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Macron y Putin mantienen el pulso en su primera reunión

El presidente francés acusa de propaganda a medios estatales de Rusia, y el líder ruso elogia a Le Pen

Los presidentes Macron y Putin este lunes en Versalles.Foto: atlas | Vídeo: STEPHANE DE SAKUTIN AFP / ATLAS
Marc Bassets

Con Donald Trump fue un gesto: un apretón de manos crispado que, según Emnanuel Macron, debía señalar que ambos estaban como iguales y no se dejaría intimidar. Con Vladímir Putin, fueron las palabras. El nuevo presidente francés mantuvo con su homólogo ruso un pulso verbal tenso y sincero. En una rueda de prensa en la Galería de las Batallas de Versalles, ni uno ni otro ahorró artillería. Macron acusó a medios estatales rusos de intoxicar la campaña electoral francesa con propaganda, mientras que Putin elogió a la rival de Macron en las elecciones, Marine Le Pen.

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Entre Macron y Putin hubo promesas de mejorar la relación, reiniciar el diálogo entre gobiernos y sociedades y celebrar en común más de tres siglos de irregular amistad franco-rusa. Se entrevistaron, almorzaron y pasearon por los jardines del Palacio de Versalles. Y aquí acabó la parte versallesca de una reunión que culmina cinco días de estreno diplomático para el hombre que hoy ocupa el Elíseo. Un cursillo intensivo en el que, excepto los líderes chino e indio, se ha reunido con los dirigentes de las principales potencias mundiales y se ha presentado en sociedad como la alternativa —junto a la canciller Angela Merkel— de la pinza nacional-populista que forman Putin y Trump.

Macron había prometido un "diálogo firme", y se cumplió. De Ucrania a Siria, pasando por las sospechas de injerencia rusa en la campaña electoral francesa, Macron y Putin se mantuvieron en sus posiciones. Ni una cesión.

Si el régimen sirio, apoyado por Putin, usa de nuevo armas químicas, la respuesta francesa será "inmediata", amenazó Macron.

Cuando el zar levantó el brazos al rey de Francia

El pretexto de la visita era la apertura de una exposición que conmemora el tricentenario de la visita de otro líder ruso a París, el zar Pedro el Grande, considerado un gobernante reformista y modernizador. Pedro el Grande, admirado por la Rusia soviética y por el propio Putin, pasó seis semanas en Francia.

El marco —el palacio del Grand Trianon, en Versalles— se explica porque es la sede de la exposición. También le da un aire informal a la reunión del que tendría en el Palacio del Elíseo, en el centro de París. Y a la vez sirve a Macron, recién estrenado en el cargo, para proyectar la imagen de una Francia poderosa, y la de sí mismo como un presidente que quiere recuperar el aura monárquica de antecesores suyos como De Gaulle o Mitterrand.

La edad e inexperiencia de Macron —39 años y dos semanas en el poder: Putin tiene 64 años y 17 en el poder— propiciaron alguna chanzas. Cuando Pedro el Grande visitó París y sus alrededores, en mayo y junio de 1717, el rey Luis XV tenía siete años. El zar, 45.

Un episodio durante un encuentro entre ambos llamó la atención a los cronistas de la época. "Nos sorprendió ver al zar levantar al rey con ambos brazos, elevarlo a su nivel, besarlo en el aire, y ver cómo el rey, a su edad, que no lo esperaba, no sentía ningún temor", escribió Saint-Simon en sus Memorias. Cuenta otra crónica, citada en un viejo artículo de Le Monde Diplomatique, que Pedro el Grande, con Luis XV en brazos, subió por una escalera y proclamó: "Llevo en brazos a Francia entera".

Las sanciones a Rusia por la anexión de Crimea, sanciones que Macron apoya y que Le Pen quería levantar, "no contribuyen en nada a acabar con esta crisis, así que hay que terminar con ellas", lamentó Putin.

De los ciberataques contra el equipo de campaña de Macron, atribuidos a los mismos piratas rusos que el año pasado golpearon la campaña de Hillary Clinton en EE UU, prefirieron no hablar. "El presidente francés no ha mostrado ningún interés, y yo aún menos", dijo el ruso.

"Hablamos de ello cuando Vladímir Putin me llamó para felicitarme. Soy pragmático. Le dije todo lo que tenía que decirle, y él me dijo todo lo que tenía que decirme. Yo avanzo", terció el francés.

Pero Macron no ocultó su irritación con las campañas de desinformación en su contra de medios vinculados al Kremlin. Justificó la exclusión, por parte de su equipo de campaña, de periodistas de las publicaciones Russia Today y Sputnik News, acusándoles ante Putin de no practicar el periodismo sino de actuar como "órganos de influencia y de propaganda". Propaganda, habría podido añadir, en favor de los intereses de Putin, que durante la campaña recibió en el Kremlin a Le Pen, y la prefería a ella, o al también prorruso François Fillon, que al europeísta Marcon.

La relación entre Francia y Rusia lleva tiempo enrarecida. Comenzó con la crisis de Ucrania en 2014 y se agravó con la intervención rusa en Siria en 2015. La tensión por Siria precipitó la anulación de una visita prevista de Putin a París el pasado octubre, para inaugurar la céntrica catedral ortodoxa junto al Sena y la Torre Eiffel. La injerencia —por medio de ciberataques o con la difusión de falsas noticias— en EE UU y en Francia acabó de envenenar la relación.

Durante la campaña para las elecciones presidenciales, Macron era, entre los candidatos con opciones, el único que marcaba distancias con Putin. De él dijo que ni compartía los valores ni sentía fascinación alguna. Ni el francés ni el ruso han cambiado de opinión.

Putin, al contrario que Trump, no oculta sus antiguas preferencias. En Versalles dijo que las ideas de Le Pen sobre la identidad nacional y la soberanía de los estados "no están desprovistas de fundamento", y celebró que la líder del partido ultra Frente Nacional "siempre haya actuado por el desarrollo de las relaciones entre [Rusia y Francia]". “Esto”, se defendió, “no significa que nosotros hayamos intentado influir en los resultados electorales”.

En EE UU, donde el candidato de Putin ganó, el caso sigue abierto. En Francia el robo y difusión de documentos del partido del partido de Macron no impidió su victoria. Es caso cerrado.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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