Grecia espera un gesto sobre la deuda en la próxima cumbre europea
El Gobierno diversifica los mensajes para lograr una hoja de ruta para 2018, cuando concluye el tercer rescate
Conscientes de la feroz oposición de Alemania a una reestructuración inmediata de la deuda, el Gobierno que dirige Alexis Tsipras llevaba días desinflando el que era su mantra favorito (“Grecia ha cumplido con sus compromisos, es hora de abordar la cuestión de la deuda”) y sustituyéndolo por otros lemas igual de pegadizos, pero más factibles: el primero de todos, el acceso a los mercados como herramienta para impulsar el desarrollo; pero también una política de puertas abiertas a inversiones extranjeras y un nuevo empujón al plan de privatizaciones —una exigencia de los acreedores— mediante proyectos estrella como el de Elinikó, hasta hace unos días un infame campamento de refugiados, ya desalojado y que, si todo marcha según lo previsto, remozará la Riviera del Ática con un macroproyecto de intervención urbanística.
La cooperación regional e internacional en cuestiones energéticas es otro de los proyectos punteros (y uno de los más tangibles) para empezar a dibujar el escenario de una Grecia después del rescate; prueba de ello es la trilateral Grecia-Chipre-Israel —la tercera desde 2015— que este jueves arrancó en Salónica con la asistencia de los primeros ministros de Grecia, Alexis Tsipras, e Israel, Benjamín Netanyahu, y el presidente de Chipre, Nikos Anastasiadis.
La falta de resultados de calado del 44º Eurogrupo dedicado a Grecia desde 2010, que se ha celebrado este jueves en Luxemburgo, empuja a Atenas a arrastrar la solución a la siguiente cita, la cumbre europea del 22 de junio, en busca de un acuerdo político o un gesto que compense el viacrucis de reformas impuestas por el tercer rescate (86.000 millones de euros, a tres años). Aun sin miedo a fisuras en la justa mayoría parlamentaria de que goza (153 escaños de 300) pese a la existencia de algunas voces partidarias de romper con los socios (como Nikos Xydakis, portavoz parlamentario de Syriza), el Ejecutivo necesita más mensajes como el de Francia o el comisario europeo Pierre Moscovici, que hacen hincapié en la necesidad de reestructurar la deuda. Algo que permita bosquejar una hoja de ruta para cuando finalice el tercer rescate, en agosto de 2018. Así lo apuntaban, en vísperas del Eurogrupo, fuentes del Gobierno de Atenas, determinadas a alcanzar, este jueves o el 22 de junio, “un acuerdo pleno, es decir, el desbloqueo del tramo de ayuda y una hoja de ruta a medio plazo para el alivio de la deuda”.
Sobre la mesa hay reformas legislativas de calado, como las del IVA, las pensiones (que llevan 12 ajustes desde 2010), los llamados “créditos rojos” o tóxicos (regulación de la insolvencia corporativa y privada), la liberalización del mercado de la energía o el establecimiento del fondo de privatizaciones, rezagado respecto de las expectativas de los acreedores. Pero para validar los últimos ajustes aprobados, Atenas demanda “una solución plena” sin la cual "las medidas fiscales para el periodo posterior a 2018 no serán implementadas", según las citadas fuentes. "Grecia ha cumplido con sus compromisos y aplicado el programa, superando incluso las metas fiscales [un superávit primario por encima de lo previsto]. Es tiempo de que los acreedores, especialmente Alemania y el Fondo Monetario Internacional, cumplan con su parte, alcancen un compromiso y respeten el pacto. Berlín y el Fondo deberían dejar de jugar con los tremendos sacrificios de los griegos pues están poniendo en riesgo los esfuerzos de Grecia por salir del rescate, así como la estabilidad general de la eurozona".
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