“En algunos Estados de México se hace periodismo de guerra”
El analista e investigador Sergio Aguayo afirma que los medios se han adaptado al entorno violento
Hay Estados de México en los que se hace periodismo como en zonas de guerra, según el analista e investigador del Colegio de México Sergio Aguayo. Los informadores tienen que estar siempre calculando el riesgo que corren al tocar ciertos temas o a ciertos grupos violentos o de poder, explicó el académico ayer en Madrid en una mesa de diálogo sobre la situación de la libertad de prensa. No obstante, el académico mexicano quiso transmitir un mensaje “optimista” porque, a pesar del hostigamiento que sufre la prensa en el país, no la han silenciado.
En los Estados azotados por la violencia como Tamaulipas, Veracruz, Guerrero o Michoacán, subrayó Aguayo, rigen reglas distintas que en Ciudad de México, donde los periodistas tienen mayor visibilidad y las condiciones de seguridad son mejores. “Quienes están en Estados como Tamaulipas hacen periodismo de guerra, que se rige por otras reglas. Como cualquier corresponsal de guerra que va a cubrir la batalla de Alepo sabe, no basta llevar la insignia de prensa: hay que entender las redes locales”, explicó.
La más reciente clasificación sobre libertad de prensa que elabora Reporteros Sin Fronteras, publicada a principios de este mes, sitúa a México “en caída libre”. De ocupar el puesto 96º en 2004, este año se ubica en la posición 149ª de 180 países. En el listado de depredadores de la prensa de esta misma ONG, la organización criminal de Los Zetas aparece junto a grupos terroristas como el Estado Islámico o los talibanes.
Aguayo agregó que otro elemento de inestabilidad a considerar en el ejercicio del periodismo en México es que el poder está fragmentado: no solo hay distintos cárteles del narcotráfico peleando por territorios, sino que además el poder del Gobierno y del presidente es relativo frente a algunos gobernadores que han llegado a tener un control absoluto de sus Estados. “El caso de Veracruz era terrible porque estaba corrompido todo el sistema por dos gobernadores: Javier Duarte [hoy buscado por la justicia por acusaciones de corrupción] y Fidel Herrera, el ahora cónsul mexicano en Barcelona. Era un caso especial, porque ni siquiera el Gobierno federal podía controlar”, puntualizó.
Durante el Gobierno de Duarte (2010-2016), fueron asesinados 17 periodistas, según la organización defensora de la libertad de información Article 19. “De ser un país, Veracruz estaría entre los cinco más peligrosos para un periodista, al lado de naciones donde la presencia de un Estado es cuestionable (Somalia), envueltos en una guerra civil (Siria), y donde los ataques terroristas son comunes (Irak y Pakistán)”, según el colectivo Nodo MxM, organizador de la charla con Sergio Aguayo.
Contextos de violencia
En el diálogo participó también Luis Esteban González Manrique, especialista en América Latina. Según su interpretación, lo que pasa en varios países del continente no es que sea fácil matar a periodistas, sino que en general hay contextos de violencia en los que parece que la vida no vale nada. Mientras que en España la tasa de homicidios es de 0,8 por cada 100.000 habitantes, dijo, en México y Colombia está alrededor de 30; en Caracas, capital de Venezuela, llega a 125, y en la que es considerada la ciudad más violenta del mundo, San Pedro Sula, Honduras, llega a 187 asesinatos.
Aguayo aportó otra explicación al respecto. En países como Honduras y El Salvador, que sufrieron cruentas guerras civiles, perdura hasta ahora la violencia, a diferencia de su vecino, Nicaragua, donde hubo guerrilla, pero se crearon fuertes bases sociales.
Del mismo modo, agregó el analista, el periodismo ha encontrado respaldo y solidaridad tanto en el ámbito nacional como en el internacional. “En México hay un tejido social que no está dispuesto a dejar que nos silencien y nos callen”, aseguró. “No voy a negar el horror, pero vivimos en un país en el que hay espacios para dar una batalla que a veces ganamos y a veces perdemos por la libertad de expresión”.
Hostigamiento contado en primera persona
Aguayo, nacido en Jalisco (oeste de México) hace 69 años y que ha colaborado en numerosos medios escritos y audiovisuales del país norteamericano, ha sufrido el hostigamiento en carne propia. Su primera columna, relató, fue censurada en 1974 porque criticaba a un político corrupto del Estado de México. Y este año se enfrenta a una demanda por 10 millones de pesos (485.000 dólares) por sus comentarios sobre la detención en Madrid de Humberto Moreira, exdirigente del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y exgobernador de Coahuila (norte del país), acusado de lavado de dinero.
Con el semblante tranquilo, Aguayo confió en que esa demanda no prosperará y solo fue un intento de Moreira de distraerlo por la investigación que dirigió sobre la masacre de hasta 300 personas cometida por Los Zetas en Allende (Coahuila) cuando Moreira era gobernador.
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