede buscar cobijo en las zonas kurdas si no les avala alguna familia oriunda. Por lo que la mayoría se han dirigido a los poblados árabes de Al Bab o Azaz [al noroeste del país] saturando esas zonas”, dice al teléfono desde esta última localidad un activista que opta por el seudónimo de Abu Nizar. A Azaz ha llegado también desde Raqa hace más de mes y medio Hiba, junto a su marido enfermo del corazón y cinco hijos menores de edad. “No sé como logramos salir con vida”, solloza en entrecortadas llamadas de Whastapp.
Los desplazados se hacen eco del mismo aterrador relato que describe Hiba. Aquellos vecinos que son descubiertos huyendo de Raqa por los francotiradores del ISIS son disparados por la espalda. Los que logran escapar habrán de proseguir varios kilómetros en vehículos bajo la lluvia de bombas de la coalición que se ha cobrado al menos 225 vidas en el mes de julio, según la Red Siria para los Derechos Humanos.
La ONU pide una pausa para facilitar la huida de los civiles
"Conforme las fuerzas de la Coalición y sus aliados en tierra estrechan el cerco sobre el ISIS, aumentan las víctimas mortales civiles", ha denunciado en un informe publicado este jueves Amnistía Internacional. En sus páginas condena los bombardeos de la Coalición, integrada por 68 países entre los que se incluye España, "Que han causado numerosas muertes civiles en ocasiones debido a erróneas coordenadas provistas por las SDF". Igualmente, censura la actuación del ISIS que dispara contra los civiles que intentan huir y de las aviaciones rusa y siria a las que responsabiliza de haber lanzado bombas de racimo. "En Raqa, en los cinco vecindarios controlados por el EI, el alcance de las necesidades supera cualquier imaginación y las preocupaciones en materia de protección son graves", señaló en una rueda de prensa este jueves el coordinador humanitario de la ONU para Siria, Jan Egeland. Este pidió que se creen pausas humanitarias tal y como se hizo en Alepo, para facilitar la huida de los civiles.
El lucro de los traficantes
Una vez a salvo, una nueva pesadilla comienza para estas gentes. En dos días, Hiba y sus pequeños dormirán en la calle si no logran pagar por adelantado los tres meses de alquiler que le exigen por un cuarto y cuyo monto asciende a 380 euros. Esta familia entregó 800 euros a los traficantes para cruzar junto a otros vecinos el río Éufrates en barcazas y otros 400 para llegar a Azaz. “Son todos los ahorros que nos quedaban tras tres años sin trabajo desde que llegó el Daesh.
Incluso en tiempos de guerra prevalece la ley de oferta y demanda sobre la solidaridad social. Con la llegada masiva de decenas de miles de desplazados de Raqa, los locales hacen saltar los precios. “Alquilan sus casas de dos cuartos por 300 o 400 dólares y los dueños se van a vivir en una tienda en el campo. Luego toca pagar la electricidad y el agua. Sobrevivimos a las bombas y vamos a morirnos de sed por no poder pagarla”, desespera al teléfono Munir, desempleado y padre de siete desplazado en Azaz. Al calvario de estas familias se añade la rampante criminalidad que ha normalizado los secuestros exprés. “Mi cuñado salió un día a comprar y no volvió. Aún estamos esperando que nos contacten pidiendo un rescate”. Secuestros que no hacen más que aumentar y ha llevado a las madres a encerrar a sus hijas en los hogares para protegerlas.
Con la frontera turca sellada para los refugiados, son los traficantes quienes se lucran embolsando entre 1.100 y 2.500 euros por persona para guiarles ilegalmente hasta Turquía. “Pero no es seguro porque los guardas fronterizos turcos disparan a los civiles que se acercan”, apostilla Munir.
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