Los reformistas aprovechan para reclamar la libertad de sus líderes
Miles de iraníes han convertido las calles de la capital en una fiesta para celebrar la victoria de Rohaní
Teherán está celebrando este sábado la reelección de Hasan Rohaní como presidente a golpe de bocina. Como ya se ha hecho habitual desde el triunfo de Mohamed Jatamí en 1997, miles de iraníes han convertido las calles de la capital en una fiesta. Jóvenes y menos jóvenes muestran su alegría por el éxito del candidato moderado o, también a menudo, el alivio porque no hubiera triunfado el ultra Ebrahim Raisí. Otros simplemente aprovechan la inusitada tolerancia policial para divertirse. Pero los simpatizantes reformistas han encontrado la oportunidad para reclamar la liberación de los líderes del Movimiento Verde.
“Musaví, Karrubí, libertad”, corea un nutrido grupo que desde la plaza de Vali Asr intenta dirigirse hacia el norte de la ciudad, en medio del gran atasco provocado por las manifestaciones de alegría que desde la puesta del sol, se han ido congregando en distintos barrios.
Mir-Hosein Musaví y Mehdi Karrubi, los dos candidatos derrotados por Mahmud Ahmadineyad en las controvertidas elecciones de 2009, se encuentran bajo arresto domiciliario desde febrero de 2011 a pesar de que nunca han sido procesados ni condenados. Cuando Rohaní tendió la mano a los reformistas en su campaña de 2013, estos le reclamaron que liberara a esos dirigentes. Su incapacidad para lograrlo, desilusionó a muchos. Ahora, su éxito vuelve a darles esperanzas.
Los vecinos se declaran sorprendidos por la audacia y el número de manifestantes, ya que el asunto es altamente delicado para el aparato de seguridad, aparente responsable del confinamiento de Musaví y Karrubí. La propaganda oficial los califica de “sediciosos” y “traidores”.
Durante la tarde, antes de que las redes sociales empezaran a llenarse de convocatorias para salir a celebrar el resultado electoral, unidades antidisturbios habían tomado posiciones en las plazas clave de la ciudad. Sin embargo, ya entrada la noche, los policías parecen permanecer al margen de la fiesta que se desarrollaba de forma pacífica. Sólo los agentes de tráfico intervienen para mantener el orden y evitar que los coches queden bloqueados.
“He tardado una hora y media en volver a mi casa desde el instituto, cuando a diario tardo 10-15 minutos”, cuenta una profesora en Saadat Abad, un barrio del noroeste de Teherán. “Todos corean Rohaní, Rohaní, como si fuera una estrella del rock”, añade asombrada por el entusiasmo.
Otros iraníes, aunque han apoyado a Rohaní, tienen la sensación de haber elegido entre lo malo y lo peor, y no ven muchos motivos para festejar dada la lentitud de los cambios.
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