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La batalla por el control de una Raqa libre del ISIS

Kurdos, turcos, sirios y EE UU compiten por sus intereses en la ofensiva para echar al Estado Islámico de su bastión

Natalia Sancha

Raqa se convirtió en la capital del terror un sombrío 4 de julio de 2014. De la noche a la mañana, esta polvorienta ciudad siria que pocos sabían ubicar en un mapa, mutó en un enclave multicolor cuando miles de combatientes extranjeros de Europa y Asia acudieron en masa a la llamada de Abu Bakr al Bagdadi, líder del autoproclamado Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés). Tres años después, 50.000 soldados de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), bajo el amparo de los cazas de la coalición internacional contra el ISIS liderada por EE UU, avanzan sobre la capital siria de los yihadistas. Se han hecho con el 45% de Raqa desde que el pasado 6 de junio comenzara la operación Ira del Éufrates. Prometen acabar con entre 2.000 y 3.000 yihadistas cercados en su interior y que han convertido a los entre 20.000 y 50.000 civiles que siguen en Raqa en escudos humanos.

Un miliciano kurdo de las Unidades de Protección Popular en Raqua el 28 de julio.
Un miliciano kurdo de las Unidades de Protección Popular en Raqua el 28 de julio. DELIL SOULEIMAN (AFP)

Desde hace 37 meses, la población sobrevive parapetada en sus hogares para sortear las temidas leyes de un ISIS que ha cubierto de negro a las mujeres y amputado, vejado y decapitado a muchos hombres. Serán principalmente las milicias kurdas las que los liberen del yugo, pero aún queda por ver quién gobernará una provincia históricamente bajo el feudo de las tribus árabes locales. Las FDS, compuestas en un 40% por combatientes de tribus árabes y en un 60% por milicianos kurdos de las Unidades de Protección Popular (YPG, por sus siglas en inglés) prometen liberar a los vecinos del yugo del ISIS. Lo hacen asesorados en tierra por unos 1.000 soldados de fuerzas especiales de EE UU, y 400 franceses y británicos. 

El cáncer del ISIS ha acabado por invertir las prioridades de los múltiples actores que combaten en el tablero sirio, y los kurdos aspiran a ser decisivos para respaldar sus aspiraciones políticas. “O se rinden o morirán dentro. No tienen más opciones”, sostiene Nuri Mahmud, portavoz de las YPG, sobre la resistencia del ISIS en Raqa. Arremete contra Turquía, a la que acusa de ser mentor ideológico del ISIS y no esconde que en el futuro los kurdos confían “en poder participar en la redacción de una nueva Constitución” del país que les favorezca en el norte. Excluidos de las conversaciones de paz celebradas en la ciudad suiza de Ginebra por el resto de grupos opositores, y tildados de terroristas por Ankara, la expulsión del ISIS de Raqa es la carta que el YPG se reserva para legitimar su aspiración de mantener la autonomía que ha logrado en las zonas kurdas.

“Serán los kurdos quienes liberen Raqa, pero será el régimen sirio quien lo administre después”, opina en una conversación telefónica Nawar Oliver, experto militar del Centro de Estudios Omran de Estambul. Oliver considera que los kurdos no disponen de los medios para gobernar la ciudad aunque hayan logrado hacerse con el cercano embalse de Al Tabqa, crucial para el abastecimiento eléctrico. En cuanto a las ambiciones de Turquía, una derrota de Bachar el Asad ha pasado a un segundo plano ante su obsesión por debilitar a un YPG fortalecido en su frontera sur gracias a la eficaz lucha contra el ISIS. “Conforme los kurdos se ganan a la opinión pública internacional, los turcos intentan recobrar popularidad preparando la expulsión de Al Qaeda de Idlib [última provincia siria en manos insurrectas] a través de sus proxies [grupos aliados]”, añade.

“Bajo Trump, EE UU no parece tener la intención de reconstruir una Raqa devastada”, valora sobre otro de los actores del escenario bélico Aron Lund, experto de The Century Foundation. Una postura que, según Lund, podría dar pie a un entendimiento entre Washington y Moscú para permitir una salida tanto a los kurdos como a Damasco.

Huir de Raqa

N.S- Beirut

"Los del Daesh arrastran a los vecinos con ellos de casa en casa abriendo boquetes en los muros", logra relatar en entrecortadas llamadas Hiba desde Raqa, viuda y madre de cinco. Más de 200.000 civiles (entre ellos numerosos desplazados de Alepo y Hama) han logrado huir de la ciudad, según la ONU. La mayoría cruzando el Eúfrates en barcazas mediante pago a los traficantes. Aquellos que son descubiertos por los francotiradores del ISIS son disparados por la espalda. Los que logran franquear las mirillas habrán de proseguir varios kilómetros en vehículos bajo la lluvia de bombas de la Coalición que se ha cobrado 225 vidas en julio, según cifra la Red Siria para los Derechos Humanos. El último tramo se hace a pie, cruzando campos minados hasta alcanzar los retenes kurdos. Es el periplo que relata Ahmed al teléfono y desde el campo de refugiados de Ein Isa, que junto a su familia y miles de conciudadanos cuenta las horas para que amaine la 'Ira del Éufrates'. Los recién desplazados no esconden sus recelos ante los liberadores kurdos tras haber sobrevivido en siete años a la dejadez del gobierno central, el pasaje de los rebeldes, los castigos yihadistas y el machaque de las múltiples aviaciones que sobrevuelan sus cabezas.

Un solo hospital

Avanzando en la ribera sur del Éufrates, las fuerzas sirias combaten en dirección opuesta. Beneficiadas por la ofensiva sobre Raqa, que promete deshacerles del ISIS sin gastar un solo cartucho, las tropas de Bachar el Asad se dirigen al sur. “Su prioridad es reconquistar el corredor situado en pleno desierto que une Homs a Palmira y Deir Ezzor. Igual que las laderas del Éufrates, donde han recuperado 10 pozos petrolíferos”, dice Leith Fadel, director de la web Al Masdar. Es hacia Maadan, a 50 kilómetros al sur, donde se dirigen las tropas gubernamentales.

Ajenos a este juego político, a los habitantes de Raqa no les queda ni con qué curarse las heridas. “Hemos tratado a 415 civiles con heridas provocadas por artefactos explosivos improvisados, minas terrestres, municiones sin detonar, metralla y disparos”, dice Médicos Sin Fronteras, que atiende a los desplazados. Peor suerte corren los heridos en Raqa. En el único hospital tan solo opera una doctora tunecina asistida por su marido anestesista, ambos llegados para servir al ISIS.

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