_
_
_
_
Elecciones Estados Unidos 2016
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El sueño americano vive

Qué país da más oportunidades que EE UU, donde Trump, que nunca fue tan poco, ha dado para tanto

Francisco G. Basterra
El recién elegido presidente de Estados Unidos, Donald Trump, este miércoles en Nueva York.
El recién elegido presidente de Estados Unidos, Donald Trump, este miércoles en Nueva York. MIKE SEGAR (REUTERS)

Causa todavía asombro cómo un país todavía indispensable, pionero en tantas campos, preso también de grandes contradicciones, es capaz de producir una pacífica transición del poder, incluso después de la campaña presidencial más deleznable de su historia. Después de que el presidente electo amenazara con encarcelar, tras su victoria, a su contrincante, y no reconocer la victoria de Clinton si se hubiera producido.

Más información
Desconcierto. Incertidumbre. Vértigo
Hillary Clinton: “Siento que no hayamos ganado”
Donald Trump, elegido presidente de Estados Unidos

En las horas dramáticas que ha vivido el mundo desde la madrugada del miércoles hasta la tarde, colgada de televisiones y redes digitales, Trump, el gran ignorante que ha demostrado con creces su falta de respeto hacia la constitución y su admiración por la autocracia de Putin, cambiaba de uniforme. Despejado del traje de demagogo atrabiliario, insultador en jefe, pareció hasta presidente. Prometiendo unir al país tras atizar el guerracivilismo, ser el buen doctor que cura las heridas, y el presidente de todos los estadounidenses. Como si actuara su clon, y Donald el payaso cerrara el circo, su show unipersonal.

Hillary, por fin, concedió públicamente su derrota. Criminalizada e insultada por el nuevo presidente, dolida profundamente, entonando un lo siento, admitiendo que no creía que la división del país era tan profunda. Pero felicitando a Trump y ofreciéndole ayuda para sanar al país. Obama mismo sancionó que la democracia ha funcionado, eso sí, en contra de los demócratas y, sin duda, de su presidencia.

Repudio pasmoso del establishment, titulaba el New York Times . ¿Realmente es tan asombroso lo ocurrido? ¿Cómo no lo hemos visto venir, no hemos comprendido lo profundo de la ira de los dejados atrás por la globalización, los perdedores que no leen la prensa escrita? A los que Hillary, una mala candidata congelada en el pasado, con una peligrosa mochila, pretendiendo iniciar una dinastía presidencial, que inspiraba menos honestidad y confianza que Trump, bautizó deplorables. No se puede intentar la presidencia presentándose solo como el mal menor.

Vivimos dentro de una burbuja confortable, envueltos en ropajes de superioridad moral, diagnosticando grandes tendencias mundiales: la internacional populista, la insoportable desigualdad social, pero sin ofrecer respuestas concretas y practicables. Los políticos desconectados de sus votantes, los académicos, los expertos, los prescriptores de opinión. Los técnicos de sondeos.

Y los periodistas, el primero este modesto oficiante que aspira a poner las cosas en contexto. Nos hemos equivocado, como lo hicimos en el Brexit. El vuelco político en EE UU es enorme y también la conmoción que sufre el periodismo. La ya casi vieja televisión, inspiradora del circo de entretenimiento, que ha impulsado a un demagogo listo y conocedor del medio porque le suministraba una barbaridad tras otra que las cadenas necesitan y amplifican, ha triunfado atizando emociones. Y haciendo pinza, Internet, las redes sociales, los ciudadanos periodistas, embarrando más el terreno potenciando el espectáculo.

Los diarios nacionales únicos dispensadores de reflexión, pillados en la pinza, capaces aún de investigar y denunciar, aunque demasiado tarde, la máquina de pillerías de Donald Trump. El sueño americano no ha muerto como pronosticábamos. Cómo explicar si no que Trump, nunca tan poco, haya dado para tanto. Qué país da más oportunidades. God bless America y evite que el sueño se convierta en pesadilla. La historia no se acabó en la madrugada del miércoles.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_