Llega Donny, el hijo más bronco de Trump
Excesivo y radical, al primogénito del presidente de EEUU se le ha despertado la ambición política, pero la trama rusa ya le ha alcanzado
Hay quien al ver el drama de los refugiados sirios siente compasión. Otros elaboran complejas soluciones geopolíticas y algunos simplemente cambian de canal. Nada de eso hace Donald Trump Junior. El hijo mayor del presidente de Estados Unidos entra en Twitter y, muy al estilo de su padre, libera el torrente de sus pensamientos, compara a los refugiados con caramelitos de colores (skittles) y alerta de que, contra lo que parecen, son un veneno que “puede matarte”. Luego remata: “Pongamos fin a la agenda de lo políticamente correcto”.
Así es el primogénito del hombre más poderoso del planeta. Donny para los amigos. Pelo engominado, rostro pulido y un amor casi enfermizo hacia su padre. Un ejemplar de neoyorquino rico que, en comparación con su hermana Ivanka, había permanecido alejado de los focos políticos, pero que desde este domingo figura como invitado estelar en el escándalo que devora la Casa Blanca: la trama rusa.
Una investigación de The New York Times ha revelado que el 9 de junio de 2016, en pleno ataque del Kremlin al Partido Demócrata, Donny se reunió en la Torre Trump con una misteriosa abogada rusa, Natalia Veselnitskaya. El objeto era recabar información tóxica sobre la candidata Hillary Clinton. El primogénito, acompañado del yerno presidencial, Jared Kushner, la recibió con los brazos abiertos. Aunque no se ha demostrado que les facilitase datos relevantes, la cita ha avivado con fuerza la sospecha de una posible coordinación entre el equipo electoral del candidato republicano y Moscú. Y lo que es aún peor para Trump, ha abierto una grieta en su círculo más íntimo y querido. Ese lugar donde habita Donny.
Pese a haber vivido a la sombra de su padre, Trump Jr. es un personaje con escenario propio. A sus 39 años, se ha hecho cargo con su hermano Eric del imperio familiar (400 empresas y una fortuna de 3.700 millones de dólares) y con anterioridad fue vicepresidente ejecutivo de la organización. Un consorcio en el que prácticamente se crío y donde su progenitor troqueló su carácter hasta hacerle a su imagen y semejanza.
El resultado salta a la vista. Donny admira a su padre. Para él solo tiene superlativos: visionario, valiente, indomable… “Es mi mentor, mi amigo, mi padre. Soy hijo de un gran hombre”, ha sentenciado. Pero no siempre fue así. Nacido del matrimonio de Trump con la modelo checa Ivana, a los 12 años sufrió la amargura del divorcio. Como él mismo ha contado, no entendía ver roto el hogar ni las furibundas declaraciones de su padre ni el escándalo en los tabloides. De todo ello, como admitió en 2003 a larevista New York, culpó a su progenitor: “¿Cómo puedes decir que nos quieres? No nos quieres, ni siquiera te quieres a ti mismo. Solo amas a tu dinero”, le llegó a decir.
Ese fue el momento más bajo de una relación que los años y el empeño del propio Trump acabarían enderezando. Primero con trabajos de poca monta en la empresa, luego cada vez con más responsabilidad. Bajo la guía del padre, Donny empezó a hacerse un nombre en el imperio inmobiliario y más que ningún otro hermano decidió seguirle los pasos. Estudió en la misma universidad (Wharton), se hizo abstemio como él, se casó en Mar-a-Lago con la mujer que le presentó (la modelo Vanessa Haydon) y halló una vía de expresión natural en Twitter. Un medio donde Donny, que sigue cuentas del tipo CNN es Hitler, siempre ha ido más allá que su padre: si Trump ataca al alcalde musulmán de Londres en plena ola de atentados, él redobla los insultos; si el presidente golpea en un vídeo a la CNN, él emite otro donde papá a bordo de un F-16 lanza directamente misiles contra la cadena.
One of the best I've seen. 😂🇺🇸😂🇺🇸 https://t.co/rqCplijJ57
— Donald Trump Jr. (@DonaldJTrumpJr) July 8, 2017
Extremista y ruidoso, el lado salvaje de Donny no le ha impedido ganar peso desde el inicio de la presidencia. No sólo por la gestión del emporio, sino porque, al igual que a su hermana Ivanka, le ha asomado la ambición política. Incapaz de distinguir entre lo público y lo privado, cada vez que puede hace notar su opinión política e incluso ha declarado su deseo de competir por la alcaldía de Nueva York. Una iniciativa que ha espantado a su propio padre, quien en una entrevista a la cadena Fox aprovechó para enmendarle públicamente y asegurar que “eso no iba a ocurrir”.
Aparcada la búsqueda de un lugar político propio, Donny ha servido de escudero al magnate y le ha clonado ideológicamente. Sin alcanzar el brillo de Ivanka y su esposo, en campaña dio algún mitin, concedió entrevistas y asesoró cuando pudo al candidato. Ahora se ha descubierto que también participó en la fragua de una conspiración. En la misma Torre Trump y con una enigmática emisaria rusa. Como siempre, siguiendo los pasos de su padre.
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