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Ni rastro de la viuda de Liu Xiaobo

Dos semanas después del funeral del nobel de la Paz chino, sus allegados siguen sin poder contactar con Liu Xia

No se ha sabido nada más de Liu Xia, la viuda del nobel de la Paz chino Liu Xiaobo, desde que las autoridades publicaron imágenes suyas a bordo de un barco mientras se esparcían en el mar las cenizas de su marido. De esto hace ya dos semanas, durante las cuales muchos de sus allegados han tratado de contactar con ella por varias vías y siempre sin éxito. Pekín proclama que Liu es una mujer libre, pero todos los indicios apuntan a que esto no es cierto.

Liu Xia recibe una urna con las cenizas de Liu Xiaobo
Liu Xia recibe una urna con las cenizas de Liu XiaoboOficina de Información de Shenyang (AFP)

Cuando Liu Xiaobo murió, las autoridades afirmaron que Liu Xia estaba "muy afligida" y que "no quería ser molestada" durante este periodo de luto. Estas declaraciones son vistas como un intento de silenciarla para que no trascienda su versión sobre lo que ocurrió durante los últimos días de vida de su marido en el hospital. "Por supuesto que está de luto. Perdió a sus padres y, más recientemente, a su marido. Pero sabemos también que las autoridades han tratado durante los últimos siete años de prohibir que hable públicamente", asegura Hu Jia, activista político y amigo de la familia.

Ni siquiera está claro dónde está. Según el centro de Información sobre Derechos Humanos y Democracia de Hong Kong, el Gobierno la habría mandado "de viaje" a algún punto de la provincia de Yunnan, en el suroeste del país y muy lejos de su tierra natal. Es algo que sus allegados no han podido confirmar al estar tanto ella como su hermano, Liu Hui, totalmente incomunicados. Lo único que está claro es que, dondequiera que esté, está sujeta a una fuerte vigilancia.

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Los alrededores del complejo de edificios en Pekín donde la pareja tiene un apartamento están aparentemente tranquilos. Pero solamente hace falta acercarse a unos metros de la entrada para que salgan de un coche con los cristales tintados un grupo de hombres, sin uniforme, a bloquear el paso y acribillar a preguntas a cualquier extraño: ¿Quién eres? ¿Dónde vas? ¿A quién buscas? "No puedes entrar, últimamente se han incrementado las medidas de seguridad en esta zona porque se han registrado muchos robos", alegan a este periódico mientras tratan de alejar a los visitantes no deseados. No está claro ni siquiera si esta vivienda está habitada.

"Hablando estrictamente, Liu Xia no es ninguna criminal ni sospechosa de nada. Pero sin embargo las autoridades la están sometiendo de nuevo a un arresto domiciliario, restringiendo sus libertades y sin poder contactar con sus allegados. Esto es claramente una violación de la ley china", asegura Mo Shaoping, uno de los abogados que defendió a Liu Xiaobo durante su periplo judicial.

Liu Xia ha estado bajo arresto domiciliario desde que el comité del Nobel concedió en 2010 el galardón a su marido, entonces ya entre rejas. Pocos días antes de su muerte por un cáncer de hígado, Liu Xiaobo pidió ser tratado en el extranjero, algo a lo que Pekín se opuso. Sus allegados aseguran que el disidente no lo solicitó tanto por sus esperanzas de salvarse -su cáncer era terminal- sino para liberar a su mujer.

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El Ministerio de Asuntos Exteriores repite acerca de Liu Xia que el Gobierno chino "garantizará sus derechos legítimos de acuerdo con la ley", sin especificar si en algún momento se la dejará o no abandonar el país. Las organizaciones de derechos humanos temen que a corto plazo la situación no cambie: "Es muy probable que las autoridades no la dejen ir al extranjero porque, si así fuera, recibiría muchísima atención mediática", asegura Patrick Poon, investigador para China de Amnistía Internacional. Es algo que no conviene y menos a pocos meses de que se celebre el 19 Congreso del Partido Comunista, cuando se relevará a gran parte de la cúpula dirigente de la formación. "El Gobierno chino está nervioso ante la posibilidad de que gente prominente como Liu Xia pueda hablar libremente con periodistas. Las autoridades quieren mantener todo bajo control y asegurarse de que Xi Jinping y otros líderes sean el foco de este encuentro, incluso entre la prensa internacional", sostiene Poon.

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