_
_
_
_

A los monjes ‘rebeldes’ les sonríe la fortuna en Grecia

La justicia exonera a varios religiosos que habían sido condenados a penas de cárcel por declararse en rebeldía o por cargos de corrupción

María Antonia Sánchez-Vallejo
Popes ortodoxos, durante una liturgia en Atenas.
Popes ortodoxos, durante una liturgia en Atenas.LOUISA GOULIAMAKI (AFP)

El sector kale borroka de la Iglesia ortodoxa griega está de enhorabuena. La corte de apelaciones de Salónica ha dejado en suspenso la orden de detención emitida contra el abad rebelde del monasterio de Esfigmenu, en la península monástica del Monte Athos (norte de Grecia), que fue recurrida por sus abogados. El hereje, de nombre Metodios, y otro monje de Esfigmenu habían sido condenados a sendas penas de 20 años de cárcel por comportamiento, digamos, poco piadoso: se probó que, en julio de 2013, ambos opusieron resistencia a la autoridad, arrojando cócteles molotov a los agentes judiciales que pretendían ejecutar la orden de desahucio del monasterio por unas diferencias doctrinales (y de autoridad) un tanto prolijas de explicar. La liaron parda, por cierto, como contamos con detalle en este diario en su día.

Metodios y su acólito recibieron la orden de detención en enero pasado, pero las autoridades competentes, piadosas o tal vez temerosas de Dios —y del poder casi omnímodo de la Iglesia en Grecia—, nunca llegaron a actuar. La policía, según los diarios locales, asegura no haber recibido autorización del Gobierno por miedo a un estallido de violencia, ya que el abad había advertido que sólo abandonaría el monasterio con los pies por delante.

Los alborotadores monjes de Esfigmenu, que mantienen una larguísima disputa teológica con el patriarca ecuménico Bartolomeo, han desobedecido repetidamente las órdenes de marcharse del lugar para ser sustituidos por una comunidad más dócil, o más llevadera. Y, por lo que parece, declararse en rebeldía y convertirse poco menos que en okupas les ha salido muy bien, pese a que la rebelión tuvo momentos muy poco edificantes: lluvias de piedras y de palos, banderas negras de lo más nihilista con lemas como “Ortodoxia o muerte”… en fin, casi como una revuelta antisistema.

Esfigmenu es uno de los veinte monasterios que pueblan el Monte Athos, pero no el único que ha traspasado mediáticamente los límites de ese promontorio salvaje al que las mujeres —y las hembras de cualquier animal— tienen prohibido acceder. Otro monasterio, el de Vatopedi, se ha hecho tristemente famoso en estos años de crisis cruel por sus presuntos manejos pecuniarios. De hecho, Efraín, el abad de Vatopedi, terminó en la cárcel en 2011 por corrupción y malversación en el intercambio fraudulento de tierras rústicas de la comunidad, sin valor, por valiosas propiedades del Estado griego. La operación costó a las arcas públicas 100 millones de euros.

Pues bien, la justicia también ha revisado recientemente este proceso, exonerando a todos los acusados (14) del caso, entre ellos Efraín y su mano derecha, el monje Arsenios. El tribunal, formado por tres magistrados, falló por unanimidad que había falta de pruebas que respaldasen la acusación. Los monjes, según la sentencia, no actuaron con alevosía pues ejecutaron órdenes del Gobierno y estaban convencidos de que su actuación era legal. El caso salió a la luz en 2008 y supuso el tiro de gracia para el Gobierno del conservador Kostas Karamanlís (2004-2009). El ex primer ministro celebró la sentencia absolutoria.

PD: A la presunta corrupción de Vatopedi se retrotrae el periodista Michael Lewis en su divertidísimo libro Boomerang (Deusto Ediciones) para explicar el origen de la crisis griega. Subtitulado Viajes al nuevo tercer mundo europeo —Lewis también aborda el triste sino de otros países arruinados y/o rescatados—, el capítulo que dedica a Grecia es un perfecto repaso, tan entretenido como documentado, de los males congénitos que han llevado a la quiebra al país. Una lectura muy actual, vigente, aunque la justicia no le dé precisamente la razón… para mayor gloria de Dios y de los abades insurrectos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_